Un artículo de Sanitas Mayores
Uno de cada tres españoles tendrá 65 o más años en el 2050, según el informe ‘Proyecciones de población 2020-2070’, elaborado por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Con el aumento de la esperanza de vida, crece también el número de personas mayores que requieren atención médica especializada y prolongada. El futuro supone un desafío en este sentido no solo para seguir incrementando los años de vida de las personas, sino también para garantizar la calidad de estos.
Ante esta situación, se hace cada vez más necesaria la figura de la enfermera geriátrica. Esta especialidad es indispensable debido a su capacidad para proporcionar cuidados específicos y adaptados a las necesidades de los mayores, como la gestión de los distintos tipos de demencia o la prevención de caídas, entre otras, junto al resto del equipo técnico.
La enfermería geriátrica es uno de los pilares sobre los que sostenemos nuestra asistencia. Esta figura se encarga de proporcionar cuidados físicos, como la administración de medicamentos o el manejo de enfermedades crónicas, y también juega un papel vital en la promoción de la salud emocional y social de las personas mayores.
En concreto, y gracias a la colaboración con otros profesionales de la salud, desarrollan planes personalizados y enfocados a los cuidados de la piel, la gestión del riesgo de úlceras, la gestión de la incontinencia y sus implicaciones, la gestión de los riesgos nutricionales y la gestión del dolor, imprescindible para garantizar la calidad de vida de los mayores.
Por otro lado, estas profesionales desempeñan un papel importante en lo referente a la ayuda a domicilio, realizando funciones como el seguimiento de enfermedades o el control de medicamentos.
Además, gracias a la tecnología avanzada, es posible tener un control detallado a través de la monitorización de la presión arterial, la frecuencia cardiaca o la saturación de oxígeno, entre otros parámetros. Estos datos se obtienen al momento y permiten a los profesionales realizar un seguimiento más continuado y preciso.
Las funciones de la enfermería geriátrica también se centran en:
- Promoción de la salud y prevención de enfermedades: fomentan hábitos de vida saludables, realizan evaluaciones periódicas con el fin de detectar problemas de salud de forma temprana y estudian factores de riesgo para prevenir enfermedades o situaciones asociadas a la edad.
- Educación para la salud de los mayores (cuando no cuentan con enfermedades cognitivas): en patologías comunes de la población mayor como la hipertensión o la diabetes y las dietas adecuadas a estas o a otras patologías renales o hepáticas, por ejemplo. En este sentido, contribuyen en la formación sobre el uso de dispositivos de manera autónoma, como cpap, oxigenoterapias, autoadministración de insulina, colocación de dispositivos auditivos o bolsas de ostomías, entre otros, con el objetivo de aumentar su autonomía y cuidado sobre si mismos, siempre con un control y un seguimiento por parte de las profesionales.
- Gestión integral de cuidados: esto implica la elaboración de planes de cuidado adaptados específicamente a las necesidades de cada persona. Es importante destacar que estos planes no se limitan únicamente a aspectos médicos, sino que también abordan de manera integral las necesidades emocionales, sociales y funcionales de los mayores.
- Mejora de la calidad de vida: optimizan el bienestar general de los adultos mayores mediante cuidados personalizados que respetan sus preferencias individuales, valores y metas. Esto incluye la atención de sus necesidades físicas, emocionales y sociales.