Un artículo de Francisco Javier Montero Parra
Responsable del Servicio Médico en la residencia ILUNION El Robledillo
que gestiona ILUNION Sociosanitario
Introducción

La demencia es un síndrome adquirido caracterizado por un deterioro persistente de las funciones cognitivas, del estado mental y de la conducta social, no causado por un delirium, y que interfiere en las actividades de la vida diaria, la actividad laboral o social.
Según la décima edición de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE), la demencia es un síndrome debido a una enfermedad cerebral, de naturaleza crónica o progresiva, con déficits de múltiples funciones su­periores (memoria, pensamiento, orientación, comprensión, cálculo, capacidad de aprendizaje, len­guaje y juicio, entre otras), sin existir alteración de la conciencia. En esta clasificación, el déficit se acompaña de deterio­ro del control emocional, del comportamiento so­cial o de la motivación, produciendo un deterioro intelectual apreciable que repercute en las activida­des cotidianas (asearse, vestirse, comer o funciones excretoras), con una duración del cuadro no infe­rior a seis meses y habiéndose obtenido la información de la exploración del paciente y de la anamne­sis a una tercera persona (1).
El manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM­-V) ha modificado sustancialmente sus criterios con respecto a la versión anterior. Así, los trastornos neurocognitivos se dividen en tres categorías: delirium, tras­torno neurocognitivo menor y trastorno neurocog­nitivo mayor (2).

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La demencia puede ser causada por múltiples etiologías que a veces, más aún en el paciente anciano, se interrelacionan

Uno de los factores de riesgo más relacionados a esta patología actual es el envejecimiento. En España, según proyecciones del padrón continuo del Instituto nacional de estadística (INE), para el año 2061 habrán más de 16 millones de personas mayores (38.7% del total de la población) (3). Las estimaciones de incidencia en demencia suelen ser desde 5 a 10 casos por 1.000 personas-año en el grupo de 64 a 69 años de edad, hasta 40 a 60 casos por 1.000 personas/año en el grupo de 80-84 años (4).
En el estudio Rotterdam plantean que mujeres mayores de 55 años tienen doble riesgo de padecer dicha patología con respecto a los hombres, tanto por su mayor expectativa de vida como por la mayor incidencia de demencia en edades muy avanzadas (5).
En los estudios de prevalencia se revela una tendencia similar al incremento según avanza la edad. Se plantea una prevalencia por debajo del 2% en pacientes entre los 65 y 69 años, duplicándose este valor cada 5 años y alcanzando un 10-17% en el grupo de edad de 80-84 años (6).
Dos de los aspectos sobre los que más incide la demencia son la pérdida de calidad de vida del paciente y las implicaciones sobre el cuidador.

Diagnóstico

Como diagnóstico sindrómico, exige realizar una historia clínica y exploración física-neurológica detallada, evaluar la repercusión de los niveles de funcionalidad del individuo, realizar una evaluación neuropsicológica formal y la cumplimentación de criterios clínicos de demencia, sobre todo, si se presentan: quejas subjetivas de pérdida de memoria, deterioro funcional reciente, depresión o cuadros confusionales durante ingreso hospitalario.
Exige, como hemos dicho, una valoración clínica donde se exploren las funciones cognitivas, como la memoria, la orientación, la atención, el lenguaje, las praxias, la función visuoespacial, la función visuoconstructiva y las funciones ejecutivas. Se deben evaluar los síntomas psicopatológicos y conductuales asociados: síntomas afectivos, anímicos, síntomas psicóticos y trastornos del comportamiento y otras actividades como manías, compulsiones, obsesiones, trastornos somatomorfos o trastornos en conducta alimentaria (7).
Esta evaluación se completará con la utilización de escalas y mediante cribado de test (globales, de memoria, de función cognitiva) para objetivar la repercusión sobre la funcionalidad y la evaluación neuropsicológica (8).
También se solicitarán pruebas complementarias, siguiendo recomendaciones de guías clínicas donde el estudio básico consiste en una analítica sanguínea y realización de tomografía computarizada (TC) cerebral, así como la posibilidad de solicitar otras pruebas si sospechamos de patologías concretas (8).
Clasificación de Demencia
La demencia es un síndrome que puede ser causado por múltiples etiologías que, a veces, más aún en el paciente anciano, se interrelacionan (tabla 1). La causa más frecuente de demencia en el sujeto anciano occidental la enfermedad de Alzheimer (1, 7, 8).
 

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Tabla 1 – Clasificación de Demencias según CIE-10

 
Diagnóstico diferencial de los tipos de demencia
Como mencionamos previamente, en los pacientes geriátricos es común encontrar una demencia de tipo mixto, es decir que se interrelacionen dos tipos de demencias de diferentes orígenes. Planteamos a continuación (tabla 2) diferentes características específicas de los tipos de demencia más comunes en la actualidad para intentar enmarcar la sintomatología, exploración y pruebas de imagen que se realicen en el paciente durante la consulta (8).
 
