Un artículo de Natasha Ramani Gonçalves,
estudiante en prácticas del Máster en Psicología General Sanitaria en la Universidad Rey Juan Carlos.
Supervisado por Carlota Sáenz de Urturi Gómez-Centurión. Directora y neuropsicóloga de Cognitiva Chamberí.

En la población mayor se pueden observar diferentes alteraciones que ponen en riesgo su salud. Dentro de las complicaciones complejas y frecuentes en las personas mayores, nos centraremos en el delirium, una patología que muchas veces se pasa por alto, ya que entra dentro de un cuadro clínico con sintomatología compartida con otras enfermedades. El objetivo del siguiente artículo es poder identificar esta alteración y sus principales diferencias con otras enfermedades, como una demencia o un trastorno psicótico.

El delirium es una alteración aguda en la cognición y la atención que, de manera general, se desarrolla en un corto período de tiempo y afecta comúnmente a personas mayores de 65 años (Blanco, 2020).

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El delirium es una alteración aguda que se desarrolla en un corto período de tiempo y afecta a personas mayores de 65 años

Los criterios diagnósticos recogidos por el DSM-5 (2014) incluyen: en primer lugar, una alteración de la atención y conciencia, que aparece en poco tiempo (horas o días) y que tiende a fluctuar en cuanto a su gravedad a lo largo del día. Y en segundo lugar, una alteración en otra función cognitiva, por ejemplo, la memoria, la orientación, el lenguaje, etc.

Es importante señalar que dichas alteraciones no pueden explicarse mejor por otra alteración neurocognitiva, como por ejemplo, una demencia. Además, los resultados de las pruebas clínicas tienen que indicar que las alteraciones son consecuencia fisiológica de otra afección médica, el consumo de sustancias o la abstinencia de las mismas.

Por tanto, se tiene que especificar si el delirium es producto de intoxicación por sustancias, abstinencia de sustancia, inducido por medicamento o debido a etiologías múltiples. Además, se tiene que especificar si es agudo o persistente, entendiendo por agudo aquel que dura horas o días, y el persistente aquel que dura semanas o meses.

Atendiendo al nivel de activación y alerta, esta alteración se puede clasificar en tres tipos: hiperactivo, hipoactivo y mixto (DSM-5, 2014).

  • Hiperactivo: la persona afectada presenta una actividad psicomotora aumentada, que puede verse acompañada de humor lábil, agitación o rechazo a cooperar con la ayuda que le prestan.
  • Hipoactivo: la persona presenta una actividad psicomotora reducida.
  • Mixto: el nivel de actividad es mixto, es decir, presenta un nivel normal de actividad psicomotora, aunque la atención y percepción estén alteradas. También se puede incluir en este grupo, a las personas que presentan fluctuaciones en su nivel de actividad.

Los síntomas iniciales incluyen: desorientación espacial y temporal, aumento o disminución de la actividad psicomotriz y alteración del sueño. En muchos casos se suele presentar durante la noche y/o en lugares poco estimulantes o desconocidos para el paciente (Blanco, 2020).  Existe un infradiagnóstico del delirium, ya que se necesita hacer un buen diagnóstico diferencial, debido a que a menudo se asocian a cuadros psicóticos o demencias.

Para diferenciar el delirium de una demencia, se puede atender a diversas características (Alonso, 2012).

  • Inicio súbito, frente a insidioso en demencias.
  • Curso fluctuante, frente a estable.
  • Conciencia disminuida, frente a conciencia normal.
  • Alucinaciones visuales y comunes, mientras que en demencias se puede dar pero es más infrecuente.
  • Actividad psicomotora variable, incrementada o reducida, frente a actividad psicomotora normal.
  • Pensamiento desorganizado frente a pensamiento empobrecido.
  • Movimientos involuntarios (temblores, asterixis), mientras que en demencias suelen estar ausentes.

Por otro lado, para distinguir entre delirium frente a un trastorno psicótico, en este último las ideas delirantes suelen ser más constantes y organizadas. Además, las alucinaciones en los trastornos psicóticos suelen ser auditivas, mientras que en el delirium predominan las del tipo visual. Por último, es importante señalar que, en los trastornos psicóticos no predominan la desorientación o los cambios a nivel de conciencia.

En cuanto a su evolución y pronóstico, como ya se comentaba, si se detecta la causa, se puede quedar en un estado transitorio que de 3 a 7 días de duración. Sin embargo, se estima que la mortalidad de los pacientes hospitalizados por delirium se encuentra entre un 10 y un 26%, una cifra que puede aumentar hasta un 22-76% en los pacientes que desarrollan la alteración durante la hospitalización.

Por último, el tratamiento farmacológico está indicado para los casos más graves, mientras que se recomienda un tratamiento no farmacológico para todos los individuos. Para ello, es fundamental enfocarse en la prevención; la identificación, el tratamiento de las causas subyacentes; y los cuidados posteriores, que incluyen nutrición, hidratación, facilitar la orientación y la iluminación, entre muchos otros (Alonso, 2012).

El papel del psicólogo en este tipo de alteración resulta de especial relevancia, empezando por la psicoeducación a las familias y a los pacientes; orientar a las personas en el espacio, tiempo y persona; favorecer la prevención de conductas de riesgo psicosocial; proporcionando herramientas de manejo de estrés y distrés, etc (Contreras, 2014).

Los factores de riesgo son la edad y otros factores que a su vez, también están relacionados con el envejecimiento, como múltiples patologías médicas, consumo de diferentes fármacos, afecciones neuropsiquiátricas y deterioro funcional. Por esa misma razón, es importante que los profesionales de la salud que trabajamos con población mayor seamos capaces de identificar este tipo de alteración,:diferenciarla de otras patologías y, dentro de lo posible, prevenir su aparición, debido a que es frecuente que el delirium se de en pacientes institucionalizados.

Bibliografía:

Alonso, Z., González‐Torres, M. Á., & Gaviria, M. (2012). El Delirium: Una revisión orientada a la práctica clínica. Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, 32(114), 247-259. https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0211-57352012000200003

American Psychiatric Association. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5), 5ª Ed. Madrid: Editorial Médica Panamericana, 2014.

Blanco, C., Gómez, N. & Arce, A. (2020). Delirium en el adulto mayor. Revista Médica Sinergia. 5 (3). https://doi.org/10.31434/rms.v5i3.391

Contreras, A.M. & Palacios, X. (2014). Contribuciones de la Psicología al manejo interdisciplinario del paciente en Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Revista de la Universidad Industrial de Santander. Salud. 46 (1): 47-60. http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-08072014000100006#:~:text=Por%20ejemplo%20en%20el%20manejo,siguientes%20condiciones%20que%2C%20de%20acuerdo