Un artículo de Mª Consuelo Vázquez Ruiz de Larrea,
Socia de SECOT (Seniors para la Cooperación Técnica), Delegación de Álava
Pertenezco a una generación de mujeres que en nuestra educación no se promocionó la necesidad, importancia y beneficios que implica para todas las personas el desarrollo de la actividad física. La educación física era considera una asignatura “maría”.
Esta asignatura no tenía objetivos educativos planificados para el desarrollo integral de la persona. Con el tiempo y las aportaciones de las diversas investigaciones de las distintas ciencias, como la biología, medicina, fisiología y psicología, entre otras, se vio la necesidad de planificar esta actividad desde el punto de vista educativo y se exigió al profesorado que la impartía una preparación adecuada y titulación académica.
Con la formación de los docentes y las sugerencias de otros profesionales de las distintas ciencias se hizo hincapié en la necesidad de realizar ejercicio físico y cualquier actividad aeróbica bien planificada. Por ello la actividad física ha cobrado un gran desarrollo y una necesidad vital en todas las edades por los beneficios que reporta tanto al cuerpo como a la mente.
Es una realidad evidente que este mensaje de favorecer e incrementar la actividad física se ha considerado como indispensable en todas las etapas educativas. También se ha visto necesario para todas las etapas de la vida, y en particular cuando se finaliza la actividad laboral, ya que contribuye a lograr un mejor envejecimiento activo, aminora algunas enfermedades, mejora el estado de ánimo y contribuye a desarrollar más y mejor la sociabilidad. Prueba de todo ello es el gran número de mayores que participa en actividades físicas o deportivas acudiendo a los distintos centros o lugares específicos en todas las ciudades.
Siguiendo los consejos de la prestigiosa investigadora y neurocientífica Wedy Suzuki, en su interesante libro “Cerebro Activo, Vida Feliz”, en el que comenta como la realización del ejercicio físico ha cambiado radicalmente su vida, se puede deducir que esto mismo también es aplicable a cualquier persona mayor que tome en serio su envejecimiento saludable.
La realidad que ella cuenta de su propia experiencia es que la actividad aeróbica le trasformó su cuerpo, su mente y su cerebro. El ejercicio físico además de mantener el cuerpo en forma nos hace estar más content@s, lo cual contribuye también a mejorar el aspecto afectivo-emocional, además de favorecer una mayor concentración intelectual, por lo que se trabajará mejor y se conseguirán nuestros objetivos con más rapidez. Si a estos beneficios se añade la posibilidad de realizar actividad física con otras personas, se favorecerá nuestra sociabilidad y las relaciones sociales.
Por lo tanto si tenemos presente, como dice la psicología, que toda persona es una unidad inter-conexionada, lo que se denomina con la trilogía bio-psico-social, el ejercicio físico mejora nuestro cuerpo, nuestra mente y la convivencia social con nuestros semejantes, lo que nos ayudará, sin duda, a sentirnos mejor y ser más felices.
Está demostrado científicamente a través de diversas investigaciones que la actividad física, en sus más diversas variantes, nos ayuda a tener una mejor imagen corporal, a estar más en forma, a mejorar la actividad cerebral, la memoria a largo plazo, el aprendizaje y las capacidades cognitivas en general: atención, concentración, razonamiento, e incluso la inteligencia, etc.
El ejercicio físico también nos ayuda a protegernos del estrés. La vida que habitualmente llevamos nos produce tensiones psicológicas y peligros físicos constantes que nos causan ansiedad, preocupación, y hasta enfermedades físicas y mentales. También contribuye a mejorar la plasticidad cerebral, ya que se renuevan las conexiones con el ejercicio y la actividad, a tener un cerebro más activo, además de alinear mejor esa triangularidad de la mente, el cuerpo y el espíritu.