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Tabla 2 – Diagnóstico diferencial de las demencias más frecuentes – EA: Enfermedad de Alzheimer. DV: Demencia vascular. DLFT: Degeneración lobar frontotemporal. DL: Demencia de cuerpos de Lewy

 

Tratamiento

Las aportaciones de la farmacoterapia al tratamiento de las demencias y, en concreto, de la Enfermedad de Alzheimer (EA), es relativamente reciente. En la actualidad existen más de 60 fármacos en fase de desarrollo para el tratamiento sintomático. Los fármacos disponibles en la actualidad pueden clasificarse a grandes rasgos en: fármacos potenciadores de la función colinérgica y fármacos que reducen la síntesis de radicales libres (10).
En la actualidad, solamente los fármacos inhibidores de la acetilcolinesterasa (IACE) tienen su indicación específica, como lo son: rivastigmina, donepezilo y galantamina (10).
En la demencia vascular existen varias estrategias terapéuticas farmacológicas para su tratamiento, como: antioxidantes, antitrombóticos, reducción de la presión arterial, CDP-colina, Ginko-Biloba, hydergina, nimodipino, pentoxifilina, piracetam, propentofilina (10).
Para el tratamiento de los trastornos psicóticos o conductuales, así como de la ansiedad o la depresión que pueden aparecer en contexto de una demencia, se dispone de tratamiento farmacológico consistente en antipsicóticos típicos y atípicos, anticonvulsivantes o antidepresivos, pero es conveniente recordar que, en muchas ocasiones, el control de los síntomas conductuales o psiquiátricos en los pacientes dementes puede conseguirse eficazmente mediante la aplicación de medidas no farmacológicas (10).

Conclusión

La demencia tiene un impacto social, sanitario y económico alto en la actualidad, por ende son necesarias y se están desarrollando estrategias que permiten un diagnóstico precoz, un tratamiento a distintos niveles y un abordaje multidisciplinario que no abarque solo al enfermo, sino también su entorno.
Referencia bibliográfica:

  1. Organización Mundial de la Salud. Clasificación Internacional de Enfermedades, decima edición (CIE­10). Geneva: WHO; 1992.
  2. Asociación Americana de Psiquiatría DSM-5. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, 5º ed.: Médica Panamericana; 2014.
  3. Instituto de información sanitaria. Estadísticas sanitarias: Proyección de la Población de España 2016-2066 (publicado en internet), Madrid 2016. Disponible en: http://www.ine.es/prensa/np994.pdf.
  4. Savva GM, Brayne C. Epidemiología y repercusión de la demencia. Manual de Enfermedad de Alzheimer y otras demencias. 1º ed. Madrid: Editorial Panamericana; 2010. p. 17-21.
  5. Ott A, Breteler MM, van Harskamp F, Stijnen T, Hofman A. Incidence and risk of dementia. The Rotterdam Study. Am J Epidemiol. 1998 Mar 15; 147 (6): 574-80.
  6. Förstl H, Maelicke A, Weichel C. Prólogo: Epidemiología: J & C Ediciones Médicas; 2007. p. 2-7.
  7. López-Álvarez J, Agüera-Ortiz LF. Nuevos criterios diagnósticos de la demencia y la enfermedad de Alzheimer: una visión desde la psicogeriatría. Psicogeriatría 2015; 5 (1): 3-14
  8. Pérez Abascal N, Mateos del Nozal J. Valoración Geriátrica como instrumento. En: Gil Gregorio P, coordinador. Manual del residente en Geriatría. 1ºed. Madrid: Ene life: 2011. P.16-23.
  9. Montero Pérez B. Utilidad de las pruebas de imagen en el diagnóstico de demencia (Trabajo fin de grado). Valencia: Universidad católica de Valencia; 2016.
  10. Martín Carrasco M, Agüera Ortíz L, Sánchez Ayala M.I, Mateos Álvarez R, Franco Martín M, et al. Consenso español sobre demencias. 2º ed. Barcelona: Exter V, S.L; 2017.
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Sobre el autor: Francisco Javier Montero Parra 

Francisco Javier Montero Parra es licenciado en Medicina y Cirugía y especialista en Medicina del Trabajo. Actualmente es responsable del Servicio Médico en la residencia ILUNION El Robledillo, en Villarrobledo (Albacete). Además es vicepresidente del Comité de Ética de ILUNION Sociosanitario.
 

Colaboradores:

geriatricarea-Beatriz-Montero-Perez-ilunionBeatriz Montero Pérez
Médico Residente Neurofisiología Clínica
Servicio de Neurofisiología clínica
Hospital Universitario Miguel Servet
Zaragoza, España
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Carmen Elías de Molins Peña
Médico Residente Geriatría
Servicio de Geriatría
Hospital Real y Provincial Nuestra Señora de Gracia
Zaragoza, España 

geriatricarea Jorge Eduardo Corrales Cardenal
Jorge Eduardo Corrales Cardenal
Médico Residente Geriatría
Servicio de Geriatría
Hospital Real y Provincial Nuestra Señora de Gracia
Zaragoza, España.