El 80% de las personas diagnosticadas con Parkinson llegará a padecer depresión, según datos de la Asociación Parkinson Madrid. De hecho, este trastorno psicológico es la primera manifestación del Parkinson en el 40% de los casos. Además, las personas con depresión son tres veces más propensas a desarrollar esta enfermedad, según un artículo académico publicado en la revista Neurology.
Si bien el Parkinson es conocido por ser un trastorno del movimiento, las primeras fases no suelen presentar el temblor típico de la enfermedad. En su lugar, los primeros síntomas acostumbran a ser no motores y tan poco específicos como, además de la depresión, problemas de memoria, estreñimiento, pérdida de olfato, alteraciones urinarias o disfunción sexual y, de forma muy habitual, trastornos del sueño.
Esto, junto al desconocimiento sobre sus causas exactas, hacen de esta enfermedad uno de los trastornos neurológicos más difíciles de diagnosticar e incluso pueden llevar a la confusión en el diagnóstico. De hecho, la Sociedad Española de Neurología (SEN) cifra los diagnósticos erróneos hasta en un 24%. Desde que aparece el primer síntoma el 52% de las personas afectadas tarda una media de 1 a 5 años en ser diagnosticado, y un 19% espera más de 5 años a recibir el diagnóstico definitivo, según la SEN. No obstante, a pesar de esta dificultad de diagnóstico, cada año se diagnostican 10.000 nuevos casos de Parkinson en España.
“La enfermedad de Parkinson es una afección acrónica y progresiva. Es decir, a medida que la enfermedad avanza, los pacientes experimentan diversos grados de discapacidad funcional. En este sentido, el Parkinson tiene un gran impacto en la calidad de vida del paciente y aumenta a casi el doble la mortalidad de los mismos”, explica el Dr. Jordi Rumià Arboix, especialista en Neurocirugía, con más de 20 años de experiencia en Neurocirugía Funcional y Estereotáctica. “Aunque actualmente no existe ninguna cura para la enfermedad de Parkinson, algunos medicamentos o cirugía pueden mejorar sustancialmente los síntomas motores y la calidad de vida diaria de los pacientes”, añade.
Aunque el temblor parkinsoniano generalmente comienza a estar presente en personas mayores de 60 años, cada vez se diagnostican más pacientes con Parkinson de menos de 45 años, y es una de las principales causas que contribuyen a la depresión del paciente.
Hasta ahora el tratamiento con fármacos era la única terapia para tratar los síntomas motores, sobre todo en pacientes mayores de 70 años, ya que éstos no son candidatos a la cirugía convencional por los riesgos que conllevan las operaciones craneales abiertas. De hecho, el 34% de los costes directos del esta enfermedad corresponde a la compra de fármacos para mejorar estos síntomas, según la Fundación Cerebro, fundación social de la SEN.
Sin embargo, gracias a los avances en la tecnología, ahora existen técnicas como ResoFus Alomar, que mediante el uso de ultrasonidos focalizados consigue reducir el temblor en un 80% -alcanzando en algunos casos una reducción del 98%-, sin necesidad de apertura craneal y con un 99% de seguridad, incluso de pacientes de edad avanzada.
Esta tecnología combina imágenes de resonancia magnética con ultrasonidos en tiempo real lo que permite una precisión nanométrica y un gran control en comparación con la radiofrecuencia o la estimulación cerebral profunda. Los ultrasonidos focalizados reducen el riesgo de infección postoperatoria, la lesión de áreas no deseadas o formación de tromboembolismos, por lo que es una opción terapéutica recomendable para pacientes de edad elevada y pacientes con temblor resistente a fármacos. Además, al ser un tratamiento ambulatorio, el paciente no tiene necesidad de pasar por quirófano y se recupera rápidamente.
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