Un artículo de Fundación Edad&Vida
La actual longevidad y el aumento de la esperanza de vida de los humanos se ha cimentado en una mejora de los sistemas sanitarios y de los hábitos de vida que han conseguido retrasar la aparición de los problemas graves de salud y cronificar ciertas enfermedades que, hace tan solo unas décadas, eran mortales. No obstante, como sabemos, no todos los años ganados se disfrutarán con una buena calidad de vida ya que la esperanza de vida en años con salud es inferior a la real.
Así, es probable que los últimos años de vida de una persona se caractericen por un aumento de las limitaciones funcionales, dificultades para ejercer su autonomía y por la necesidad de apoyos y cuidados profesionales especializados para poder desarrollar su proyecto de vida como hasta ese momento.
Con el objetivo de tratar de aumentar los años de vida en salud y evitar la discapacidad y dependencia o, al menos, retrasarlas el máximo posible, se ha impulsado la promoción del envejecimiento saludable. La Organización Mundial de la Salud define el envejecimiento saludable como el “proceso de desarrollo y mantenimiento de la capacidad funcional”, esto es promover la autonomía e independencia de las personas durante su proceso de envejecimiento.
En este sentido, se deben plantear acciones tanto preventivas para no perder las capacidades conservadas en la persona como de intervención directa en caso de necesitar detener el deterioro o compensar las pérdidas existentes. De esta forma, resulta especialmente relevante la intervención directa en aquellos factores que son fácilmente modificables, tales como los hábitos de vida saludable.
Como resultado del enfoque anterior, se han desarrollado múltiples programas específicos con intervenciones multidisciplinares sobre diferentes aspectos que ayuden a envejecer de manera saludable. Así, hay programas dirigidos al autocuidado, al fomento del ejercicio físico, de una nutrición adecuada, la formación continua o aprendizaje a lo largo de toda la vida, actividades que promuevan el desarrollo de relaciones interpersonales, etc.
Es preciso señalar que todos estos programas y recomendaciones se dirigen tanto a las personas de 65 y más años, como a aquellas a partir de los 50 años, basándose en la idea de que es preferible implicarse en acciones preventivas que en aquellas en las que sea necesario compensar limitaciones ya establecidas.
Más en detalle, existe un amplio consenso entre los profesionales en las siguientes recomendaciones para fomentar el envejecimiento saludable:
- Ejercicio físico multicomponente. Realizar actividad física de intensidad baja a moderada en sesiones de 30-45 minutos, 3 veces a la semana con la inclusión de ejercicios de resistencia aeróbica, flexibilidad, equilibrio y fuerza muscular.
- Alimentación y nutrición saludable basada en la dieta mediterránea (Ver gráfico, tomado de la “Guía para la alimentación y nutrición de las personas mayores. Edición 2016” de Fundación Edad&Vida.
- Participación social y relaciones sociales. Se insta a las personas a establecer y/o mantener sus lazos sociales. Así, por ejemplo, se recomienda la utilización de los recursos comunitarios (centros de mayores, centros culturales, centros deportivos, etc.) para la realización de las actividades (por ejemplo, programas de ejercicio físico adaptado) para favorecer el desarrollo de relaciones sociales y favorecer la adherencia a los mismos.
- Vigilancia de determinados indicadores de salud como, por ejemplo, salud bucodental, capacidades sensitivas (visión y audición), número y tipo de medicamentos que se toman, presencia de dolor, pérdida de peso no intencionado, variables emocionales (síntomas depresivos o ansiosos) etc.
Con el objetivo de desarrollar acciones dirigidas a mejorar la calidad de vida de las personas, y en este caso particular, de promover un buen estado de su salud, la Fundación Edad&Vida ha desarrollado un conjunto de pruebas centradas en los aspectos principales relacionados con la alimentación, estado nutricional y hábitos de vida. Estas pruebas han sido elaboradas por un grupo de expertos (médicos, nutricionistas, especializados en personas mayores) que forman parte de la Comisión de Alimentación y Nutrición de la Fundación Edad&Vida.
Cada una de ellas se presenta con una interfaz accesible y sencilla. Permiten autoevaluar diferentes aspectos que inciden en la calidad de vida de las personas mayores:
- alimentación
- hidratación
- hábitos de vida
- estado nutricional
- peso
- apetito
- deglución
- estado de la boca
- autonomía
Al final de cada prueba el usuario obtiene el resultado de forma confidencial, acompañado de recomendaciones específicas vinculadas a la “Guía para la alimentación y nutrición de las personas mayores. Edición 2016” de Fundación Edad&Vida.
Confiamos en que, entre todos, con acciones y esfuerzos compartido entre instituciones públicas, agentes privados y la propia sociedad, encabezada por las personas mayores, podamos aumentar nuestras oportunidades no solo de vivir más años, sino de vivirlos mejor con mayor bienestar y calidad de vida.