Un artículo de Nacho Orbea,
Fisioterapeuta en IMQ Igurco Zorrozgoiti
Con el aumento de la esperanza de vida de la población, la incidencia de la demencia ha incrementado y, del mismo modo, la supervivencia hasta las fases más avanzadas de la misma se ha elevado notablemente. Para tratar el síndrome demencial y sus síntomas en el marco del trabajo interdisciplinar que se desarrolla en la actualidad, la fisioterapia juega un papel muy importante.
Siguiendo con la filosofía del envejecimiento activo, se trata de adaptar los objetivos y los ejercicios a las capacidades del paciente en cada momento, a medida que aparecen las diferentes manifestaciones de la enfermedad. Así, desde el punto de vista de la fisioterapia se trabaja bajo las siguientes premisas.
- Retrasar la aparición de los síntomas
Además de los cambios asociados a la edad que se producen en todas las personas mayores (pérdida de fuerza, disminución del equilibrio…), debido a las características fisiológicas de este tipo de patologías pueden aparecer otros síntomas en el aparato locomotor como es el aumento del tono muscular; éste es también conocido como tensión muscular residual y consiste en la contracción parcial, pasiva y continua de los músculos. Con el tratamiento de fisioterapia se trabaja para retrasar al máximo la aparición de este problema, siendo un pilar fundamental para poder cumplir las siguientes condiciones.
- Fomento de la autonomía
El trabajo de fisioterapia siempre debe tener un objetivo de fondo claro y es hacia el que se orienta la finalidad de todas las intervenciones, y no es otro que el fomento de la autonomía del paciente, siempre manteniendo una coherencia respecto a sus capacidades. A medida que la enfermedad avanza, la eficacia para realizar las actividades de la vida diaria se va reduciendo y es importante que se incentive al paciente para mantener su autonomía. Se debe actuar con paciencia y facilitando la realización de las actividades básicas, para fomentar su consecución independiente o guiada, y evitando que no sea el paciente quien las realice “por ayudarle”.
- Favorecer los ejercicios activos respecto al trabajo pasivo
Es aconsejable convencer al paciente para que participe de manera activa en la terapia, en detrimento de los intentos de trabajar sin colaboración por su parte. Es importante evitar que la terapia se base exclusivamente en ejercicios de movilidad pasiva; por el contrario, se incentiva la movilidad activa o, en su defecto, la actividad asistida. En las fases avanzadas de la demencia, la comprensión de lenguaje verbal suele verse afectada, por lo que se emplean órdenes sencillas e, incluso, se puede optar en ocasiones por un recurso eficaz, como puede ser el trabajo por imitación.
- Utilizar materiales variados y adecuados
Es fundamental que los materiales que se utilicen sean adecuados para la consecución de los objetivos anteriormente descritos. Asimismo, deben ser variados y estimulantes para mejorar en la medida de lo posible la adhesión de la persona mayor a la terapia. El uso de música, pelotas u otros objetos de uso cotidiano pueden ser de utilidad. En este sentido, también puede ser interesante conocer la historia de vida del paciente para diseñar ejercicios que puedan coincidir con sus gustos o preferencias y mejorar así la implicación de la persona afectada.
En definitiva, desde el punto de vista de la fisioterapia se tratará de diseñar un plan de tratamiento con unas acciones personalizadas y adaptadas a cada persona mayor en concreto, en busca de unos objetivos coherentes y acordes a sus circunstancias, sabiendo adaptarse a la situación del paciente en cada momento.
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La fisioterapia en personas mayores es muy importante para mantener su salud y tratar de frenar las demencias