Un artículo de Sara González,
jefe médico de Grupo Amavir
Introducción
En la actualidad, el envejecimiento de la población supone una realidad demográfica que implica una mayor incidencia de patologías crónicas, como la demencia y su predecesor clínico, el deterioro cognitivo leve. En España, una de cada diez personas con más de 65 años puede presentar esta alteración.
En este sentido, es fundamental reconocer qué es el deterioro cognitivo para frenar su progresión de forma gradual, para tratar de paliar sus efectos y evitar su avance en la población; cuáles son los posibles síntomas y qué apoyos son necesarios para tratar a los pacientes con esta patología.
1.- Qué es el deterioro cognitivo
El deterioro cognitivo es un síndrome generalmente vinculado a la edad, por eso geriátrico, que se manifiesta con fallos y alteraciones en las funciones cognitivas. Es decir, pueden afectar a la memoria, pensamiento, lenguaje, cálculo, juicio…
Esta alteración puede derivarse tanto de la propia evolución de la longevidad como de otros factores como la carga genética, factores de riesgo cardiovasculare y mal control de normas higiénico-dietéticas. Los elementos psicológicos, el estado de ánimo del paciente y las situaciones de estrés también impactan en el desarrollo de esta enfermedad.
2.- Tipos
Para dar una respuesta al deterioro cognitivo y prevenir que se agrave es de vital importancia atender la aparición de los síntomas. En primer lugar, se debe detectar qué nivel de deterioro cognitivo presenta el mayor para proporcionarle los cuidados adecuados a sus necesidades. Los tipos de deterioro cognitivo atendiendo a sus síntomas son:
- El deterioro cognitivo leve (DCL)
Repercute en el envejecimiento de las células cerebrales de las personas de la tercera edad, por lo que impacta en sus funciones mentales. Afecta, sobre todo, a la actividad de la memoria inmediata, el lenguaje o el pensamiento.
Aunque es una etapa temprana de la enfermedad, puede suceder que los familiares o amigos empiecen a percibir cambios en el mayor en relación con acciones de su vida cotidiana. No obstante, no suelen repercutir en su actividad ordinaria, que continuará sin grandes sobresaltos.
La existencia de un DCL puede llevar aparejadas otras afecciones en las personas mayores. Así, puede vincularse con episodios de depresión, ansiedad o apatía, y puede implicar un riesgo elevado de desarrollar demencia. - La demencia
Una vez que las alteraciones neuronales empiezan a tener una repercusión directa en la actividad del mayor y su situación funcional, se empieza a hablar de demencia. La demencia contempla diferentes grados, acorde a los síntomas que presenten las personas de la tercera edad:
– leve, nivel en el que la persona presenta dificultades frecuentes al recordar, alteraciones en la conducta y desorientación
– moderado, a los anteriores síntomas se añaden otros como dificultades en el cálculo y la comprensión
– grave, en el que la capacidad de comunicación y comprensión disminuye drásticamente, la pérdida de memoria se hace más patente, y el paciente puede volverse irascible y agresivo.
3.- La importancia de la detección precoz y de la unidades especializadas
En los estudios de casos de deterioro cognitivo y demencia resulta de vital importancia examinar y determinar los instrumentos de cribado cognitivo que nos permitan detectar el deterioro cognitivo en sus fases más tempranas, para que la actuación de los profesionales sea inmediata.
También resulta imprescindible que el usuario tenga la oportunidad de ser evaluado por un equipo especializado, en una consulta monográfica o una Unidad específica. De este modo, la evaluación neuropsicológica supone una herramienta fundamental para la detección temprana y el diagnóstico diferencial de esta patología.
No obstante, numerosos estudios han puesto de manifiesto la heterogeneidad y la desigualdad entre comunidades autónomas y áreas sanitarias respecto a esas consultas monográficas y equipos dedicados al diagnóstico y manejo terapeútico del deterioro cognitivo.
4.- Tratamiento
Son muchos los trabajos de investigación abiertos en la búsqueda de tratamientos para el deterioro cognitivo en general y para el Alzheimer en particular, pero pocos los que llegan a demostrar beneficios, pero hace poco hemos tenido noticia de uno de ellos que ralentiza el avance del Alzheimer (un 27%), pero como ocurre con otras terápias, es más efectivo cuanto antes se diagnostique, de ahí la importancia del diagnóstico precoz.
En la actualidad se dispone de medidas terapéuticas farmacológicas y sobre todo, no farmacológicas que pueden mejorar la memoria en personas con DCL.
Las técnicas de envejecimiento activo puestas en marcha en residencias de mayores suponen un gran aliado en el tratamiento del deterior cognitivo. Así, ejercicios de memoria y atención, prácticas dinámicas en los que interaccionar con el pensamiento y el lenguaje y actividades físicas, ayudan a reducir la ansiedad de los pacientes y mejorar sus patrones de comportamiento y comunicación.
Además, realizar ejercicio programado durante varias sesiones a lo largo de la semana, de 3 a 5 días aproximadamente, de intensidad moderada, mejora la función cognitiva global. Los efectos positivos de estas intervenciones se potencian si se asocian con aspectos cognitivo-conductuales, como por ejemplo realizar deporte con familia, amigos u otros sujetos, con los que interactuar y establecer vínculos sociales.
También son destacables los beneficios de un patrón dietético con un alto contenido en verduras y frutas, pescado, aceite de oliva y nueces, esto es, una alimentación rica en antioxidantes como la dieta mediterránea.
Por tanto, diseñar políticas de detección y diagnóstico temprano, garantizar una formación actualizada de los profesionales sanitarios, con herramientas de diagnóstico individualizadas para cada caso, y fomentar rutinas de alimentación saludable y de ejercicio se ha convertido en una acción prioritaria para proporcionar una atención sanitaria y social coordinada y de calidad.
Para ello, en Amavir realizamos desde el ingreso una VGI en donde se incluye la valoración neuropsicológica para determinar el deterioro cognitivo, su grado y su posible evolución. Desde ahí y vinculado con la valoración del resto de las esferas diseñamos un plan de cuidados y de actividades dirigidas a ralentizar la progresión.
Esto conlleva también a asignar al usuario a una unidad de convivencia donde sea más fácil la consecución de dichas actividades, facilitando la interacción social con personas que están en un nivel similar de deterioro.