Un artículo de Laura Alemán
Responsable de Comunicación de la Federación Española de Diabetes (FEDE).

En el año 2002, la Organización Mundial de la Salud (OMS) definió el “envejecimiento activo” como “el proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen” a lo que se añadió que “permite a las personas realizar su potencial de bienestar físico, social y mental a lo largo de todo su ciclo vital y participar en la sociedad de acuerdo con sus necesidades, deseos y capacidades, mientras que les proporciona protección, seguridad y cuidados adecuados cuando necesitan asistencia”.
Unos años después se incorporó el concepto de “envejecimiento saludable”, que en el Informe Mundial sobre el Envejecimiento y la Salud (2015) se define como “el proceso de fomentar y mantener la capacidad funcional que permite el bienestar en la vejez”, entendiendo la capacidad funcional como “los atributos relacionados con la salud que permiten a una persona ser y hacer lo que es importante para ella”.

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La práctica de ejercicio físico de forma regular aporta numerosos beneficios para la salud de los mayores

Las definiciones de estos conceptos nos dan una idea de la gran cantidad de factores que rodean el concepto del envejecimiento y que no solo tienen relación con la salud, desde un punto de vista físico, sino que también se vincula a las relaciones sociales y el bienestar psicológico.
Y para lograr un proceso de envejecimiento activo y saludable entre las personas mayores, entre las cuales es común padecer diabetes, es imprescindible considerar el papel del ejercicio físico, por su gran cantidad de beneficios.

Beneficios del ejercicio para las personas mayores

La práctica de ejercicio físico de forma regular aporta numerosos beneficios para la salud ya que, a nivel físico, mejora la resistencia, incrementando el tono muscular; aumenta o mantiene la densidad ósea; y favorece la flexibilidad de las articulaciones. Además, para las personas con diabetes, el ejercicio constituye una pieza esencial del tratamiento, ya que favorece el control de los niveles de glucosa en sangre, al mejorar la resistencia a la insulina; y contribuye a conseguir o mantener un peso corporal adecuado, uno de los grandes retos entre las personas con diabetes, puesto que el 90% padece sobrepeso u obesidad.
No obstante, el ejercicio también aporta numerosos beneficios a nivel psicológico, al impulsar la liberación de endorfinas, que se asocian con estados de ánimo positivos y que, por lo tanto, contribuyen a combatir los síntomas de depresión, estrés o ansiedad que padecen algunas personas mayores; lo que, además, facilita el descanso. Asimismo, diversos estudios, como el publicado recientemente en la revista “Neurology: Clinical Practice”, han demostrado que el ejercicio también tiene un impacto positivo sobre el desarrollo cognitivo, ayudando a reducir o retrasar el deterioro cognitivo y la demencia propia del envejecimiento.
Por último, es importante destacar el impacto positivo que puede tener la práctica de ejercicio físico a nivel social, al ser una actividad que, en muchas ocasiones, se puede realizar en grupo, fomentando la colaboración, el apoyo mutuo, el afán de superación, etc. Además, desde la Federación Española de Diabetes (FEDE) se impulsa el deporte como una vía para luchar contra los estereotipos, ya que el ejercicio físico puede ayudar a las personas con diabetes a superarse y desarrollar todo su potencial, al margen de su edad.
Un buen ejemplo de esto ha sido el “Reto Camina por la Diabetes 2018”, a través del cual más de 300 personas con diabetes, adultos y mayores, han participado en el desafío deportivo que supone recorrer el Camino de Santiago, demostrando así la importancia del deporte para el control de la diabetes.
Otro ejemplo de éxito en lo que a promover el envejecimiento activo se refiere es el portal Más Que Abuelos, una iniciativa de Janssen, que cuenta con una gran cantidad de contenido informativo sobre salud, mente activa, ejercicio y nutrición; acompañado de testimonios, que invitan a las personas mayores a cuidar de su salud y mantener un estilo de vida activo.

Adaptar la práctica de ejercicio a la edad

La práctica de ejercicio físico es, como se ha visto, una actividad esencial para favorecer el envejecimiento activo, con numerosos beneficios para el cuerpo y la mente. No obstante, no hay que olvidar que también puede entrañar ciertos riesgos para la salud, si no se realiza de la forma correcta, por lo que es apropiado que las personas mayores consulten con sus profesionales sanitarios de referencia sobre el tipo de actividad más adecuada.
A nivel general, la OMS establece las siguientes recomendaciones para la práctica de actividad física en adultos de más de 65 años:

  • Dedicar 150 minutos a la semana a actividades físicas moderadas y de carácter aeróbico o 75 minutos si la actividad física aeróbica es vigorosa. Si el estado de salud lo permite, se recomienda aumentar hasta 300 minutos el tiempo de actividad física moderada semanal.
  • Practicar el tipo de actividad que se prefiera en sesiones de un mínimo de 10 minutos, de forma regular a lo largo de la semana hasta llegar a los 150 minutos. Por ejemplo, se puede lograr haciendo 30 minutos de actividad de intensidad moderada, cinco veces a la semana.
  • Combinar actividades para mejorar el equilibrio y la capacidad física, con otras que contribuyan a fortalecer los principales grupos de músculos.

Por último, esta organización recuerda que, al margen del ejercicio físico que se realice de forma consciente, a lo largo del día se realizan otros movimientos corporales, que se pueden considerar actividad física, y también contribuyen al bienestar físico y mental. Por ejemplo, desplazamientos, actividades domésticas, tareas ocupacionales o actividades recreativas, que se pueden realizan tanto fuera como dentro del hogar.