Esta futura ley de protección de los mayores, una petición que CEOMA ya había formulado a la Secretaría de Estado de Servicios Sociales, tomará como base la Estrategia Nacional de Personas Mayores, anunciada recientemente por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, y adaptará contenidos para evitar situaciones de abusos y malos tratos en todos los ámbitos (familiar, atención sociosanitaria…).
Bartolomé José Martínez, técnico jefe del Área de Sanidad y Política Social del Defensor del Pueblo, destacó en el marco de estas jornadas que es necesario “reflexionar sobre el maltrato” ante el cual “la sociedad ha de alzarse, necesariamente por este orden: la sociedad y las propias víctimas”, así como puntualizó que todas las personas “están plenas de derechos y de dignidad”.
Por su parte, el director técnico del programa Desatar al Anciano y al Enfermo de Alzheimer, Antonio Burgueño, hizo hincapié en los malos tratos por parte de organizaciones e instituciones, una forma de maltrato que catalogó de “casi invisible y que forma parte de la normalidad del funcionamiento de los centros”. Se trata, en su mayoría, de fallos organizativos del régimen institucional establecido que resultan “abusivos” para las personas que viven en los centros residenciales.
Entre los errores de organización, este experto destacó la neutralización moral, el desequilibrio de poderes internos o la no rendición de cuentas, aunque repasó otros fallos de actuación como la desmotivación y la falta de habilidades de los profesionales o las prisas y la falta de tiempo, entre otras cuestiones. Para Antonio Burgueño “hay normas arrolladoras que pasan por encima de la condición humana. Desde este punto de vista puede suceder que el maltrato non sea tan extraordinario en las instituciones, sino lo cotidiano. El problema es que son formas de maltrato de las que nadie tiene conciencia”.
La médico del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, Carmen Sánchez, incidió en la importancia de la prevención, la detección y el abordaje de los malos tratos en el ámbito hospitalario. En este sentido, detalló una serie de indicadores que pueden alertar de una situación de abuso, ya sean de tipo económico, sexual, de negligencia, psicológico, de discriminación o de encarnizamiento, entre otros.
En la prevención del maltrato a las personas mayores, los cuidadores también juegan un papel fundamental. El profesor de la Facultad de Sociología de la Universidad de Salamanca Jesús Rivera reflexionó sobre la demencia como principal factor de riesgo a la hora de ser víctima de abusos. En su opinión, es importante conocer la percepción de los cuidadores de los ancianos con demencia sobre el maltrato y la violencia ejercida sobre las personas mayores.
Según los datos del estudio que presentó, el perfil del cuidador suele ser el de un familiar que en el 75% de los casos cuida a un anciano con demencia o Alzheimer, que lleva más de dos años a cargo de la persona mayor, que cuida de ella por la noche y que, en el 19% de los casos, ha tenido que modificar su trabajo para poder realizar esta tarea.
En este contexto, la sobrecarga de trabajo y el escaso apoyo social se convierten en dos de los principales factores de riesgo que llevan a los cuidadores a sentirse frustrados e incomprendidos ante el hecho de tener que cuidar a una persona mayor con demencia.
Desde el punto de vista psicológico, la vicepresidenta de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, Sacramento Pinazo, destacó la infantilización y la despersonalización que muchas veces los profesionales de los centros residenciales ejercen sobre los mayores, tratándolos como si fueran niños u objetos. En estos casos, las formas de maltrato se materializan mayoritariamente en el rechazo, el aislamiento o la ignorancia de la persona mayor, que produce ansiedad, miedo, tristeza o desmoralización en estas personas.
Por lo que respecta al maltrato económico, Jordi Muñoz, miembro de la Asociación para la Investigación del Maltrato a las Personas Mayores (EIMA), apuntó que esta forma de abuso “se da de manera brutal y está creciendo de una forma exponencial”, fundamentalmente porque la mayoría de personas mayores cuenta con una pensión y una vivienda en propiedad, “lo que hace que generen un interés inusitado hacia familiares que van a intentar aprovecharse de la situación”.
“La sensación general de la sociedad es que hay mucho abuso económico, pero la realidad es que no actuamos para atajar el problema”, afirmó Muñoz, advirtiendo que a pesar de “tratar de no criminalizar y ser objetivos, es necesario estar atentos y que la persona mayor sepa que puede tener apoyos externos. Todos tenemos que detectar y tener la capacidad de dar soporte y empoderar a las personas mayores para que se hagan respetar”.
Por su parte, la ex diputada y vicepresidenta de la UE de Mayores del Partido Popular Europeo, Carmen Quintanilla, habló sobre el liderazgo de las personas mayores en Europa y sobre la necesidad de otorgarles poder para “romper esa discriminación que significa apartarles de la sociedad”. En su opinión, «no podemos arrinconarnos. Ser mayor es ser una persona que quiere estar en la sociedad del siglo XXI y esta circunstancia pasa por permanecer activos, por seguir siendo consumidores, por participar en la vida política, por estar en el mundo del empleo el tiempo que queramos y por trasladar una imagen positiva de nosotros mismos”.
A este respecto, Quintanilla recalcó también el poder económico de las personas mayores en España, ya que “los mayores están ayudando a pagar la deuda pública de nuestro país porque son los que tienen bonos del Estado y están ayudando a nuestros jóvenes que no llegan a fin de mes”.