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Un artículo de la Dra. María Dolores de las Peñas Cabrera,
jefe asociado de oncología radioterápica del Hospital Universitario Rey Juan Carlos, de Móstoles (Madrid)
vocal para la plataforma de pacientes del Grupo de Oncogeriatría de la Sociedad Española de Oncología Radioterápica (SEOR)

La Organización Mundial de la Salud (OMS) en 20021 define el envejecimiento activo como “el proceso de optimizar las oportunidades de salud, participación y seguridad con el objetivo de conseguir la mejor calidad de vida posible durante el proceso de envejecer.” Es un concepto que incluye factores diversos como biológicos, psicológicos y sociales.

No existe unanimidad en esta definición. Podríamos decir que es seguir creciendo y explorando la satisfacción con la propia vida o bienestar subjetivo. En el envejecimiento se producen cambios a lo largo del tiempo, físicos y de capacidades, que pueden limitar la independencia.

En el envejecimiento activo o saludable, las personas intentan mantener un equilibrio perfecto entre los beneficios y las pérdidas que van observando. Es un proceso de adaptación continuo a esos cambios de salud, socioeconómicos, y de recursos. El objetivo es crear un entono satisfactorio y pleno con la mejor calidad de vida posible.

Para lograr este fin, es fundamental cuidar tanto la salud física, mental y emocional. Es aconsejable cuidar la alimentación, mantener ejercicio físico de forma regular y adaptado al estado general, adecuada salud bucal, evitar el alcohol y el tabaco y ajustar la medicación estrictamente necesaria. Todos estas recomendaciones se incluyen en el “Código Europeo contra el cáncer”.

Favorece este envejecimiento activo tener un carácter resolutivo y resiliente, sentirse en un entorno seguro que aporte los recursos necesarios para favorecer la toma de decisiones de forma autónoma.

Por todos es conocido que el aumento de la edad es un factor de riesgo para sufrir un cáncer. De los casos nuevos de cáncer, aproximadamente el 54% aparecen en los mayores de 65 años y también casi el 70% de la mortalidad oncológica2,3 .

El ritmo tan acelerado del envejecimiento de la población en países desarrollados va a aumentar la incidencia del cáncer. Este hecho va a condicionar que el abordaje de los pacientes mayores oncológicos sea un problema de salud pública muy serio. En España, según los datos del padrón del Instituto Nacional de Estadística de 2022, el 14.7% de la población, 6.195.588 habitantes, son ≥ de 70 años.

FIGURA 1. Las cifras del cáncer en España 2024. SEOM. Observamos como se produce ese aumentoprogresivo a partir de los 70 años.

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Por lo tanto, el envejecimiento activo va a suponer una oportunidad para que estos pacientes tengan las mismas posibilidades de tratamiento onco-específicas que los más jóvenes y consigan las mismas tasas de curación con el mínimo de efectos secundarios.

La edad biológica no siempre coincide con la edad fisiológica o funcional de los pacientes mayores. Los profesionales sanitarios son conscientes de ello y se ha hecho necesaria la búsqueda de herramientas que nos permitan evaluar la reserva funcional personalizada de cada paciente oncológico a lo largo de la historia natural de la enfermedad, para ajustar el tratamiento más eficaz y seguro.3

Los pacientes mayores de 70 años presentan unas características inherentes a su edad, fragilidad, vulnerabilidades ligadas a sus comorbilidades, limitaciones socioeconómicas de soporte, nutricionales, sarcopenia, etc.

La Valoración Geriátrica Integral (VGI), que sugirió Rubenstein en 19894, surge como un «proceso de diagnóstico interdisciplinario multidimensional centrado en determinar la capacidad médica, psicológica y funcional de una persona mayor con el fin de desarrollar un plan coordinado e integrado para el tratamiento y seguimiento a largo plazo».

Se hace necesaria la presencia de Geriatras expertos en la realización de esta Valoración Geriátrica Integral aplicada al paciente oncológico. ¿Qué busca la implementación de la Oncogeriatría en los equipos asistenciales multidisciplinares?:

  1. Predecir posibles toxicidades ligadas a los tratamientos oncológicos, ya sea quirúrgico, radioterápico, quimioterápico, etc.

  2. Asegurar que el paciente podrá tolerar el tratamiento en su totalidad y con el menor número de efectos adversos.

  3. Garantizar la adherencia al mismo para conseguir los mejores resultados posibles.

  4. Mantener la calidad de vida al máximo.

  5. Valorar la capacidad del paciente mayor para comprender su proceso y participar en la toma de decisiones compartidas.

  6. Resolver dudas sobre el impacto del diagnóstico y tratamiento oncológico sobre estado basal previo.

Esto nos permitirá personalizar el tratamiento oncológico y evitar tanto el sobretratamiento con el riesgo de complicaciones como el infratratamiento, perdiendo oportunidades de curación. El objetivo es adaptar el tratamiento oncológico no a la edad cronológica sino a la edad funcional.

