Un artículo de Carlos García Domínguez,
enfermero especialista en Enfermería Geriátrica, publicado en Soy enfermera

España envejece, a pasos de gigante. En nuestro país el 18 por ciento de la población ya pasa de los 65 años, siendo la esperanza de vida de 85 años para mujeres y de 79 años para hombres. Esto quiere decir que uno de cada cinco españoles es ya un adulto mayor y que durante dos décadas va a serlo. Muchos de ellos van a desarrollar patologías crónicas, degenerativas y de carácter invalidante.

Recuerdo siendo un estudiante de enfermería, un cartel en mi escuela que me llamó la atención. En el cartel aparecía un bebe vestido como si fuera un adulto y tenía el siguiente texto “Un niño no es un adulto pequeño”. Obviamente se refería a que un niño no suele tener los mismos problemas de salud que un adulto, ni suele responder igual a los mismos tratamientos, ni tolera las mismas dosis de los mismos. Parece pues, que con la pediatría siempre estuvo claro la necesidad de especializarse.

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Formar enfermeras y enfermeros especialistas en Enfermería Geriátrica es algo imprescindible


Pero, por el contrario, ha costado años que calase el mensaje de que un adulto mayor, un anciano, al igual que pasa con el niño, no debe ser tratado igual que un adulto joven y que su manejo requiere especialización. La clínica en el adulto mayor se caracteriza por ser silente, incompleta, atípica y acompañarse frecuentemente por alteraciones funcionales. Por otra parte, la problemática psicosocial también suele acompañar al anciano, lo que complica todo más aún.

Tenemos muchos mayores y visitan con más frecuencia que el resto de población los servicios de salud. Su idiosincrasia es compleja y no siempre los profesionales que los atienden saben de geriatría. El resultado es que algunas intervenciones derivan en iatrogenias, que provocan mayor morbimortalidad en el paciente mayor y aumenta los costos en nuestro sistema de salud.

De lo expuesto, considero que se deduce la tremenda importancia de contar con profesionales sanitarios especializados en la vejez.
¿Qué papel tiene la enfermería en todo esto?
Yo creo que un papel de primer orden. Somos los profesionales más próximos a los pacientes. Y si nuestros pacientes son adultos mayores, deberíamos especializarnos en ello. Saber o no saber cuidarlos correctamente va a marcar una gran diferencia en los resultados.
Nuestros sistemas sanitario y académico deberían ser conscientes , así como toda la sociedad, de que formar enfermeras y enfermeros especialistas en Enfermería Geriátrica es algo imprescindible, que va a ahorrar costes al sistema y va a mejorar la calidad de vida de nuestros mayores. (A día de hoy apenas se ofertan una decena de plazas EIR para formarse como especialista en Enfermería Geriátrica, cantidad ridículamente insuficiente para nuestras necesidades).

El día a día de nuestra Enfermería Geriátrica

La Enfermería Geriátrica es un terreno muy amplio, que trasciende lo clínico e integra lo psicosocial. Hacemos muchísimo más que tratar úlceras o medir glucemias.

Por poner un ejemplo, en mi día a día, en una unidad de estancia diurna donde el médico responsable es el que tiene cada paciente en atención primaria, hago revisiones al ingreso y periódicas sobre la idoneidad de los tratamientos farmacológicos que tiene prescritos cada usuario. En no pocas ocasiones hay tratamientos que llevan pautados años, que ya no tienen sentido terapéutico y que, por inercia, las familias siguen administrando en casa. Sin embargo, generan costes económicos, efectos secundarios e interacciones (otra vez iatrogenia).

En esos casos, de forma consensuada con el usuario, si es autónomo, y con la familia en caso contrario, propongo la revisión de dicho tratamiento, ya innecesario, con el médico prescriptor. Puedo decir que, en casi todos los casos, mi sugerencia ha sido aceptada y el fármaco ha sido retirado. Ahorrando con ello dinero y repercutiendo positivamente en la salud del mayor. Hay muchas más cosas que hacer: educación para la salud con mayores y familias, seguimiento de patologías crónicas y control de reagudizaciones, valoraciones integrales, planes de cuidados y un larguísimo etcétera.

¿Por qué elegir Enfermería Geriátrica?

En mi caso, elegí este campo porque el hecho de trabajar con mayores implica que vas a trabajar con ellos mucho tiempo (salvo unidades de corta estancia geriátrica). Ello te permite conocer a la perfección al paciente, ahondar en sus cuidados, hacer un seguimiento a largo plazo y medir el impacto de tu actuación

Por otra parte, desde mi experiencia profesional, exceptuando quizás en Enfermería Psiquiátrica, no he visto nunca equipos multidisciplinares colaborar tan estrechamente como en Geriatría. Eso lo convierte en una experiencia sumamente enriquecedora, donde se tiene la oportunidad de aprender de un enorme abanico de distintos profesionales (terapeutas ocupacionales, fisioterapeutas, psicólogos, trabajadores sociales, etc.) y donde la opinión del profesional de enfermería es, generalmente, escuchada y respetada. Es en definitiva, un campo propicio para el desarrollo autónomo de la profesión y para la investigación en cuidados.

Carlos García Domínguez   cargdo@nullgmail.com