/p>Las personas mayores presentan mayor presencia de autoanticuerpos en el organismo que los adultos, fundamentalmente por la respuesta inmunológica al daño orgánico propia del envejecimiento, tal y como puso de relieve la doctora Saioa Eguiluz, especialista en Medicina Interna del Hospital Universitario Araba, durante su intervención en la XLII Semana Médica de Bilbao,  organizada por la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao, con la colaboración del Hospital Universitario Cruces, las clínicas IMQ y la Facultad de Medicina de la Universidad del País Vasco.
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La doctora Saioa Eguiluz intervino en la XLII Semana Médica de Bilbao

“En las personas mayores se ha demostrado una mayor prevalencia de autoanticuerpos (fundamentalmente no organoespecíficos) que en las personas menores de 65 años. Por ejemplo, unos autoanticuerpos denominados anticardiolipina (aCL), pueden aparecer en cantidades bajas o medias hasta en un 51% de la población mayor de 65 años, cuando en menores de 65 están presentes en menos del 2%”, afirma esta experta.
Afortunadamente, esta mayor densidad de autoanticuerpos en las personas de edad avanzada “no se traduce en una mayor prevalencia de enfermedades autoinmunes. Parece relacionado con la respuesta inmunológica al daño orgánico propio del envejecimiento”, afirma doctora Saioa Eguiluz. Este mayor nivel de anticuerpos en el paciente mayor puede, en ocasiones, “estar en relación con el tratamiento farmacológico recibido”.
En su intervención, la doctora Eguiluz incidió también en el fenómeno de la inmunosenescencia. “La inmunosenescencia es una disminución progresiva de la respuesta inmune que afecta a todos los componentes del sistema inmunológico y es un fenómeno natural del envejecimiento”. Esta característica de la senectud influye de manera relevante “en la morbilidad y mortalidad de los adultos mayores, ya que favorece una mayor probabilidad de aparición de enfermedades infecciosas y cáncer”.
Esta experta resaltó también el hecho de que “las enfermedades autoinmunes sistémicas pueden aparecer en el paciente mayor con características diferentes a las habituales en pacientes más jóvenes. Además, aunque suelen ser de curso más larvado, algunas pueden ser graves”. Así, en el caso de que se dé un diagnóstico de miopatías inflamatorias o de síndrome antifosfolípido “es conveniente descartar la existencia o no de un posible cáncer”.
Por todo ello, a la hora de elegir el tratamiento más adecuado “hay que individualizar, valorando las características de la enfermedad y del paciente y teniendo en cuenta comorbilidades, polifarmacia, riesgo de efectos adversos, etcétera”.
Entre los tipos de enfermedades autoinmunes en el paciente mayor la doctora Eguiluz destaca  la polimialgia reumática y la arteritis de células gigantes. Por otro lado, en cuanto a las enfermedades autoinmunes presentes en pacientes más jóvenes pero que también pueden tener un inicio más tardío, cabe destacar el lupus eritematoso sistémico (LES), el síndrome de Sjögren, la esclerosis sistémica, las miopatías inflamatorias, el síndrome antifosfolípido y la vasculitis ANCA (+).