Un artículo de Eva Martínez Agustín, Directora del Centro de Día Mancomunidad de Moncalvillo,
y Raquel Gutiérrez García, Terapeuta Ocupacional del mismo centro
El enfoque de nuestro trabajo en la Atención Centrada en la Persona nos impulsa a la búsqueda de actividades mucho más respetuosas con la historia de vida de las personas mayores. Por ello, es necesario que las actividades que les ofrezcamos sean significativas y que ofrezcan la oportunidad de conectar con una parte de su historia ocupacional que les es motivadora, pudiendo reconocer elementos familiares que han sido utilizado por ellos a lo largo de su trayectoria vital.
Además, la reciente pandemia nos ha llevado a valorar muy positivamente las actividades al aire libre y que tienen que ver con la naturaleza. Recordándonos el gran poder terapéutico de los espacios verdes y el gran abanico de posibilidades que poseen.
Estos dos factores nos están ayudando a impulsar aún más la horticultura y jardinería terapéuticas como excelentes terapias no farmacológicas para mejorar la calidad de vida de las personas mayores incorporándolos en las rutinas de nuestros centros. Pero hemos detectado una serie de hándicaps que dificultan el éxito y durabilidad de estos proyectos.
En ocasiones nos centramos en exceso en la hortoterapia dejando a un lado la jardinería, con la creencia de que la huerta ha sido una parte muy importante para las personas que han vivido en poblaciones rurales. Es un hecho, que para muchos de nuestros usuarios ha sido así y es un área interesante e importante a trabajar, pero debemos de tener muy presentes las necesidades e implicaciones en el tiempo y materiales que genera crear y mantener un huerto, y las que nos generan las actividades de jardinería, que suelen ser menos demandantes y con un componente reforzador a corto plazo.
Para poder valorar como adaptar estas tareas es fundamental hacer una valoración inicial sobre las capacidades físicas y cognitivas con las que cuentan nuestros usuarios, además de sus motivaciones, gustos e intereses personales. Por lo general, los hombres tienden a preferir los cultivos, plantas vinculadas a las producción y tareas relacionadas con el huerto y las mujeres el cultivo de flores, plantas de pequeño tamaño y aromáticas, que la mayoría en han tenido tiestos en casa y permite una mayor versatilidad de las actividades a ofrecer.
Un aspecto muy importante a tener en cuenta y que nos va a repercutir mucho en cómo debemos de plantear nuestro espacio de trabajo son las capacidades físicas de los usuarios, por lo general en este colectivo, la movilidad está muy reducida, así como el control motor, el esquema corporal, la coordinación motora (fina y gruesa)… por ello es necesario que el mobiliario se adapte a sus necesidades y no al contrario.
Un ejemplo de esto es el uso de la alternativa más popular en la mayoría de los centros que es el del cultivo en bancales altos. Es verdad que favorecen la accesibilidad y cumplen su función, pero a la vez son limitados, ya que su espacio está acotado y una vez que estén ocupados no pueden ser utilizadas para nada más.
Una opción mucho más versátil, con mayor capacidad de adaptación a cualquier usuario, por su posibilidad de movilidad de ajuste de alturas, formas, peso y volumen es el trabajo en macetas. Con ellas existe la posibilidad de trabajar encima de mesas de diferentes alturas o de colgarlas en la pared, trabajar en espacios exteriores o interiores, poder acercárselas más fácilmente a cualquier persona, favorece el trabajo individual…
Además, otro aspecto para tener en cuenta en la realización de este tipo de proyectos es hacer una buena planificación. Ya que si se realiza una mala planificación de las actividades que realmente podemos realizar con ellos, es probable realizar inversiones materiales erróneas, cultivos que no funcionan y actividades que frustran y no cumplen la función terapéutica que nos habiamos planteado.
Por ello es importante pensar y estructurar muy bien esta actividad, revisar nuestros espacios, fijar nuestras necesidades/realidades tanto económicas como de personal, establecer los objetivos terapéuticos que queremos conseguir con ella y conocer los diferentes perfiles con los que vamos a realizar las actividades.
Lo ideal es realizar una planificación anual, que incluya tanto plantas de crecimiento lento como de crecimiento rápido, algunas de pequeño tamaño y otras de grandes dimensiones, así como tareas de interior y de exterior para poder generar el mayor número de tareas diferentes.
Los objetivos que podemos trabajar desde este planteamiento pueden ser genéricos o individuales, desde mejorar el estado anímico con una actividad que les resulte agradable, favorecer la socialización y generar adhesión terapéutica, a mejoras psicomotrices a problemáticas concretas (mejorar coordinación óculo-manual, trabajo del equilibrio, estimulación sensorial: olfativa, gustativa, sonora, somática…, etc.).
Nuestra intención es generar el mayor de actividades posibles a través del hilo conductor de las plantas y la naturaleza. Abarcan desde la preparación de las plantas, cuidado, recolección y cocinado de sus frutos en los talleres de cocina, hasta su secado para la utilización de crear jabones, cremas, sacos de olor, para la expresión artística en los talleres de arteterapia, ornamentación del centro: creación de hoteles de bichos, espantapájaros, árboles de ganchillo…
Es decir, haremos que el jardín sea una parte importante de la rutina diaria con nuestros usuarios, dejándonos llevar hacia todas las actividades que pueden ofrecernos el cultivo de diferentes tipos de plantas y no solo centrándonos en la hortoterapia. Propiciando un ambiente que fomente la reminiscencia de conocimientos ya adquiridos y el aprendizaje de los nuevos, generando espacios donde compartir, crear vínculos sociales y disfrutar del entorno natural que nos rodea.
Sobre las autoras
Eva Martínez Agustín. Licenciada en Psicología por la Universidad Pontifica de Salamanca. Master Gerontología Clínica por la Universidad Autónoma de Barcelona. Directora del Centro de Día Mancomunidad de Moncalvillo. Miembro de la Asociación Española de Horticultura y Jardinería Social y Terapéutica
Raquel Gutiérrez García. Graduada en Terapia Ocupacional por la Universidad de Zaragoza. Terapeuta Ocupacional del Centro de Día Mancomunidad de Moncalvillo. Miembro de la Asociación Española de Horticultura y Jardinería Social y Terapéutica.