Nuevos roles para la participación y el compromiso social durante la jubilación. Hacia una reconceptualización del envejecimiento activo.
geriatricarea Pilar Rodríguez Rodríguez Fundación Pilares

 

Un artículo de Pilar Rodríguez Rodríguez
Presidenta
Fundación Pilares para la Autonomía Personal

 
 
Ya no cabe duda alguna de que, en la actualidad, la jubilación no es un rito de paso hacia la desvinculación con la vida activa, el descanso y la preparación para la muerte. Quienes ahora se están preparando o acaban de llegar al momento de jubilarse están en condiciones muy diferentes a las que se vienen describiendo con respecto al conjunto de personas mayores de 65 años: tienen buena salud, pensiones cada vez más altas, un nivel cultural en el que se van incorporando personas con estudios medios o superiores y manejan con destreza las TIC.
Sin embargo, se percibe poca evolución en la oferta para responder a las nuevas demandas en el diseño de programas relacionados con el envejecimiento activo. No parece que estemos suficientemente preparados para responder a las expectativas de las nuevas personas mayores. Pero, ¿conocemos cuáles son éstas?
Para responder a esta relevante cuestión, nuestra Fundación tiene una línea de investigación abierta en la que venimos trabajando desde hace cinco años. Los objetivos estratégicos que nos propusimos desde el inicio fueron conocer cómo son, qué hacen y qué piden las personas mayores que vienen, por una parte, y, por la otra, diseñar algunas líneas de orientación hacia posibles medidas de intervención en el campo del envejecimiento activo, aprovechando los recursos psicosociales de los que disponen estas generaciones para mejorar sus propias vidas y a la vez beneficiar a sus entornos sociales.

geriatricarea envejecimiento activo Fundacin Pilares
Los dos nuevos libros de Fundación Pilares muestran cómo son, qué hacen y qué piden las personas mayores que vienen, y proponen medidas de intervención en el campo del envejecimiento activo

En este sentido, hemos aplicado una metodología cuantitativa (encuesta a la población española entre 50 y 69 años) que se complementa con un estudio cualitativo mediante entrevistas en profundidad y grupos de discusión con varones y mujeres de ese mismo grupo de edad.
Con los resultados de estas investigaciones, hemos publicado dos libros, que pueden descargarse gratuitamente en la web de nuestra Fundación, o bien adquirirse en papel. Llevan por título: Las personas mayores que vienen y Envejecer sin ser mayor.
Entre tales resultados obtenidos, resumimos los siguientes:
Se ha roto la estructuración del ciclo vital de las personas en torno a las tres fases clásicas de: formación, empleo y jubilación. La difuminación de estas fronteras se explica porque ahora los/as trabajadores/as tienden a formarse durante toda su vida y entran y salen constantemente del sistema laboral, y, por otra parte, porque se ha producido la sustitución del valor del trabajo como base identitaria de la persona por el valor del consumo. Todo ello ha terminado por afectar al concepto que nuestras sociedades construyen sobre la jubilación y por extensión sobre la vejez.
Las personas que van a incorporarse ahora a la jubilación o acaban de hacerlo reflejan esta tensión entre una serie de roles atribuidos a la “vejez” y sus propias expectativas, criticando de facto la categoría de edad como articuladora última de la imagen que la sociedad pueda atribuirles (por eso rechazan en general acudir a los centros sociales de mayores o a viajar en grupos solo de mayores).
En la construcción de sus expectativas respecto a esta fase de sus vidas influye el hecho de que la actual generación ha sido la primera de consumidores de nuestro país, la primera que se socializa en una cultura del consumo madura, la cual han contribuido a formar y desarrollar.
Es sobre todo esta posición la que ha permitido que al abandonar el trabajo no se hayan producido crisis severas de sus proyectos vitales, al disponer de un territorio en el que participar plenamente como sujetos reconocidos, el del consumo (sobre todo en el ámbito del ocio activo).
El estudio constata, así, que han quedado invalidadas las viejas teorías sobre la jubilación elaboradas por Atchley (pérdida de autoestima y de valor social), Guillemard (muerte social), Rosow (el rol vacío de roles) o Rose (teoría de la subcultura), mientras que prevalece y se fortalece el concepto de generatividad propuesto por Erikson, en el sentido de reconocer el valor que tienen la experiencia y los conocimientos de las personas que se jubilan y la posibilidad de transmitirlo como legado a las generaciones jóvenes.
Las perspectivas de las personas que hemos entrevistado con respecto a sus potenciales proyectos vitales subrayan el hecho de que ya no estarán sujetos a una exigencia colectiva, como ocurría con los laborales, los formativos, la creación de una familia, etc. Por el contrario, perciben esos posibles proyectos como muy marcados por la madurez y la libertad, distinta a los requerimientos de la vida adulta y a las dependencias de la vejez. Aspiran a que sea un momento de gran equilibrio entre las demandas sociales y las expectativas personales.
Se dan condiciones materiales y formales para que se genere, de manera efectiva, una nueva fase vital, entre la adultez y la vejez, pero ese espacio abierto no ha sido rellenado suficientemente con prácticas y sentidos socioculturales específicos, por lo que estas personas generan más bien una trayectoria de continuidad con su anterior vida y de repliegue hacia la familia mientras sus anhelos de participación social que contemplen el aprovechamiento de su experiencia en beneficio de la comunidad se van difuminando al no encontrar cauces y causas que les satisfagan.
La existencia de este potencial que atesoran las nuevas personas jubiladas para fomentar acciones dirigidas a una reconceptualización de envejecimiento activo que abarque la participación social como una actividad colectiva y de corresponsabilidad con las instituciones, se ve lastrado por discursos y hábitos que dificultan aun la materialización de ese objetivo (especialmente la imagen degradada y marcada por el asistencialismo que todavía impregna al mundo del voluntariado), lo que hace que la tendencia hacia el compromiso social de un número importante de personas no llegue a materializarse.
En un momento como el presente, marcado por una potente crisis económica y moral, de la que existen indicios de salida, se concluye de nuestra investigación que esta misma coyuntura ha estimulado el plano motivacional de buena parte de las personas del grupo de edad 50-69 años que hemos estudiado, las cuales se sienten inclinadas a acercarse a iniciativas de carácter social o cooperativo, pero no se ha construido un discurso adecuado ni se han diseñado los programas que orienten finalmente estos impulsos hacia el terreno de la participación y el compromiso.
Pero de nuestra investigación también se desprende (y así lo recomendamos) que una estrategia eficaz para conseguir dicho objetivo pasaría antes de nada por crear “pasarelas” entre aquellas actividades en las que ya se involucra una gran mayoría de estos perfiles (las de formación, actividad física y todo el campo del asociacionismo), hacia otros proyectos de mayor compromiso social haciéndolos atractivos mediante la elaboración de una imagen del sector del voluntariado más cualificada, basada en un tipo de actividad que permita satisfacer las expectativas de reconocimiento, y a la vez de desarrollo personal, de estas generaciones.
Este constituye el gran reto de nuestra época en cuanto a la implementación de un renovado concepto de envejecimiento activo en la sociedad española.