/p>Que duda cabe que los centenarios constituyen un selecto grupo de población, y suponen un contrastado modelo de envejecimiento saludable, en los que la aparición de la principales enfermedades asociadas al envejecimiento, tales como el cáncer y la patología cardiovascular, entre otras, se retrasa o desaparece.
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Entre los centenarios la aparición de la principales enfermedades asociadas al envejecimiento se retrasa o desaparece

Y es que, como explicó la Dra. Consuelo Borrás, profesora titular de Fisiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valencia, en el Congreso de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) “los centenarios presentan una dotación genética óptima para alcanzar los límites de la longevidad humana pero, lo que es más importante, muestran una buena salud ya que son capaces de mantener las actividades de la vida diaria a edades muy avanzadas, y escapan a los efectos de las enfermedades asociadas al envejecimiento”.
Tal y como apuntó esta experta, según un estudio desarrollado en la Facultad de Medicina de la Universidad de Valencia y dirigido por el Dr. José Viña, “hemos observado que los centenarios sobreexpresan microRNAs en comparación con septuagenarios y personas jóvenes, y éstos sirven para regular la expresión génica, lo que supone que los centenarios regulan su expresión génica de una forma más exquisita, contribuyendo a un mejor mantenimiento de la homeostasis, y por tanto a una resistencia al desarrollo de enfermedades”.
En el estudio también se ha observado que existen grandes diferencias en su expresión génica: más de 1.700 genes se expresan de forma distinta en las personas con longevidad extrema. Ello se traduce finalmente en un menor estrés oxidativo y en una mejor función inmunitaria de sus linfocitos que las personas septuagenarias, e incluso jóvenes.
Según estos datos, la expresión génica característica de los centenarios, junto a cambios epigenéticos asociados, contribuye a su longevidad extrema, y lo que es más importante, a su gran calidad de vida.