La Sociedad Internacional de Oncología Geriatría (SIOG), publicó en un consenso de ámbitos a considerar en esta evaluación oncogeriátrica en 20145. Las principales serían:

  • Situación funcional y social: valorando capacidades para desenvolverse en la vida diaria. Grado de independencia. ¿Dónde vive y con quién? Si cuenta con apoyo familiar o no, etc. Presencia de carencias socioafectivas.
  • Presencia de comorbilidades: otras enfermedades que limiten los tratamientos.
  • Esfera cognitiva: presencia o no demencia y su grado.
  • Estado afectivo o anímico: depresión, trastornos del sueño, etc.
  • Valoración nutricional.
  • Presencia de síndromes geriátricos: riesgo de caídas, por ejemplo.
  • Situación física: identificar la fragilidad o vulnerabilidades ocultas.
  • Historia farmacológica: ajustando los tratamientos que realmente aporten valor.
  • Valorar el grado de sarcopenia o reserva funcional muscular.

La Valoración Geriátrica Integral nos permite estratificar a los pacientes en cuatro grupos bien definidos y sugerir unas recomendaciones o intervenciones en las diferentes esferas comentadas, e incluso relacionadas con tratamiento oncológico. Serían6.7:

  1. *Paciente Tipo I o Robusto: No presenta datos de fragilidad o comorbilidades significativas y tiene un pronóstico vital aceptable, por lo que se consideraría subsidiario del tratamiento que estándar.

  2. *Paciente Tipo II o Prefragil: Presenta datos de fragilidad, pero tiene reserva funcional, biológica y pronóstico vital estimado suficientes como para beneficiarse de una intervención de prehabilitación que pueda hacerlo, posteriormente, subsidiario de tratamiento estándar.

  3. *Paciente Tipo III o Frágil: El paciente presenta datos de fragilidad, pero tiene reserva funcional, biológica y pronóstico vital estimado como para beneficiarse de una intervención, aunque es previsible que puedan surgir complicaciones de este, por lo que se recomienda adaptación del tratamiento para minimizar los efectos secundarios.

  4. *Paciente Tipo IV o Mal pronóstico: El paciente presenta comorbilidad y/o dependencias significativas que limitan su expectativa de vida, por lo que recomendamos mantener un tratamiento conservador de su patología, priorizando medidas paliativas en caso de que el paciente presentara mal control de síntomas.

FIGURA 2. Clasificación y recomendaciones de tratamiento según Valoración Geriátrica Integral. Tomado de Rodríguez Couso, M. Nutr Hosp 2020;37(N.º Extra 1):38-47.

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El envejecimiento activo facilitaría que el paciente oncológico estuviese en los tipos I o Robusto y tipo II o Prefragil, optimizando sus posibilidades de recibir un tratamiento eficaz y con el mínimo riesgo de efectos derivados de los tratamientos oncológicos. Incluso serían pacientes en los que si presentan vulnerabilidades, se pueden mejorar con prehabilitación en las esferas que lo necesiten.

Debemos facilitar que las políticas sanitarias implementen planes de acción para potenciar el envejecimiento activo, ya que su impacto en el tratamiento de todas enfermedades es claro y también en el tratamiento del cáncer.

Bibliografía:

1- Organización Mundial de la Salud. Informe Mundial sobre el envejecimiento y la salud [Internet]. Estados Unidos; 2015. p.1–253. https://iris.who.int/bitstream/handle/10665/186466/9789240694873_spa.pdf?sequence=1

2- Ries EM, Kosary CL, Hankey BF, et al. SEER Cancer Statistics Review: 1975-2000. National Cancer Institute, Bethesda, MD.

3- Surveillance, Epidemiology, and End Results (SEER) Cancer Statistics Review, 1975-2015. http://seer.cancer.gov/archive/csr/1975_2015/ (Accessed on July 31, 2019).

4- Rubenstein LZ, Siu AL, Wieland D. Comprehensive geriatric assessment: Toward understanding its efficacy. Aging (Milano). 1989:87–98.

5- Wildiers H, Heeren P, Puts M, Topinkova E, Janssen-Heijnen MLG, Extermann M, et al. International Society of Geriatric Oncology Consensus on Geriatric Assessment in Older Patients with Cancer. J Clin Oncol. 2014;32:2595–603.

6- Peromingo, F. J. M., Algar, C. O., Monedero, M. E. B., de Villaumbrosia, C. G., de Asua Cruzat, D. R., & Martín, R. B. (2018). Propuesta de desarrollo de una unidad de oncogeriatría. Tiempos de cambio: nuestra realidad. Revista Española de Geriatría y Gerontología, 53(3), 149-154.

7- Rodríguez Couso M. Intervenciones geriátricas en el mayor con cáncer basadas en la valoración geriátrica integral. Áreas de optimización: lo que el geriatra puede aportar al equipo multidisciplinar. Nutr Hosp 2020;37(N.º Extra 1): 38-47.