Un artículo de Esther Álvaro Martín, estudiante de prácticas de Doble Grado de Psicología y Criminología de la Universidad Rey Juan Carlos,

supervisado por Carlota Sáenz de Urturi Gómez-Centurión, Neuropsicóloga y Directora de Cognitiva Chamberí

El envejecimiento es un proceso natural y gradual que forma parte del desarrollo vital del individuo e implica diversos cambios a nivel biológico, psicológico y social. Es común que en este momento de la vida exista una degradación difusa, es decir, un decaimiento en el funcionamiento de sistemas sensoriales y cognitivos.

No obstante, existen diferentes formas de envejecer. A grandes rasgos, nos encontramos con tres tipos de envejecimiento:

  • Normal: es aquel envejecimiento en el que no existe un alto funcionamiento, pero tampoco recursos bajos asociados a enfermedades.
  • Patológico: es aquel envejecimiento en el que existen más déficits (o pérdidas) que recursos (o fortalezas). Se asocia con la presencia de enfermedades físicas, emocionales y/o psicológicas.
  • Activo (también conocido como exitoso o saludable): es aquel envejecimiento en el que las personas presentan un alto funcionamiento cognitivo, psicológico y social, por lo que existen más recursos (o fortalezas) que déficits (o pérdidas). Este tipo de envejecimiento se asocia a la presencia de menos enfermedades.

Se puede definir el Envejecimiento Activo como “el proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad, con el fin de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen” (OMS, 2002. p. 75). Implica que la persona participe en actividades cognitivas, sociales y psicológicas, logrando una sensación de vitalidad por parte del individuo, lo que puede entenderse como añadir “vida a los años” y no sólo “años a la vida”.

Además, es un proceso que abarca toda la vida del individuo y nosotros podemos empezar ahora a promoverlo con conciencia, ya que nuestro estilo de vida a día de hoy influye en cómo seremos mañana.

Un 70% de los factores que inciden en el aceleramiento del proceso de envejecimiento de las personas son causa directa de los hábitos de vida y del medio ambiente, mientras que tan sólo el 30% se debe a factores genéticos (Pérez, 2009, 45).

En la vejez, aún es posible adoptar un estilo de vida saludable y experimentar cambios positivos. Los hábitos de vida influyen en la prevención de enfermedades degenerativas como Alzheimer, hipertensión, enfermedades cardíacas y cáncer. Mantener una vida activa y saludable puede mejorar tanto la salud física como mental y aumentar la longevidad.

Para conseguir un envejecimiento activo y con éxito, lo ideal es alcanzar un equilibrio óptimo y saludable entre los principales ámbitos de la vida, los cuales son:

Ámbito físico: es importante tener un estilo de vida físico saludable, a través de, por ejemplo:

  • Ejercicio físico: en términos generales, la actividad física ayuda a conseguir un equilibrio psicoafectivo, reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares, aumenta la fuerza muscular y flexibilidad, mejora la calidad del sueño, ayuda a reducir los niveles de ansiedad y estrés…
    Es por esto que, la práctica regular de ejercicio físico previene los efectos negativos que pueda tener el envejecimiento en la capacidad funcional y la salud, contribuyendo a alcanzar una mayor independencia y bienestar en la persona.
    Así, explorar actividades físicas adaptadas a las propias capacidades (como el yoga, caminatas suaves, bailes…) es muy recomendable durante la vejez.

  • Dieta equilibrada: mantener una alimentación saludable y variada es un pilar fundamental para un correcto funcionamiento del organismo. Adquirir los nutrientes esenciales fomentará una buena salud ósea, cardiovascular, un correcto funcionamiento cognitivo, etc.

  • Sueño: es recomendable dormir un promedio de 7 u 8 horas diarias, siendo menor en las personas mayores. Durante la vejez, es común que aparezcan alteraciones relacionadas con la calidad del sueño, tales como el insomnio o la apnea.
    Es importante la temprana detección y tratamiento en estos casos, puesto que la falta de sueño contribuye a la aparición de bajo rendimiento durante el día, alteraciones del estado de ánimo, irritabilidad, concentración deficitaria, y mayor probabilidad de riesgo a caídas o accidentes.

