Un artículo de Sanitas Mayores

A medida que las personas envejecen, se incrementa la posibilidad de sufrir enfermedades crónicas como la artrosis, la hipertensión o la diabetes, así como la aparición de condiciones propias de la edad, entre las que se encuentran la pérdida de masa muscular o el deterioro cognitivo. Todas estas situaciones no solo afectan la capacidad funcional de los mayores, sino que también incrementan el nivel de dependencia.

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La fisioterapia y la terapia ocupacional ofrecen tratamientos que abordan las limitaciones físicas, cognitivas y sociales del envejecimiento

Además, los cambios en la salud que suelen acompañar al envejecimiento, como la pérdida de audición, visión y memoria, junto con cierto grado de discapacidad y las dificultades para moverse, aumentan el riesgo de que las personas mayores experimenten soledad. Estas alteraciones físicas y cognitivas dificultan su capacidad para comunicarse y participar en actividades sociales, lo que puede generar una sensación de desconexión con su entorno.

En este contexto, la fisioterapia y la terapia ocupacional desempeñan un papel esencial al ofrecer tratamientos que abordan estas limitaciones físicas, cognitivas y sociales del envejecimiento. Estas terapias no solo ayudan a prevenir y tratar enfermedades y discapacidades, sino que también potencian la autonomía, fomentan una participación activa en las actividades diarias y refuerzan el bienestar general.

Por un lado, la fisioterapia es una especialidad que aborda la prevención, tratamiento y rehabilitación de afecciones relacionadas con el sistema musculoesquelético y neuromuscular. Esto es especialmente importante durante esta etapa, donde la movilidad y la funcionalidad pueden verse afectadas por enfermedades crónicas, lesiones o el proceso natural de envejecimiento.

Por otro lado, la terapia ocupacional se centra en capacitar a las personas mayores para que mantengan su independencia y un envejecimiento activo. Más allá del tratamiento físico, esta especialidad aborda aspectos prácticos y emocionales, ayudando a las personas a adaptarse a los desafíos de su entorno. Esto no solo promueve la realización de actividades diarias, como vestirse o cocinar, sino que también fomenta el bienestar emocional al preservar la autonomía.

Aunque la fisioterapia y la terapia ocupacional tienen objetivos distintos y enfoques diferenciados, ambas disciplinas se complementan en el proceso de rehabilitación y atención integral de las personas mayores. Por ejemplo, en el caso de una persona mayor que se recupera de una fractura de cadera, la fisioterapia proporcionará ejercicios para fortalecer la musculatura de las piernas y mejorar el equilibrio, con el fin de reducir el riesgo de futuras caídas.

Mientras tanto, la terapia ocupacional se encargará de enseñar al paciente cómo realizar actividades cotidianas, como moverse por la casa de manera segura, adaptando el entorno y proporcionando dispositivos de apoyo cuando sea necesario, con el fin de mejorar su grado de independencia.

Este enfoque interdisciplinario cobra aún más fuerza cuando se integra en un equipo de profesionales más amplio que puede incluir médicos, psicólogos y trabajadores sociales. La colaboración entre estas áreas asegura una atención integral que aborda no solo las necesidades físicas, sino también las emocionales, cognitivas y sociales del paciente.