Un artículo de Irene Bolivar,
enfermera y RHS en la residencia y centro de día Can Boada
La enfermería geriátrica es una especialidad crucial en el cuidado de los adultos mayores. Desempeña un papel muy importante en la atención integral de la persona, ofreciendo cuidados personalizados, acompañamiento emocional y promoviendo la calidad de vida en esta etapa, una de las más importantes de sus vidas.
Una característica para destacar en comparación con otros lugares donde se ejerce la enfermería geriátrica es que, en el mundo residencial, a las personas que lo componen, los profesionales no las denominamos “pacientes”, sino “residentes”.
Esto es un punto para resaltar ya que, aunque la persona ingrese porque no pueda vivir sola, ya sea por problemas socioeconómicos como sanitarios, viene a vivir al centro; la causa no es curarse de la enfermedad y volver al domicilio si no que la última etapa de su vida la comparta en un centro geriátrico. Eso engloba las acciones de un equipo interdisciplinar que velará por cubrir todas las necesidades, ya sea a nivel social, psicológico o sanitario.
¿Cómo es el día del profesional en enfermería geriátrica?
La enfermería vela por cubrir las “14 necesidades” según Virginia Henderson (que elaboró una teoría o modelo que define el enfoque de la práctica de la enfermería) por lo que el enfermero/a realizará todas aquellas tareas que engloben estas acciones.
Cuando una persona ingresa en el centro, se realiza una valoración exhaustiva para determinar qué necesidades tiene y qué va a hacer el equipo sanitario para mejorar su calidad de vida. Se revisa las constantes vitales y peso, sus antecedentes patológicos y se determina el tipo de dieta que precisa
Se realizan test específicos para valorar la fragilidad, el riesgo de padecer lesiones crónicas por inmovilidad o por humedad. También se valora la dependencia en las ABVDs. Se revisa medicación junto al equipo médico y se prepara todo lo necesario.
A partir de esto, se crea un plan específico con el objetivo de suplir aquellas necesidades en las que la persona es dependiente y fomentar aquellas en las que es independiente, para así poder ofrecerle bienestar y calidad de vida.
La enfermería forma parte de la vida de los residentes, el contacto es diario, y eso hace que se cree un vínculo muy especial. Ya no solo cuando hay un problema de salud y se resuelve: también a nivel emocional se acompaña desde la escucha activa, el respeto, la empatía, la honestidad, la protección y el amor.
La enfermera geriátrica debería trabajar desde el amor, es la pieza fundamental para poder acompañar en esta última etapa de la vida. Y ésta es otra pieza clave que trabajamos en el centro. Acompañamiento en el final de vida. La gran mayoría de personas que viven en el centro, fallecen en él.
Para mí, como enfermera, es un honor que la persona me otorga, el poder acompañarla en ese momento tan íntimo y especial como es la muerte. Por eso mismo, se debe intentar conocer las necesidades y respetar las decisiones de la persona para poder ofrecer un acompañamiento de calidad, junto a los familiares.
Es imprescindible que las personas puedan realizar ese último viaje de sus vidas, con el mayor respeto y confort posible, ya que es su última despedida.