Un artículo de Gemma B. Gilo y Melissa Zegarra R.,
terapeutas ocupacionales en el Colegio Profesional de Terapia Ocupacional de Comunidad de Madrid (COPTOCAM)
«En un mundo donde la población mayor crece rápidamente, la terapia ocupacional se presenta como una herramienta esencial para garantizar un envejecimiento activo y saludable».
En el contexto actual, las personas mayores representan un porcentaje creciente de la población en España. Según datos recientes, más del 20% de la población española tiene más de 65 años, una cifra que continúa aumentando debido al envejecimiento demográfico y la mejora en la esperanza de vida. Este panorama plantea desafíos significativos, pero también oportunidades para promover un envejecimiento activo y saludable.
La terapia ocupacional se posiciona como una herramienta esencial en este escenario, ya que permite abordar no solo los cambios físicos y cognitivos propios del envejecimiento, sino también los factores sociales y emocionales que afectan a esta población.
En un país donde el aislamiento social y la soledad son preocupaciones crecientes entre las personas mayores, la terapia ocupacional ofrece soluciones prácticas para fomentar la participación activa, el bienestar emocional y la autonomía.
Con intervenciones centradas en sus necesidades, intereses y capacidades, la terapia ocupacional no solo mejora su calidad de vida, sino que también contribuye a construir una sociedad más inclusiva y consciente del valor de sus miembros más longevos.
Funciones de la TO en déficits sensoriales
La terapia ocupacional (TO) tiene un papel fundamental en la atención de personas mayores con deterioro físico y cognitivo, enfocándose en promover la autonomía, mejorar la calidad de vida y apoyar tanto a las personas como a sus cuidadores. Sus principales funciones son las siguientes:
- Evaluación y planificación personalizada: evaluar las capacidades físicas, cognitivas, sociales y emocionales de la persona para diseñar un plan de intervención adaptado.
- Mantenimiento y rehabilitación de capacidades cognitivas: estimular habilidades cognitivas para ralentizar el deterioro y reforzar áreas aún funcionales.
- Mejora y mantenimiento de la funcionalidad física: mantener la movilidad, el equilibrio y la fuerza necesarios para las actividades de la vida diaria (AVD).
- Promoción de la autonomía en actividades de la vida diaria (AVD): facilitar la realización de tareas básicas y avanzadas, adaptando actividades según el nivel de deterioro.
- Adaptación del entorno: diseñar y ajustar el entorno para que sea seguro, accesible y estimulante
- Apoyo emocional y social: fomentar el bienestar emocional y la conexión social para prevenir el aislamiento y la depresión.
- Intervención en comportamientos complejos: ayudar a manejar conductas desafiantes, como agitación, ansiedad o deambulación.
- Educación y apoyo a los cuidadores: proporcionar a los cuidadores herramientas y recursos para mejorar su trabajo y bienestar.
- Promoción del bienestar y envejecimiento activo: fomentar la participación en actividades significativas que aporten un propósito.
- Planificación para el futuro: preparar a la persona y su entorno para las etapas avanzadas del deterioro cognitivo.
Signos de deterioro cognitivo y disminución nivel funcional
La progresión del deterioro neurocognitivo requiere enfoques personalizados en cada etapa. Identificar el nivel permite adaptar las intervenciones para maximizar la autonomía y el bienestar del paciente, mientras se protege la salud emocional y física del cuidador.
Signos destacados por nivel de deterioro
Estrategias de intervención
El deterioro cognitivo, en cualquiera de sus fases, afecta la calidad de vida de las personas y su capacidad para desenvolverse en actividades diarias. Sin embargo, la progresión del deterioro cognitivo no es uniforme, y cada etapa (leve, moderada y severa) requiere estrategias de intervención específicas que se adapten a las necesidades individuales y a las capacidades residuales del paciente.
Estas estrategias tienen como objetivo no solo ralentizar el progreso de la enfermedad, sino también fomentar la autonomía, preservar la dignidad y mejorar la interacción social en la medida de lo posible.
Terapias no farmacológicas
Las terapias no farmacológicas, son todas aquellas intervenciones y terapias que no conllevan el uso de fármacos o sustancias químicas para alterar o modificar el estado de la persona. Las terapias no farmacológicas no son invasivas y siempre son dirigidas por profesionales como: terapeutas ocupacionales, psicólogos, fisioterapeutas, neuropsicólogos…
Este tipo de terapias son complementarias a la terapia farmacológica, y cada vez más se opta por un abordaje integral. De hecho, se ha visto que la intervención no farmacológica tiene beneficios en la calidad de vida de las personas con demencia, promoviendo el mantenimiento de sus capacidades funcionales, cognitivas y psicosociales.
La relevancia de la terapia ocupacional para los mayores
La terapia ocupacional desempeña un papel crucial en la atención integral de las personas mayores, especialmente en contextos de deterioro cognitivo, físico o emocional. Su enfoque centrado en la persona permite diseñar intervenciones que promuevan la autonomía, la funcionalidad y el bienestar en todas las etapas del envejecimiento.
A través de actividades significativas y adaptadas a las capacidades y necesidades individuales, la terapia ocupacional no solo preserva habilidades existentes, sino que también fomenta la participación activa y la conexión social, elementos fundamentales para una vida digna y plena.
Además, este enfoque holístico contribuye a mejorar la calidad de vida, mitigando los efectos del envejecimiento saludable o de condiciones asociadas al mismo, como la discapacidad física o la inclusión. Al trabajar tanto con la persona mayor como con su entorno, la terapia ocupacional potencia la accesibilidad y la seguridad en su entorno cotidiano, creando oportunidades para el desarrollo personal y la inclusión.
En definitiva, la terapia ocupacional es una herramienta esencial para empoderar a las personas mayores, ayudándolas a mantener su sentido de identidad y su participación en la vida diaria, demostrando su importancia como pilar en la atención gerontológica y el envejecimiento saludable.