  • Evitar hábitos poco saludables: como, por ejemplo, evitar el consumo de tabaco y alcohol disminuirá la probabilidad de aparición de numerosas enfermedades.
Geriatricarea- envejecimiento activo
En la imagen, una sesión de gerontogimnasia en Cognitiva Chamberí

Ámbito cognitivo y/o emocional: para lograr alcanzar un estilo de vida mental y afectivo saludable es necesario llevar a cabo diferentes actividades, tales como:   

  • Estimulación cognitiva: la realización de actividades cognitivas durante la vejez ayuda al mantenimiento de la función cerebral, previene el deterioro cognitivo, reduce el riesgo de demencia, mejora el bienestar emocional y promueve una sensación de independencia en el individuo.
    Así, algunas actividades recomendadas para mantener la mente activa son la lectura, operaciones mentales, aprendizaje de nuevas habilidades (como el uso de nuevas tecnologías), rompecabezas, juegos de memoria, sopas de letras, crucigramas, entre muchos otros.
    Estas tareas se pueden realizar individualmente en casa o acudiendo a algún centro especializado en la estimulación cognitiva.

  • Tener aficiones: realizar actividades para el propio disfrute contribuye a tener una buena salud mental y emocional al ser una fuente de alegría y satisfacción. Además, facilitan el desarrollo personal durante esta etapa de la vida y proporcionan una sensación de propósito y utilidad.
    Nunca es tarde para empezar a hacer aquello que nos gusta y descubrir nuevas pasiones acudiendo, por ejemplo, a talleres y clases disponibles en nuestra zona. Algunos ejemplos de aficiones pueden ser salir a pasear, cocinar, viajar, tejer, jardinería, etc.

  • Actitudes positivas para afrontar la vejez: es común que conforme avanzan los años aparezca una percepción negativa de la vida. No obstante, mantener actitudes positivas tiene una gran relevancia e impacto, tanto de forma directa como indirecta, para conseguir un estado de bienestar óptimo y calidad de vida en las personas mayores. Así, es importante, entre otras cosas, tener una visión de futuro y saber aprovechar el tiempo que aún nos queda.
    A veces, es necesario buscar ayuda profesional para conseguir un cambio de perspectiva durante esta etapa. Recurrir a asistencia psicológica ayudará a conseguir un apoyo emocional, desarrollar estrategias de afrontamiento positivas, promover el autocuidado, explorar nuevas metas y objetivos… y así disfrutar de este nuevo ciclo vital.

  • Adaptación al cambio: saber aceptar y evolucionar conforme pasa el tiempo es crucial para encontrar satisfacción en todas las fases de la vida. Aferrarse al pasado de forma exagerada no es conveniente, sino que es importante dar la bienvenida a las nuevas etapas que se avecinan y saber apreciarlas.
    Así, por ejemplo, es conveniente planificarse con mucha antelación para ciertos cambios de roles, como el que supone la jubilación, y así facilitar una transición suave con confianza, evitando ciertos desajustes emocionales negativos.
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En la imagen sesión de estimulación cognitiva en Cognitiva Chamberí

Ámbito social: en la vejez, al igual que en cualquier otra etapa de la vida, los individuos tienen las mismas necesidades psicológicas y sociales de mantenerse activos con y para la sociedad (Muñoz, 2002). Esta fase suele venir acompañada de una reducción de las relaciones sociales, tanto en cantidad como en intensidad. No obstante, una vida social activa aporta muchos beneficios, incluso más que otros factores, puesto que la variable que mayor deterioro produce en el bienestar personal es la sensación de soledad.

Durante la vejez, la persona va presenciando la pérdida de numerosas relaciones (como la muerte del cónyuge, menor relación con ciertos familiares o amigos, etc.). No obstante, se debe percibir esta nueva etapa de la vida como una oportunidad para conseguir nuevas interacciones, actividades y roles sociales.

Para el fomento de una vida social, sería recomendable indagar en los recursos disponibles nuestras zonas de residencia, tales como: ciertos servicios y actividades que ofrecen los ayuntamientos, programas de voluntariado, clubes y grupos de interés en el centro de cultura de nuestra zona, programas educativos, servicios de excursiones, programas de cuidado diurno en centros de día, etc.

Geriatricarea- envejecimiento activo
Es importante buscar oportunidades en las que podamos establecer nuevas relaciones y acceder a recursos que nos ayuden a establecer hábitos saludables. En la imagen, charla de promoción de la salud en Cognitiva Chamberí

En resumen, para lograr un envejecimiento activo es necesario que la persona se implique y comprometa a realizar ciertas actividades y cambios. Existen una gran variedad de recursos para fomentar un envejecimiento saludable, desde aquellos que promueven las relaciones sociales hasta los que ayudan a mantener un funcionamiento cognitivo activo.

Busque y pregunte qué recursos existen en su zona a través de familiares, amigos, vecinos, conocidos… También puede buscar información en el ayuntamiento, centros de atención a personas mayores, organizaciones sin ánimo de lucro, bibliotecas, grupos comunitarios, servicios de información y asistencia del barrio, entre otros.