Un artículo de Nadia Porcar Gozalbo,
profesora profesora del Grado en Logopedia de la Universidad Internacional de Valencia (VIU)
La audición es mucho más que la capacidad de percibir sonidos; es una puerta a la comunicación, a las relaciones humanas y a la calidad de vida. A través de los sonidos no solo recibimos información del mundo que nos rodea, sino también conectamos con las personas: las risas compartidas, las palabras de apoyo o los susurros de cariño. La audición nos permite sentirnos parte de la sociedad, participar en conversaciones, disfrutar de la música, y en última instancia, tener calidad de vida.
La presbiacusia es un déficit de la función auditiva producido por las lesiones microvasculares del oído interno que se presenta como consecuencia del envejecimiento. La presbiacusia se manifiesta mediante la disminución progresiva, a partir de los 40 años, de la agudeza auditiva en ambos oídos (sobre todo en las frecuencias agudas) y la pérdida parcial de la inteligibilidad del mensaje sonoro, pudiendo estar vinculada a alteraciones en el carácter de la persona y a acúfenos, es decir, a percepciones sonoras que se producen en ausencia de estimulación acústica externa (una especie de pitidos constantes en el oído).
La evidencia científica indica que, aunque es un déficit que se presenta como consecuencia del envejecimiento, se puede retrasar su aparición teniendo en cuenta las siguientes pautas de higiene auditiva:
- No poner el volumen de la televisión y de la música demasiado alto.
- Si se utilizan auriculares, no subir el volumen por encima del 60% (se debería poder escuchar los sonidos que se producen alrededor de la persona) y no usarlos durante más de una hora diaria.
- No tener funcionando varios aparatos sonoros al mismo tiempo.
- Evitar los ruidos fuertes. Es decir, colocarse lo más lejos posible del foco del ruido o utilizar cascos aislantes o tapones.
- No compartir los auriculares ni los tapones para los oídos con otras personas.
- Utilizar tapones para nadar; así se evitan los problemas auditivos derivados de la humedad.
- No nadar o lavarse en agua sucia.
- Lavar el pabellón auditivo con agua y jabón y secarlo bien después de la ducha.
- No introducir elementos extraños en el CAE (horquillas, bastoncillos de algodón…).
- No abrir completamente la ventana del coche; el viento muy fuerte puede provocar zumbidos e inflamación en los oídos.
- Acudir a un profesional sanitario en caso de dolor de oído, secreciones o si experimentan problemas de audición.
Una vez instaurada la presbiacusia, el síntoma principal por el que mayoritariamente consultan los pacientes es por la pérdida auditiva y, en este momento, el tratamiento sigue tres principios clave: asesorar al paciente y a la familia, valorar la idoneidad de las prótesis auditivas e iniciar la rehabilitación con el objetivo de que la persona aprenda a interpretar visualmente el habla, es decir, la lectura labiofacial.
El asesoramiento del paciente y la familia parte de informar y acompañar en el proceso de aceptación y comprensión de la realidad de la enfermedad, orientándoles en la búsqueda de servicios audiológicos y terapéuticos y enseñándoles estrategias comunicativas como:
- Hablar a una distancia óptima de 1 a 4 metros.
- Iluminar bien la cara de la persona que habla.
- No gritar; elevar mínimamente el volumen.
- Hablar claro y articular adecuadamente.
- Hablar fluidamente, no con palabras aisladas ni silabeando.
- Hacer una pequeña pausa al final de cada frase (para que sea capaz de diferenciar ideas).
- No repetir una sola palabra; repetir la frase entera o cambiar el término.
- Cerciorarse de que comprende.
- Tener paciencia.
Aprender estrategias comunicativas va a facilitar la comunicación de la persona con presbiacusia con su entorno, evitando malentendidos, reduciendo el aislamiento social, favoreciendo su independencia y, por ende, mejorando su calidad de vida.