Un artículo de Eita Olaya Iglesias Perez,
Comisión Sociosanitaria del Colegio de Enfermería del Principado de Asturias (CODEPA)
Hace casi 12 años que me inicié en el mundo de la geriatría; casi por casualidad recibes la llamada para trabajar y acudes a un lugar, no voy a negarlo, completamente desconocido. Dentro del mundo de la Enfermería, el “eterno olvidado”, solamente mencionado por nuestros compañeros en algunas ocasiones y en muchas de ellas no para hablar bien, quiero pensar que se trata de desconocimiento de la labor que realizamos.
Somos profesionales de la Enfermería, SÍ, enfermeras y enfermeros igual que todos los demás, pero además somos familia para los que no la tienen o parte importante de la vida de los que sí, de todos ellos acompañantes en la vida, en la enfermedad y llegado el momento, la mano que siempre está cuando necesitan despedirse de la vida. Pacientes con nombres, apellidos y grandes historias de las que formamos parte.
Todo esto mucha gente lo sabe, así lo creo, y por eso me siento muy cómoda con el trabajo que realizo, pero hoy quiero hablar del tema actual, igual que en el mundo sanitario pero desde otro enfoque, el de los centros sociosanitaros del Principado de Asturias.
Mucho se ha hablado a lo largo de estos meses de las residencias, de los ancianos y de la enfermedad, y no nos vamos a engañar, en la mayoría de las ocasiones no fueron buenas palabras. Más allá de la falta de medios materiales y de personal de la que ya todo el mundo es conocedora y que por supuesto no se dio en todos los sitios por igual, yo quiero hablar de las enfermeras de la sociosanitaria asturiana, mis compañeras.
Soy consciente del tremendo potencial que hay entre ellas, gente muy preparada (no olvidemos que la enfermería geriátrica es una especialidad y que, aunque actualmente no es requisito para ocupar una plaza en los centros sociosanitarios, la gran mayoría de nosotras somos especialistas). Profesionales que se preocupan de seguir formándose porque en esta disciplina todo avanza. Enfermeras que comparten sus conocimientos, que durante este periodo han demostrado todo lo que saben y la gran resiliencia de la que siempre ha hecho gala nuestra profesión.
Comencemos por el principio, se declara una pandemia, cada vez hay más casos y más preocupación por el colectivo de grandes dependientes, enfermos pluripatológicos/crónicos y de edad avanzada, es decir, prácticamente todos nuestros residentes. De otras comunidades autónomas las noticias no son esperanzadoras, está mal controlado y son muchos los fallecidos, se escuchan comentarios negativos sobre las residencias en el resto de España.
En Asturias comienzan los casos y el periodo de adaptación a protocolos que surgen según se van viendo las necesidades, luchamos contra el enemigo invisible, como el resto claro está, pero con diferencias, no es un hospital, trabajamos en otras condiciones, al fin y al cabo es una casa, grande y con muchas personas, pero su casa, no un centro de salud ni un hospital y hay que procurar no perder ese equilibrio sociosanitario, recordemos que la salud no es sólo ausencia de enfermedad, lo que nos mantiene realmente vivos es ese “equilibrio bio-psico-social”.
Durante este tiempo, se ha visto más claro la necesidad/importancia de la coordinación sociosanitaria, se contrató más personal, la mayoría enfermeras que no habían trabajado nunca en Geriatría, y se trabajó codo con codo. En los centros más pequeños y en los que no se dieron casos positivos, todo siguió como antes de la pandemia, con más protocolos y más vigilancia pero con sin reforzar el personal, lo que significa más trabajo para estas enfermeras cada vez más cansadas. Esto deja una vez más al descubierto la gran necesidad de enfermeras que hay actualmente, más pronunciada en nuestro sector debida al desinterés por este ámbito.
En Asturias fue duro ver como avanzaba, como se declaraban casos en centros, como se perdían vidas, pero por suerte y buen hacer, el impacto no fue tan grande como en otras comunidades a pesar de que aquí las cifras del envejecimiento son muy altas.
Los residentes, al igual que el resto del mundo, se van a adaptando a la nueva situación, algunos incluso sin saber qué es lo que sucede, para ellos la vida sigue igual, aunque vean las caras tapadas con mascarillas, pronto lo asimilan y lo dejan estar. La parte más dura siempre es para la gente más independiente, gente que hacía vida fuera y dentro del centro y que ahora se ve rodeado de limitaciones, es a ellos a los que tenemos que pedir el mayor esfuerzo, para que se protejan ellos y el entorno en el que viven, ayudando a otros que no tienen el poder de decidir cuidarse, sólo la capacidad de que nosotros los cuidemos.
Todo esto demuestra la capacidad de trabajo y compromiso en todos los profesionales que ejercemos la geriatría; pero se necesita que se inviertan en nosotros, y nos reconozcan la gran labor que realizamos. A lo largo de la vida no todo el mundo enferma de gravedad, pero si hay una certeza, todos envejecemos, y queremos que nuestros mayores reciban los mejores cuidados posibles.
Durante este tiempo, se ha visto más claro la importancia de una buena coordinación sociosanitaria (no sólo en geriatría) y quizá ha llegado el momento de dar respuesta a una pregunta tan simple como compleja:
¿Qué es ser sociosanitario? Es ser socio-sanitario (mitad social, mitad sanidad juntos pero no revueltos) o es “sociosanitario” es un término en sí mismo, una fusión. Desde nuestro ámbito lo tenemos claro, yo lo tengo claro, si la salud es una sola palabra, un término que reúne las 3 esferas bio-psico-social, ¿para cuándo “lo sociosanitario”? Por supuesto, la coordinación es un avance pero no deberíamos pensar en ello como una meta si no como un paso del camino.
Este texto no es más que un especial agradecimiento, lo primero a mis compañeras, luchadoras incansables que han trabajado contra viento y marea incontables horas y que lo van a seguir haciendo, estoy muy orgullosa de trabajar con vosotras. Al resto del equipo que forman la atención sociosanitaria; auxiliares, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, trabajadores sociales, podólogos y muchos más, esenciales para el buen funcionamiento de estos centros.
Y por supuesto a nuestros residentes, que están haciendo un gran esfuerzo para adaptarse a la nueva situación, aunque a veces no comprendan lo que pasa, porque no pueden ver a sus familias o incluso porque no puedan disfrutar ni tan siquiera de una salida a la calle en condiciones normales, sois unos guerreros, nunca dejéis de luchar, nosotros estaremos para ayudaros, cuidaros o simplemente acompañaros.