Un artículo de la Dra. Mercedes Ayuso,
catedrática del Departamento de Econometría, Estadística y Economía de la Universidad de Barcelona
y co-creadora del “Estudio FontActiv: El papel de la nutrición en el envejecimiento activo de la población”
El número de personas mayores, tanto en España como en el mundo, va en aumento año tras año. Se calcula que en el año 2050 las personas mayores de 65 años estarán por encima del 30% de la población, con casi 15 millones, de los cuales una tercera parte superarán los 80 años, según datos del Instituto Nacional de Estadística.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró el periodo comprendido entre 2020-2030 como la Década del Envejecimiento Saludable, con el objetivo de impulsar acciones para mejorar la vida de las personas mayores, sus familias y las comunidades en las que viven mediante la promoción del concepto healthy ageing en la sociedad.
El envejecimiento activo y saludable consiste en desarrollar y mantener a edades avanzadas la capacidad funcional que haga posible el bienestar, y que estará condicionado por las capacidades físicas y mentales de la persona, el entorno en el que vive, las relaciones que establece, y cómo se relacionan todos estos factores para hacer posible un envejecimiento activo y saludable.
Y, como cabía esperar, la alimentación es uno de los factores clave para lograr un envejecimiento activo. Según los resultados obtenidos en el Estudio FontActiv, elaborado por Laboratorios Ordesa y el Riskcenter Research de la Universitat de Barcelona (UB), el 13% de los mayores de 65 años no disfrutan comiendo y un 17% no tiene el apetito regulado, es decir, no comen a las horas estimadas para hacerlo.
Esta situación se puede dar por las diversas limitaciones que algunas personas experimentan con la edad y que les plantean dificultades a la hora de hacer la compra, principalmente por problemas de movilidad o accesibilidad de la vivienda, o para preparar la comida.
Mayoritariamente, la alimentación de los adultos mayores es bastante sana y equilibrada. El uso del aceite de oliva está muy extendido (un 96%) y preferiblemente optan por el consumo de los alimentos frescos. La mayoría consumen legumbres como mínimo una vez a la semana y más de dos piezas de fruta al día, y solamente un 3% declara que no come ni verduras, ni hortalizas. No es habitual el consumo de carne roja, salchichas, hamburguesas o embutidos, y suelen optar más por el consumo de carne de pollo, pavo o conejo. Además, toman pescado de forma frecuente.
El estudio dedica un apartado final a realizar una serie de consejos que puedan ayudar a la población a conseguir un envejecimiento activo y saludable:
Decálogo de recomendaciones para un envejecimiento activo
- Vivir y sentir que uno forma parte de una comunidad debería ser uno de nuestros primeros objetivos para contrarrestar esta sensación de soledad. Hay que fomentar las relaciones interpersonales con el entorno más cercano, sin limitarnos únicamente al núcleo familiar, como, por ejemplo, con los vecinos.
- Hacer frente a los factores que pueden provocar riesgo de desnutrición, como son un ejemplo los problemas para comprar y cocinar los alimentos, ya sea por limitaciones de movilidad, sensoriales o de adaptación de la vivienda.
- Implementar, junto con las pautas de medicación, recomendaciones nutricionales y adaptaciones de la dieta, específicas en función de la patología y el tratamiento prescrito al paciente. Ya que esta polimedicación puede provocar desnutrición.
- Establecer hábitos preventivos como factor de protección, mantenimiento y promoción de la salud, el bienestar y la calidad de vida de las personas mayores. Como, por ejemplo, una alimentación saludable y ejercicio físico adecuado, puesto que contribuyen positivamente en el estado nutricional, físico y mental.
- Promover todas aquellas actividades que fomenten el mantenimiento de la musculatura y ayuden a reducir la fragilidad, como son los ejercicios de tonicidad, resistencia y fuerza, por el hecho que se han demostrado mejorías en la capacidad funcional gracias a estos ejercicios.
- Mayor sensibilidad y conocimiento en torno a la importancia de la hidratación tanto con la persona mayor como con las personas de su entorno. Se debe activar la promoción y educación para la salud de esta materia, llevando a cabo, por ejemplo, actividades de prevención primaria en las personas con factores de riesgo.
- Una alimentación completa y equilibrada juega un papel clave para lograr un envejecimiento activo y saludable. Fomentar programas educacionales y actividades de prevención para evitar la aparición del riesgo de sufrir desequilibrios o carencias nutricionales, como obesidad sarcopénica o desnutrición.
- Avanzar en el diseño de métricas que ayuden a determinar qué circunstancias o situaciones afectan más al hecho de que el mayor se sienta solo, para así poder diseñar políticas efectivas que corrijan dicha situación.
- El cuidado en términos de nutrición y bienestar entre los propios mayores, como el envejecimiento de las parejas o los cuidados entre pares, se prevé que vaya cogiendo mayor protagonismo, ante el menor número de hijos. Para fomentar esta autonomía, se requiere avanzar en el lanzamiento de mensajes de salud pública que lo faciliten.
- El colectivo de mujeres mayores de 75 años es el grupo poblacional donde el riesgo de padecer limitaciones para seguir pautas de alimentación adecuada, actividad física y hábitos relacionales deseados es más elevado.