Un artículo de Sara González,
jefe médico del Grupo Amavir
A medida que la esperanza de vida aumenta, surge la necesidad de abordar el envejecimiento de forma distinta, centrándonos en la promoción de un estilo de vida activo desde un enfoque integral.
Es por ello que el concepto de envejecimiento activo ha cobrado cada vez más relevancia en las últimas décadas. Este término fue adoptado por la Organización Mundial de la Salud a finales de los años 90 con la intención de transmitir un mensaje más completo que el de envejecimiento saludable y, de este modo, reconocer los factores que junto a la atención sanitaria afectan a la manera de envejecer de los individuos y las poblaciones, y contribuyan a mantener una vida plena y significativa.
El enfoque del envejecimiento activo se fundamenta en los principios de independencia, participación, dignidad, asistencia y realización de los propios deseos de las personas mayores. Este planteamiento implica un cambio de 180 grados, pasando de una visión pasiva y asistencialista a una que reconoce los derechos de igualdad de oportunidades, una visión activa de envejecer y de trato en todas las etapas de la vida.
Pero, ¿cómo seguir un envejecimiento saludable?
Independientemente de la edad, llevar una vida activa está asociado con múltiples beneficios para la salud de las personas. Pero es especialmente relevante promover que los mayores continúen llevando una vida activa, basada en rutinas que satisfagan sus necesidades y que les permita sentirse activos y con vitalidad.
En las residencias de mayores Amavir contamos con una programación de actividades para prevenir enfermedades, o al menos ralentizar su avance, y ayudar al adulto mayor a aprovechar al máximo su vida.
– Alimentación saludable
Con el paso de los años, nuestras necesidades nutricionales cambian. Las personas mayores pueden requerir menor cantidad de calorías, pero igualmente necesitan obtener los nutrientes suficientes para sus funciones vitales.
Por ello, es aconsejable proporcionarles un plan de alimentación saludable, que incluya alimentos frutas, verduras, lácteos bajos en grasa, legumbres, granos integrales, huevos y también en menor cantidad proteínas animales de aves y pescados preferentemente. También se recomienda beber abundantes líquidos y reducir productos rebozados o fritos, refrescos o alcohol, entre otros.
– Ejercicio físico con regularidad
El ejercicio físico siempre debe estar presente en la tercera edad, para el mantenimiento de un peso saludable, y sobre todo para el fomento de la autonomía, ya que mantener una buena calidad de músculo nos aleja de la dependencia y retrasa problemas crónicos de salud. Esta vida activa físicamente debería venir de etapas anteriores, pero nunca es tarde para comenzar a estar activo. Se puede comenzar lentamente para alcanzar objetivos pequeños a corto plazo.
La cantidad y el tipo de ejercicio que puede realizar el adulto mayor no es para todos igual y dependerá no tanto de su edad, como de su estado de salud.
El fomentar un buen estado muscular nos va a favorecer en la reducción de un importante síndrome geriátrico, que son las caídas.
– Mente activa
En esta etapa es fundamental ejercitar la capacidad cognitiva, y no tiene que ser difícil, sino con actividades que le gusten y las que disfrute. Así, la estimulación cognitiva juega un papel determinante a la hora de mejorar la memoria de las personas mayores, mediante el aprendizaje de nuevas habilidades, la lectura, los juegos o desafíos que entrañan un problema o reto cognitivo a resolver (incluidos los conocidos Sudokus, crucigramas, sopas de letras, que muchas veces les son más cercanos).
– Salud mental
A nivel mundial, los estudios sobre la prevalencia de los trastornos de ansiedad en las personas mayores de 65 años muestran resultados variables, oscilando entre el 4 % y el 15 %. Por ello, se recomienda el “mantenimiento de un estado de paz y relajación, libre de estrés y ansiedad”. Para ello hay que recurrir a la ayuda de profesionales sanitarios que, junto a la compañía de amigos y familiares, puede suponer la clave para un óptimo nivel de salud mental.
– Tiempo libre y actividades de ocio y disfrute
Tener y poder disfrutar de tiempo libre y de ocio realizando actividades con las que las personas mayores disfruten y se lo pasen bien, es un ingrediente esencial en el proceso de envejecimiento activo y saludable. De este modo, se contribuirá a un estado de bienestar y felicidad óptimo. Para ellos es imprescindible que mantengan una red familiar y social. Ser capaz de mantener unas buenas relaciones personales es un buen indicador de buen envejecimiento.
– Mantener una vida espiritual
Son muchos los beneficios que la espiritualidad puede brindar y formar parte del envejecimiento activo. La espiritualidad se ha llegado a considerar como un arte curativo en la enfermedad y no es solo religiosidad, cada uno sabe dónde tiene puesta su fuerza espiritual, que da significado y propósito a sus decisiones diarias. Además en muchos casos les ayuda a mantener redes de apoyo de las que hemos hablado ya.
