Publicamos un nuevo artículo sobre nutrición y personas mayores extraído de la Guía de Alimentación para Personas Mayores, editada por el Instituto Danone. En esta ocasión, Monserrat Lázaro del Corral aborda el papel fundamental de la dieta cómo factor clave en la prevención de la osteoporosis.
La importancia de la dieta en la osteoporosis
Monserrat Lázaro del Nogal, del Servicio de Geriatría. Hospital Clínico San Carlos de Madrid.

El aporte a través de la nutrición de una cantidad adecuada de calcio y de vitamina D constituye el punto clave para la prevención de la osteoporosis. Ambos micronutrientes representan un papel fundamental y sinérgico en el mantenimiento de una salud osteomuscular óptima, y asegurar su aporte en la cuantía necesaria se considera el primer paso en la prevención y tratamiento de la osteoporosis.

El calcio y otros micronutrientes en la osteoporosis

El calcio y el fósforo son probablemente los nutrientes más estudiados en la prevención y el tratamiento de la osteoporosis. El esqueleto de un adulto contiene entre 1.100-1.500 g de calcio. Un solo centímetro cúbico de hueso tiene más calcio que todo el que circula en sangre. En peso, el calcio representa el 40% del contenido mineral óseo y el fósforo el 60%.

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El aporte adecuado de calcio en la dieta es fundamental a la hora de alcanzar un buen pico de masa ósea, que contribuye a la prevención de la osteoporosis

El calcio se absorbe en duodeno y yeyuno por transporte activo que depende de la vitamina D. Cuando la ingesta de calcio está aumentada se difunde a través del intestino. La habilidad para la absorción de calcio disminuye con la edad y en las mujeres con la disminución de los niveles de estrógenos tras la menopausia. Consumimos calcio a través del agua que bebemos y a través de ciertos alimentos, en especial de los productos lácteos, como la leche y sus derivados. Un método sencillo para calcular la ingesta de calcio en la dieta se detalla en la Tabla II.
La prevención de la osteoporosis en cuanto a aporte de calcio y derivados ha de iniciarse en la infancia,  y mantenerse en la adolescencia, en la juventud y a lo largo de toda la vida. El aporte de calcio en estas etapas está consensuado desde hace años (Tabla III). Diversos estudios han evaluado la importancia de la dieta durante la etapa de crecimiento y sugieren que una dieta rica en calcio (también en vitaminas y proteínas) es importante para lograr el máximo desarrollo de la densidad mineral ósea.
El aporte adecuado de calcio en la dieta es un factor decisivo a la hora de alcanzar un buen pico de masa ósea (el pico máximo se alcanza alrededor de los 35 años, para ir en descenso progresivamente durante el resto de la vida del individuo).
La adecuada ingesta de este elemento es una medida de salud pública que permite alcanzar un máximo óptimo de masa ósea y previene la pérdida de mineral óseo. También se ha constatado que el incremento de la ingesta de calcio durante la edad adulta y antes de la menopausia resulta beneficioso.
Las diversas Guías de Práctica Clínica así como los informes y protocolos de las sociedades científicas implicadas recomiendan una ingesta adecuada de calcio (1000-1500 mg/día) para la prevención primaria y secundaria de la osteoporosis y de las fracturas.
La leche y otros productos lácteos como el yogur, la mayor parte de los quesos y la mantequilla son las principales fuentes de calcio. Además, existe una variedad de otros alimentos que también representan aportaciones importantes. Entre ellos, las hortalizas de hojas verdes como el brócoli, la col rizada, la berza común, la mostaza, los nabos y el bok choy o repollo chino. Otras fuentes de calcio recomendables son el salmón, las sardinas enlatadas o no, los mariscos, las almendras, las nueces de Brasil y las legumbres secas. En la Tabla IV se detallan algunos de los alimentos más comunes así como su contenido en calcio.
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Conviene recordar que existen una serie de factores que pueden interferir con la absorción y /o eliminación de calcio. Nuestra dieta occidental suele ser hiperproteica y con un exceso de sodio, y ello puede favorecer una excreción aumentada de calcio.
En este sentido, también puede actuar el abuso de cafeína. Si además hay un exceso en la dieta de fosfatos, fitatos, citratos, fibra y oxalatos se reduce la capacidad de absorción intestinal de calcio. Ciertas hormonas como los corticoides o la tiroxina también pueden interferir en la absorción. El alcohol aumenta la eliminación urinaria de calcio.
La intolerancia a la lactosa también puede llevar a un consumo inadecuado de calcio. Las personas que no toleran la lactosa tienen cantidades insuficientes de la enzima lactasa, que es necesaria para descomponer la lactosa que se encuentra en los productos lácteos. Para incluir productos lácteos en la dieta, se pueden consumir dichos alimentos en pequeñas cantidades, se les pueden añadir gotas de lactasa o incorporar la lactasa en forma de píldora. También hay algunos productos lácteos en el mercado que ya contienen el tratamiento con lactasa.
El magnesio interviene en diversos sistemas enzimáticos, en la síntesis de proteínas, ácidos nucleicos y en la fosforilación oxidativa. El magnesio del hueso representa el 50% del corporal total. La homeostasis del magnesio plasmático se consigue mediante variaciones en su absorción intestinal y en su eliminación renal. En casos de intenso déficit, como el que tiene lugar en las situaciones de desnutrición, el magnesio se moviliza de sus depósitos óseos a través de la paratohormona. En la Tabla V se detallan determinados alimentos ricos en magnesio.
El fósforo es fundamental para la integridad de las células y para todos los procesos metabólicos. Representa un papel importante en el aporte de oxígeno a los tejidos a través del 2,3 difosfoglicerol. Los niveles séricos de calcio están vinculados a la presencia de fósforo. La falta o exceso de cualquiera de estos dos macrominerales puede afectar la absorción del otro.
Los alimentos ricos en fósforo son, además de la leche, aquellos ricos en proteínas como la carne, el pescado y los huevos. La leche es una buena fuente de fósforo y magnesio y ayuda a absorber y utilizar el calcio de una manera más efectiva.
Otros micronutrientes importantes en la estructura ósea son el cinc, el cobre, el manganeso y el flúor. Algunos como el boro, el estroncio y el flúor intervienen como cofactores enzimáticos en la síntesis de la matriz orgánica.
La vitamina K es necesaria para la gamma-carboxilación de 3 proteínas de la matriz ósea, un paso necesario para la unión a la hidroxiapatita. Un defecto crónico de vitamina K, y en algunos casos, el tratamiento con anticoagulantes que actúan sobre su metabolismo se ha correlacionado igualmente con el desarrollo de osteoporosis.
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