Un artículo de Osvaldo J. Hernández Soto,
Catedrático del Departamento de Ciencias Sociales, Educación y Humanidades, Recinto de San Germán, Universidad Interamericana de Puerto Rico
Nunca está más entonado el ánimo del hombre que cuando ha encontrado aquello que lo inspira a vivir, sentir, actuar, en fin, a ser…
Anónimo
Un objetivo importante en la vida de todo ser humano debe ser mejorar, mantener la salud y prevenir enfermedades a lo largo de la vida. Albert Einstein afirmó “si quieres vivir una vida feliz, átala a una meta, no a una persona u objeto”. Este asunto está relacionado a la conducta y requiere de motivación interna y/o externa. La motivación equivale al motor que guía y direcciona al ser humano e incide en alcanzar sus necesidades (fisiológicas, de seguridad, sociales, de estima y autorrealización).
La motivación puede ser descrita como la voluntad o deseo de la persona para realizar algo, atender una necesidad, conseguir un resultado. Puede favorecer el autocuidado y la salud del adulto de mayor edad; mientras que lo contrario (poca motivación) puede desfavorecer acciones vinculadas con la salud y la calidad de vida. Se conoce que la conducta de una persona está motivada para satisfacer sus necesidades; es motivada por múltiples necesidades (Neher, 1991).
Por lo tanto, en función de las diferentes necesidades humanas y las posibles formas de atenderlas, quién suscribe, entiende que participar e interaccionar en actividades (conversaciones sociales, grupos comunitarios, organizaciones de servicio, equipos recreativos, talleres o cursos de formación educativa, etc.), facilita las relaciones interpersonales. Puede favorecer el sentido de pertenencia, afecto, logros, la competencia, la independencia, el desarrollo de la autoestima, el autoconcepto y la autoconfianza del adulto de mayor edad independientemente de los cambios experimentados. En este sentido, la participación activa de los mayores puede potenciar el establecimiento de metas y propósitos que beneficien su salud de manera multidimensional (social, emocional, física y mental, etc.).
Tener propósitos en la vida y participar de actividades físicas y mentales, permite ocupar espacios de tiempo que muchas veces están ocupados por la soledad y la quietud. El propósito en la vida es un dominio del bienestar que representa el sentido de orientación de la persona. Implica el significado de la vida de la persona tanto en el presente como en el pasado.
De acuerdo con Ryff (2014), las creencias de las personas le brindan orientación a la vida. Las personas con más propósitos en la vida (motivos), poseen una mayor sensación de crecimiento personal y mejores relaciones interpersonales (Vázquez et al., 2009). Se ha observado que esta dimensión disminuye con la edad (Ryff, 2014); por lo tanto, corresponde ser promovida y estimulada.
Algunas de las respuestas expuestas por adultos de mayor edad en Puerto Rico sobre una entrevista relacionada a mejorar y mantener la salud física y mental: “para seguir siendo útil”, “porqué quiero bajar de peso y mejorar mi salud”, “ayuda a rebajar, sudas, uno se mantiene bien y si tienes algo se te va, eso ayuda”, las respuestas son ejemplos de sus propósitos vitales.
Otras respuestas que denotan el sentido de compromiso y servicio que poseen algunos adultos de mayor edad fueron: “me mantiene activa a la misma vez que ayudo al templo”, “tengo que alimentar a mis nietos”, “porque tengo perritos, pajaritos y tengo que limpiar”, «tratar de mantenerme activa me hace sentir bien, aunque me duela, siento que estoy haciendo algo bien» los comentarios antes citados evidencian el propósito de servir y su deseo de mantenerse activo.
Por otra lado, algunos factores asociados a una pobre motivación en adulto de mayor edad son:
- La presencia de enfermedades y/o condiciones que pueden conllevar a limitaciones funcionales (fracturas, polifarmacia, dependencia); dejadez, aislamiento (depresión, ansiedad)
- Disminución de contactos sociales (perdidas, actividades participativas) y entre otras
- Desconocimiento de proyectos alternativos e iniciativas para adultos de mayor edad, acceso a las actividades
Este asunto promueve la desintegración social, la desvinculación, el aislamiento y el sentido de soledad de los mayores. Para atender el problema de la baja motivación, se presentan algunas alternativas.
Recomendaciones para promover la motivación hacia propósitos físico mentales mediante la participación del adulto de mayor edad.
- Promover actividades con fases de desarrollo secuencial, que posean continuidad, que sean medibles (observar el avance). Ejemplo: montar rompecabezas, preparar un huerto, elaborar adornos (tema x) para ensamblarlo, etc. Este tipo de actividades pueden trabajarse individual y en colectivo. Al ser una tarea que implica continuidad se pueden observar el desarrollo paulatino y vivenciar el sentido de participar, pertenecer, unidad, hacer, lograr, compartir.