– Otros hábitos
En un estilo de vida saludable es aconsejable dejar atrás hábitos perjudiciales que hemos podido tener, como fumar, beber alcohol en exceso o consumir cualquier tipo de droga.
La multidimensionalidad de la persona para la calidad de vida
Cada persona es única y singular y, por ello, también lo es durante las diferentes etapas vitales de su existencia. Así, existen numerosas evidencias científicas y empíricas que demuestran que envejecer de una manera activa, implicada y no desvinculada de la realidad se relaciona directamente con el bienestar de la persona mayor.
Por ejemplo, el estudio de Renaud y otros autores demostró que tras 3 meses de actividad física se evidenciaron cambios estadísticamente significativos en la capacidad aeróbica de los adultos mayores, reportando beneficios a nivel cardiovascular pulmonar, sistema nervioso y agilidad, entre otras áreas.
De este modo, en el análisis de la calidad de vida de una persona intervienen diferentes dimensiones como son el bienestar físico y emocional, el desarrollo personal, la autodeterminación, las relaciones interpersonales, la inclusión social y los derechos de la persona.
- El desarrollo de un autoconcepto ajustado, la aceptación de la propia realidad y la confianza de la persona en sus propias capacidades.
- El descubrimiento de nuevos intereses que impulsen nuevos desafíos personales; adquirir o perfeccionar determinadas capacidades y el deseo de seguir aprendiendo a lo largo de toda la vida.
- La capacidad de elegir y tomar decisiones conscientemente y disponer de estrategias para adaptarse positivamente a los cambios.
- El mantenimiento de las relaciones interpersonales significativas gracias a diversas formas de comunicación y expresión y al establecimiento de lazos significativos con el entorno y con diferentes grupos, comunidades y/o culturas.
- El desarrollo de un pensamiento crítico sobre el mundo y el respeto a valores como la libertad y la igualdad, así como la participación social en la toma de decisiones que les afecten.
Cómo las residencias de mayores promueven el envejecimiento activo
Las residencias de mayores juegan un papel fundamental en el fomento del envejecimiento activo entre sus residentes. A través de programas de actividades físicas, recreativas, culturales y educativas adaptadas a las necesidades de cada persona, se busca potenciar la autonomía, la participación social y el bienestar integral de los mayores.
El modelo asistencial “Guiados por ti” de Amavir respeta fielmente estas premisas y garantiza que en la rutina diaria de los adultos mayores se respeten sus preferencias, se les garantice una asistencia integral y se fomente su actividad y crecimiento desde una perspectiva sostenible, saludable y en conexión con la realidad.
Como se ha mencionado anteriormente, el no priorizar programas y políticas que promuevan el envejecimiento activo puede tener repercusiones negativas a nivel social y de salud pública.
Por ello, apostar por el envejecimiento activo no solo beneficia a los individuos, sino que también fortalece a toda la sociedad en su conjunto.
Prácticas para promover un envejecimiento saludable
En consideración de todo lo mencionado anteriormente, es tarea común de toda la sociedad promover la participación colectiva y reivindicar políticas públicas y acciones globales que permitan instaurar planes efectivos y eficaces para un envejecimiento saludable y seguro para la población.
Es por ello que existen una serie de herramientas y decisiones que podemos tener presentes en nuestro día a día para que este enfoque multidimensional y activo de la persona sea una realidad. Estos son solo algunos ejemplos de acciones o prácticas que podemos llevar a cabo para cumplir dicho objetivo y caminar hacia comunidades activas y saludables:
- Incrementar los recursos del sistema nacional de salud para contar con todo lo necesario para atender a la población y adaptarlos a cuidados de larga duración.
- Fomentar entornos amigables con las personas mayores.
- Impulsar programas interuniversitarios para mayores tanto en universidades públicas como privadas, con adaptación de los contenidos teóricos y prácticos, para conseguir que continúen con su actividad intelectual y que amplíen su círculo de relaciones interpersonales e intergeneracionales.
- Promocionar planes y programas de rutas culturales por toda España y de ámbito internacional para que puedan continuar con actividades y acciones de turismo, adaptado a sus necesidades y recursos.
- Incrementar la variedad y el número de talleres para personas mayores, con variedad de temáticas y con acceso a núcleos y poblaciones en zonas rurales y con especiales dificultades de conexión.
- Cambiar la forma de ver y comprender el proceso de envejecimiento y luchar contra el edadismo para conseguir una sociedad libre de estereotipos, prejuicios y discriminación contra los adultos mayores.
En definitiva, es tarea de todos trabajar por conseguir un avance decisivo en la garantía de los derechos y libertades de las personas mayores y en el reconocimiento del imprescindible papel que desempeñan en la sociedad.