Debemos de incluir como realizaciones de actividades beneficiosas y que re refieren más a la espiritualidad, las prácticas de la meditación, relajación, respiración, taichí, yoga, “mindfulness”, que aportan y ayudan a una mejor concentración, atención, observación, reposo, tranquilidad y bienestar personal.
Con todo lo expuesto se puede resumir que si queremos ser personas mayores activas, el ejercicio físico retrasa el envejecimiento. Estar sentado no ayuda a vivir mejor. Vivir es hacer, es actividad, siempre se debe intentar hacer algo nuevo que nos estimule. La inactividad es un camino que conduce a la muerte prematura y al envejecimiento acelerado, además de poder contraer más enfermedades físicas y mentales.
Nunca es tarde para empezar a hacer cualquier deporte, gimnasia, caminar, bailar, correr, nadar, andar en bici, hacer pesas, etc. No hay ninguna edad que prohíba estar activo y los beneficios siempre son evidentes produciendo recompensas personales. De hecho, hoy las mujeres de mi generación participan incluso en mayor proporción de actividades físicas que los varones.
Deepak Chopra, médico de renombre mundial de medicina alternativa, comenta que «es bueno ejercitarse un poco todos los días, esto es mucho mejor que hacerlo de vez en cuando. Toda actividad que se inicia y se interrumpe produce tensión en el cuerpo. Se requiere un ejercicio más largo y sostenido para desarrollar un buen estado general, a la vez que acumulamos masa muscular y aumentamos la resistencia corporal, tonificamos el sistema cardiovascular, bombeamos la sangre más deprisa, brindamos un poco de esfuerzo a los pulmones, respiramos mejor, etc. Los ejercicios aeróbicos regulares nos harán más sanos, aunque no necesariamente agregan años a la vida, no se va a obtener más tiempo, sino una mejor calidad de vida, lo cual es sin duda una ventaja muy importante.”
El envejecimiento depende sobre todo de nuestra conciencia, de nuestra percepción de la vida, de lo que pensemos de nosotr@s mism@s, de nuestra actitud personal positiva o negativa. También podemos utilizar el poder de nuestra conciencia para trasformar nuestro cuerpo, crear las condiciones para ser longev@s y preservar el equilibrio personal.
El secreto para vivir más y envejecer mejor está en el equilibrio entre el cuerpo y la mente. Hagamos ejercicio, exploremos, busquemos lo que más guste. Que nuestro tiempo no sea vacío, hay muchas actividades para realizar. Como sugerencias para todas las personas en general y para los mayores en particular, acudo a las ideas que Wendy Susuki nos comenta:
“Si trasformamos nuestro cuerpo con el ejercicio activo, también mejorará nuestra mente y viviremos mejor. Si activamos nuestro cerebro tendremos una vida más feliz.
Si utilizamos nuestro cerebro para estar en forma, seremos también más inteligentes y mucho más felices.
Podemos aprender a sacarle el máximo partido a nuestro cerebro y lograr que funcione mejor a través de las siguientes claves para activarlo:
- Hacer ejercicio físico.
- Practicar Mindfulness y Meditación
- Vivir experiencias positivas y disfrutar de relaciones plenas y satisfactorias con las personas que nos rodean.”
Siempre es posible cambiar nuestros hábitos de vida a mejor. Querer es poder. Vivamos activamente. Empleemos nuestro tiempo libre sacando el máximo partido de nuestras acciones. Disfrutemos haciendo ejercicio físico merecerá la pena intentarlo.
La actividad física regular, un tipo de dieta mediterránea equilibrada, el consumo moderado de alcohol y no fumar, son hábitos bien conocidos para envejecer activa y saludablemente. Estas prácticas saludables tienen también resultados positivos para la persona aunque sean incorporadas en edades avanzadas de la vida.Se puede decir, por tanto, que nunca es demasiado tarde para fomentar los hábitos sanos y la buena forma física.
2 Comments
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Estimados compañeros:
Muchas gracias por la publicación de mi artículo. Saludos. Consuelo