Un artículo de Iria Santos Baña,
Enfermera y Directora de un centro asociado a AGASEDE,
la Asociación Gallega del Sector de la Dependencia
Hemos visto como las residencias y centros de mayores están siendo más afectados durante la pandemia. Ha habido una falta de coordinación sociosanitaria que nos ha exigido reaccionar con rapidez; para mí, como directora y enfermera, ha supuesto liderar y coordinar una crisis sanitaria sin precedentes y con un mayor impacto en residencias como la nuestra.
Para poder protegerlos, las indicaciones fueron el confinamiento y aislamiento, cuando lo que más necesitan es la interacción y estimulación cognitiva… Ha sido la gran paradoja del Covid-19. En nuestro centro fuimos conscientes desde el principio de los efectos nocivos del confinamiento prolongado en el tiempo y optamos por una sectorización del centro, distribuyendo a los residentes en todos los espacios disponibles. Sólo en aquellos momentos en los que teníamos sospecha de brote, tuvimos un confinamiento en habitaciones de aquellos residentes que lo toleraban, aquellos con mayor deterioro cognitivo y que debían deambular decidimos juntarlos en una sala que les permitía cierta libertad de movimiento.
El papel de enfermería en la sectorización de nuestro centro ha sido crucial y fundamental, ha puesto a prueba nuestra capacidad de gestión y de liderazgo. Somos centros sociosanitarios y no sanitarios puros, la mayoría de los trabajadores tienen una formación meramente de cuidador y no de sanitario de atención primaria y mucho menos de atención especializada. Por ello enfermería ha tenido que llevar las riendas y atender a muchísimos aspectos que se nos han presentado. Y quizás aquí ha estado la función más importante de enfermería: INFORMACIÓN y FORMACIÓN, tanto de personal como de residentes y familias.
A los residentes con menor deterioro cognitivo fue necesario explicarles una correcta técnica de lavado de manos, la importancia del distanciamiento entre ellos, el uso del gel hidroalcohólico y toda la información que fueron demandando. Intentamos que en el peor momento de la pandemia no vieran las recurrentes noticias sobre brotes en residencias dándoles información de la nueva enfermedad y sobre todo intentado transmitirles tranquilidad ante una pandemia en la que los más vulnerables eran ellos precisamente.
A nivel general el exceso de información en los medios de información e información erróneas o sin base científica, han dificultado nuestra labor en este sentido. Creo que ha sido muy importante el ser transparentes en la información pero desde un punto de vista menos catastrofista y tremendista que los medios informativos.
Informar ha sido una de nuestras labores fundamentales. El centro ha tenido que adaptarse y ante la falta de visitas hemos respondido con videollamadas y llamadas telefónicas. Desde enfermería hemos mantenido informados telefónicamente y por medios telemáticos, a las familias del estado de salud de los residentes. Ha sido algo que nos exigió un sobresfuerzo pero consideramos que era importante generar confianza y explicar principalmente cómo estaba siendo la vida dentro del centro.
Intentar gestionar la ansiedad de nuestros residentes y de las propias familias ante la incertidumbre de una enfermedad tan nueva nos ha devuelto un cierto ambiente de armonía en el centro que ha facilitado el trabajo en muchas ocasiones.
En cuanto a los trabajadores fue necesario una formación en medidas preventivas como el uso adecuado de EPIs, procedimiento en un aislamiento y medidas higiénicas en cuanto a las superficies de contacto más comunes.
Otra de las labores importantes y propias de enfermería ha sido la GESTIÓN DEL CUIDADO de una manera integral. La sectorización del centro ha aumentado los espacios en los que los residentes se distribuyen; previo a la pandemia la actividad del centro se realizaba mayoritariamente en la planta baja del centro, con la consecuente concentración de todo el personal en dicha estancia. Con la distribución de los residentes entre las tres plantas del centro ha exigido la reorganización de todas las tareas y del personal. Esta nueva organización conlleva un control más fehaciente de las tareas, rol que ha asumido enfermería apoyado por las supervisoras de auxiliares.
Esta distribución también se ha visto agravada por las indicaciones de los protocolos oficiales de que el personal rotara lo menos posible entre plantas y espacios, por tanto ha supuesto la disminución o eliminación de actividades grupales por parte de departamentos como psicología, fisioterapia y animación sociocultural en nuestro caso. Otro reto para el personal cuidador que ha asumido un rol más activo en la estimulación y en el que enfermería también ha tenido que liderar para poder compensar en lo posible la falta de actividades tan importantes para el paciente geriátrico.
Por supuesto, se ha llevado acabo una intensificación de los controles de salud, en especial de temperatura y saturación diaria, control de la toma de medicación de todos los residentes en cada una de las estancias que se han habilitado, vigilancia exhaustiva del estado de la piel asegurando el cumplimiento de las rutinas de paseos en los residentes que deambulan y los cambios posturales en el caso de residentes más dependientes para prevenir más que nunca la aparición de UPP u otras lesiones, reorganizando pautas de hidratación, control de ingestas, gestión y atención de consultas médicas telefónicas y un largo etc.
Administrativamente también ha sido todo un reto, la recepción continúa de información de diversas fuentes al mismo tiempo que la exigencia de notificaciones de datos por momentos resultó complicado. En este sentido debo confesar que mi profesión de enfermera ha supuesto una ventaja en este aspecto. He tenido que adaptar protocolos oficiales que no siempre se ajustaron a la realidad de los centros e iban más encaminados a centros sanitarios.
Otra de las funciones de enfermería que hemos puesto en práctica, ha sido la investigadora, tan necesario siempre y especialmente ante una realidad tan cambiante. Intentamos estar al día en nuevos estudios que van saliendo, por eso no podíamos dejar pasar la oportunidad de colaborar en el estudio RESICOVID. Desde enfermería y, más que nunca, debemos dedicar tiempo a proyectos de investigación que puedan mejorar la gestión y atención en los centros residenciales.
Además, no debemos dejar de lado el estudio de las secuelas de esta enfermedad en aquellas personas que la han superado y que precisa de tiempo para poder conocerlas y evaluarlas en toda su dimensión.
Como afrontamos el presente desde la enfermería en residencias
Actualmente seguimos centrados en la prevención de esta nueva enfermedad. Siguiendo las recomendaciones de la OMS y Ministerio de Sanidad nos encontramos en plena preparación de la campaña de vacunación antigripal.
Existe un estudio liderado por el Centro Cardiológico Monzino de Milán que ha demostrado que en las regiones italianas donde hubo mayor tasa de vacunación antigripal entre personas mayores de 65 años, este grupo de riesgo ha presentado menos infecciones, menos pacientes hospitalizados con síntomas, menos pacientes en UCI y, por consiguiente, menos muertos por COVID-19. Por tanto, este año, más que nunca es crucial una buena campaña de vacunación antigripal en la que enfermería debe tener un papel determinante.
Y otro reto que se nos presenta aquí en Galicia, es la coordinación con los Servicios de Medicina Preventiva de las áreas sanitarias correspondiente, para la toma de muestra para PCR del personal de los centros, por parte del propio personal de enfermería del centro. Debemos colaborar entre todos puesto que la finalidad es el control periódico de los trabajadores, imprescindible en esta pandemia.
Lo hemos hecho, lo venimos haciendo y a buen seguro seguiremos dándolo todo para que nuestros mayores tengan su reconocimiento y unos cuidados dignos y de calidad a pesar de la situación extraordinaria que estamos viviendo como sociedad y en la que enfermería debe ocupar un lugar de liderazgo.