Un artículo de Eva Lorenzo, Trabajadora Social y autora del blog Mi rincón de apoyo al cuidador

Existen patrones de comportamiento o conductas no aconsejables o inadecuadas a la hora de relacionarse con personas que tienen algún tipo de discapacidad, ya sea por amistad, trabajo, lazos familiares o por ser cuidadores principales.

geriatricarea personas con discapacidad
Hay que evitar dar por supuesto que la persona con discapacidad va a necesitar nuestra ayuda

Evitarlas no solo mejora la calidad de la labor del cuidador, sino que también es una forma de sensibilizar y seguir rompiendo barreras.
He aquí algunas actitudes inadecuadas más comunes a la hora de relacionarnos con personas con discapacidad:

  • Dar por supuesto que la persona con discapacidad va a necesitar nuestra ayuda, que va a poder hacer o no determinada actividad, que tiene o no tiene opinión sobre ciertos temas, que no va a saber explicarse, que no será capaz de cumplir determinados objetivos, que por necesitar la ayuda de una tercera persona ya no tiene deseos o aspiraciones propias…
  • Generalizar que las personas con discapacidad no se comportan o siguen unas normas de comportamiento estándar, no todas tienen la misma personalidad, ni las mismas habilidades, gustos, necesidades, etc.
  • Ayudar sin que nos lo hayan pedido. Preguntar antes si necesitan que les echemos una mano, para qué y cómo podemos hacerlo
  • Utilizar términos discriminatorios, como minusválido, lisiado, discapacitado, inválido, retrasado…
  • No respetar su intimidad: que una persona necesite ayuda de un cuidador/a no significa, por ejemplo, que no desee contar con sus momentos de privacidad y esparcimiento personal.  
  • Dirigir la conversación a sus familiares/acompañantes como si no estuviese presente o no fuese capaz de expresar sus opiniones.
  • Centrar la atención en la discapacidad y no en la persona.
  • Tomar decisiones o elegir en su nombre, aunque puedan hacerlo solos/as.
  • Tratar a todas las personas con discapacidad como si fuesen niños/as, aunque estén en una edad adulta.
  • Subestimar sus capacidades o habilidades y no darles la opción de intentarlo.   
  • Hablar en su nombre, terminar sus frases, interrumpir o ignorarlos en una conversación.
  • No respetar su espacio personal y forzar el contacto físico. Hay personas que, por el tipo de discapacidad que tienen, no toleran o son más reacias al contacto físico. Es necesario conocer sus límites y actuar en consecuencia.
  • Preguntar insistentemente si necesitan algo o si quieren ayuda.
  • No ser pacientes ni respetar sus ritmos.
  • Actuar basándonos en emociones o sentimientos como pena, lástima, curiosidad, miedo, desprecio, etc.
  • Proteger demasiado o ser paternalistas.
  • No fomentar su independencia, autonomía ni realización personal.
  • No potenciar al máximo sus capacidades/habilidades.
  • No hablar sobre la discapacidad con naturalidad o hacer como si no existiera.
  • Utilizar o dar por ciertos determinados estereotipos o etiquetas relacionadas con la discapacidad.
  • Indagar o hacer comentarios constantemente sobre su discapacidad.
  • Pensar que discapacidad es sinónimo de enfermedad.
  • Victimizar en exceso.
  • Actuar con vergüenza, lejanía o temor por no atreverse a preguntar directamente cómo debemos actuar.
  • No ponerse en su lugar ni intentar entender y/o adaptarse a sus particularidades.
  • No reconocer a la persona con discapacidad la posibilidad de vivir plenamente y/o participar en cualquier ámbito de la vida (laboral, educativo, sanitario, sexual, familiar…).
  • No respetar las ayudas técnicas o productos de apoyo que tenga que utilizar, tratarlos como si fueran juguetes o una excusa para hacer bromas.
  • Utilizar los espacios creados para personas con discapacidad (aparcamientos, aseos, asientos, rampas…)  dificultando o impidiendo el acceso a aquellos que en realidad los necesitan.
  • Hacer comentarios negativos sobre su situación cuando está presente o puede oírlos, con expresiones como «no entiende nada», «no es capaz de…», «el/la pobre ya no…».

 

Sobre la autora: Eva Lorenzo Eva-Lorenzo

Eva Lorenzo es Trabajadora Social y gran parte de su vida laboral y formación han girado en torno a la atención de personas mayores y personas con diversidad funcional en situación de dependencia, que necesitaban la ayuda de un cuidador, siendo este, en la mayoría de los casos, de su entorno familiar.

Cuenta también con conocimientos y experiencia en otros ámbitos en los que un trabajador social puede desempeñar su labor (orientación laboral, mujer, inmigración, familia, menores…). En la actualidad se encuentra en búsqueda empleo y ha decidido que no hay una forma mejor de ocupar su tiempo que ayudando a los demás a través de su blog Mi rincón de apoyo al cuidador