Un artículo de Nuria Alcolea Ruiz,
enfermera en el Centro de Salud Sector III de Getafe – Colegio Oficial de Enfermería de Madrid
Unos de los síndromes geriátricos más conocidos son las caídas y la inestabilidad. Tradicionalmente, se ha creído que el miedo a caer (MC) era un “síndrome post-caída”. Sin embargo, existen estudios que han evidenciado que aunque la preocupación por caer es más frecuente en personas que se han caído, puede darse en personas que nunca se han caído. Por lo tanto, debe considerarse un factor de riesgo independiente en el desarrollo de la discapacidad en personas mayores.
El miedo a caer se define como “una preocupación duradera por las caídas que lleva a un individuo a evitar actividades que aún es capaz de realizar”. Este problema provoca un deterioro de la capacidad funcional en personas mayores. Incluso, incrementa el riesgo de fragilidad, dependencia y muerte, afectando de un modo integral (física, social y psicológicamente) a las personas con más preocupación por caer.
El miedo a caer es común entre las personas mayores que viven en la comunidad, y su prevalencia en el mundo oscila entre el 26,9% y el 49,4%. En personas institucionalizadas el miedo a caer es mayor, llegando incluso al 60%-80% de las personas que viven en residencias.
Los factores de riesgo del miedo a caer son múltiples, algunos de los más destacados son: edad avanzada, ser mujer, vivir solo, sufrir depresión o ansiedad, caídas previas (con especial atención a aquellas que produjeron lesiones, fracturas y/o hospitalización), trastornos de la marcha y el equilibrio, dolor crónico, tratamientos farmacológicos (ansiolíticos y antidepresivos), hipoacusia y baja visión.
La evidencia sobre el abordaje del miedo a caer, indica que existen intervenciones efectivas que reducen el miedo a caer y mejoran la restricción de actividades que conduce a la discapacidad. Las intervenciones que han demostrado mayores efectos se basan en programas de terapia cognitiva conductual (mejora del afrontamiento y manejo de la ansiedad) y ejercicio multicomponente (entrenamiento del equilibrio, velocidad de la marcha y la fuerza en miembros inferiores). Otras intervenciones que se han demostrado efectivas son la práctica de Tai-chi, la suplementación con vitamina D, la terapia vibratoria corporal y la relajación guiada.
Además, la evidencia sobre la reducción de incidencia de caídas en personas mayores que viven en la comunidad señala como intervenciones más efectivas los programas educativos de prevención de caídas y programas de ejercicio multicomponente. Asi mismo, se han publicado estudios sobre el uso de la realidad virtual para reducir el riesgo de caídas y las caídas en personas mayores.
Estas intervenciones pueden llevarse a cabo en los centros sociosanitarios, donde se dispone de profesionales cualificados y espacios apropiados para implementar estas intervenciones. Se debe asegurar, en cualquier caso, que estas intervenciones siempre se lleven a cabo en entornos seguros y supervisadas por profesionales instruidos.
Uno de las principales dificultades del abordaje del miedo a caer y la prevención de caídas, es la adherencia de las personas que lo padecen a la hora de realizar los programas de ejercicio multicomponente. Es por esto que los profesionales sociosanitarios tienen un papel importante en la aplicación de estas intervenciones, puesto que la cercanía de los recursos y la relación de confianza entre residentes y profesionales facilita la adherencia a las mismas.
Existen muchos instrumentos para medir la preocupación por caerse. El método más utilizado es el cuestionario Falls Efficacy Scale-International (FES-I). Es una escala basada en la teoría de Bandura de la autoeficacia que mide el nivel de confianza demostrado por el paciente para realizar actividades básicas de la vida diaria (ABVD), incluyendo actividades que se realizan fuera del hogar. Kempen et al., desarrollaron una versión reducida, la Short FES-I, con 7 preguntas y un rango de puntuación entre 7 y 28, que comparada con la versión larga demostró una consistencia interna bastante fiable (α-Cronbach=0,92).
Los profesionales sanitarios y sociosanitarios deben asumir un papel fundamental en el desarrollo de estrategias de cribado (detección precoz) de este problema de salud en las personas más mayores de salud realizando la valoración sistemática del miedo a caer en personas mayores mediante el uso normalizado de la escala Short FES-I e implementando intervenciones estructuradas en las personas con miedo a caer que disminuyan su preocupación y el riesgo de discapacidad, como programas de actividad física multicomponente o terapia cognitiva conductual.