- Utilizar tareas que fomenten la competencia personal o colectiva. Ejemplo: completar juegos de mesa, ejercicios en hojas (crucigramas), cantar (karaoke), caminatas, etc. Cuando las actividades en referencia se trabajan en grupos, estos deben ser balanceados (habilidades y destrezas). Se pueden establecer criterios para hacer los grupos y/o categorías para participar). Debe procurarse que las tareas estén dentro de las posibilidades de los participantes (ser realizables). La idea es que se mantenga la motivación hasta su fin, (no que promuevan la frustración). Participar en actividades similares motiva el sentido de competir, lograr, utilidad, vitalidad, participar, pertenecer.
- Participar en eventos que requieran faciliten el liderato organizativo. Ejemplo: Actividades en grupos comunitarios que organicen juegos recreacionales con temas particulares: navidad, verano, amistad, comidas típicas; o eventos en los clubes cívicos, sociales. Estos eventos permiten la creación de planes de trabajo con agendas de desarrollo que implican la participación colectiva de los mayores (maestro de ceremonia, semblanza, invocación, clausura, etc.). Este tipo de experiencia permite el sentido de pertenecer, participar en un equipo, logros, autoconfianza, autoconcepto.
- Poseer y/o cuidar mascotas. Las mascotas pueden servir de compañía y brindar seguridad, afecto. Pueden promover el sentido de servicio y utilidad. Se dice que, para muchas personas, las mascotas pueden ser el motivo para levantarse a diario y organizar la rutina correspondiente. Para muchos adultos de mayor edad, la mascota es forma de evitar la depresión (Zarebski, 2008).
- Destacar el autocuidado como un asunto de responsabilidad individual; este requiere compromiso y conciencia corporal. La educación en salud y el dominio de medidas para prevenir enfermedades puede fomentar la responsabilidad hacia el propio cuidado. Se reconoce que el autocuidado permite envejecer con salud y mantener el bienestar de la persona a lo largo de su vida. La atención de la salud motiva el sentido de autonomía, el autoconcepto y la autoconfianza.
Al momento se ha pretendido describir la importancia de la participación individual o colectiva en actividades con propósitos; también la manera en que se puede facilitar la motivación del adulto de mayor edad. Participar ayuda a superar estados depresivos, de abatimiento, a su vez permite aprender nuevas formas de comportamientos para la salud (Zarebski, 2008) y prevenciones de afecciones físicas y mentales.
Es importante diseminar esta información, reconociendo que muchos mayores no están en centros de atención (viven solos). De igual, no todos los centros de atención, aún con personal capacitado, brindan atención individualizada; se prefiere la atención en masa sin considerar las necesidades particulares de los adultos de mayor edad.
“Nadie crece Viejo simplemente viviendo un número de años. Envejecemos abandonando nuestros ideales. Los años pueden arrugar la piel, pero renunciar al entusiasmo arruga el alma”
Samuel Ullman
Bibliografía:
Neher, A. (1991). Maslow’s Theory of Motivation: A Critique. Journal of Humanistic Psychology, 31(3), 89-112.
Ryff, C. (2014). Psychological Well-Being Revisited: Advances in Science and Practice of Eudaimonia. Psychother Psychosom, 83(1),10-28.
Vázquez, C., Hervás, G., Rahona, J. y Gómez D. (2009). Bienestar psicológico y salud: Aportaciones desde la Psicología Positiva. Anuario de Psicología Clínica y de la Salud, 5, 15-28.
Zarebski, G. (2008). Padre de mis hijos, ¿padre de mis padres? (1era Ed). Buenos Aires. PAIDOS.
Sobre el autor
Osvaldo J. Hernández Soto es Catedrático del Departamento de Ciencias Sociales, Educación y Humanidades, Recinto de San Germán. Posee: Doctorado en Investigación Gerontológica de la Universidad Maimónides, Buenos Aires, Argentina (2019), Maestría en Gerontología Social de la Universidad de Barcelona, España (2016), Maestría en Salud Pública de la Escuela de Medicina Recinto de Ciencias Médicas en Puerto Rico (2003) y Doctorado en Educación de la Universidad Interamericana de Puerto Rico, Recinto Metro (2002).
Mantiene un Proyecto Comunitario en el Centro Esperanza para la Vejez de San Germán (1998-Presente). Es miembro activo de Federación de Medicina Deportiva de Puerto Rico.
Su línea de investigación es la Actividad física/Ejercicio/Salud/Tiempo sentado/Bienestar psicológico en adultos de mayor edad. Posee varias publicaciones en revistas profesionales sobre su línea de investigación.
osvaldo_hernandez@nullintersg.edu / ojhsui@nullgmail.com