/p>Coincidiendo con la celebración del Día Mundial del Glaucoma, la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) ha realizado un llamamiento para resaltar la importancia de la detección precoz de esta patología que, sólo en nuestro país, afecta a más de un millón de personas, de las cuales, la mitad lo desconoce.
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En nuestro país, el glaucoma afecta a un millón de personas y su incidencia aumenta con la edad, especialmente a partir de los 60 años

Este desconocimiento es debido a una de las principales características del glaucoma: la ausencia de síntomas, lo que explica la dificultad de detección. Tal y como apunta el Dr. José Antonio López Trigo, geriatra y presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, “en la forma más común de glaucoma -primario de ángulo abierto o crónico simple- no hay síntomas ni dolor; el paciente va perdiendo la visión de manera imperceptible y progresiva”. Esta falta de sintomatología provoca que en muchas ocasiones “el hallazgo sea casual tras una visita al especialista por otro motivo, y en otras ocasiones cuando los pacientes acuden a la consulta por percibir alteraciones en su campo visual, ya es demasiado tarde, pues ya se han producido lesiones severas, que desgraciadamente son irreversibles”, explica el presidente de la SEGG.
Esta enfermedad ocular se debe al daño a nivel de la cabeza del nervio óptico, que provoca una alteración del campo visual, y se suele asociar a un aumento de la presión intraocular. Hoy se considera una enfermedad neurodegenerativa ya que existe una muerte de las células ganglionares de la retina. Y al igual que sucede con otras enfermedades de carácter neurodegenerativo, como por ejemplo el Alzheimer, el éxito de la cura está ligado a la obtención de tratamientos capaces de proteger y regenerar las células.
A medida que la enfermedad evoluciona, va produciendo una restricción del campo visual desde la periferia hacia el interior, lo que se denomina “visión en forma de tubo”. En el 5% de los casos, a pesar del correcto tratamiento médico o quirúrgico, encaminado a controlar la presión intraocular, conduce a la ceguera de forma irremediable. De ahí que el doctor López Trigo recalque “la importancia de identificar y tratar los casos de forma precoz, ya que de esta forma la ceguera podría evitarse en más del 95% de los casos”.
El riesgo de padecer glaucoma aumenta a partir de los 60 años, con una incidencia del 2,1%, aunque esta patología puede aparecer a cualquier edad, incluso de forma congénita. Esta cifra asciende al 2,3% en personas de 60 a 69 años y, una vez pasados los 70, alcanza el 3,7%.
Además de la edad, existen otros factores de riesgo como la diabetes, la presión intraocular alta, antecedentes familiares de glaucoma, miopía elevada o la hipertensión arterial. En caso de tener alguno de estos factores, conviene acudir al oftalmólogo u óptico-optometrista para realizar revisiones al menos una vez año.
En este sentido, la SEGG aboga porque exista una coordinación entre el médico de familia, el geriatra y el oftalmólogo para tratar esta patología y evitar una ceguera irreversible que afecta en mayor grado a las personas mayores, mermando su calidad de vida y autonomía personal.
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