La incontinencia urinaria, llegado a un cierto punto, se convierte en un problema difícil de gestionar, tanto para los pacientes como para sus cuidadores. La frustración y el sentimiento de vergüenza la convierten aún hoy en un gran tabú que impide muchas veces que las personas que sufren incontinencia puedan consultar abiertamente al personal sanitario.
Desde la plataforma www.pacientesycuidadores.com, Juan Manuel Cuñarro Alonso, presidente de AMEG, realiza una aproximación a este tema, explicando los mecanismos que pueden ayudar a afrontar la problemática e, incluso, a mejorarla.

La incontinencia, junto con los trastornos neurológicos y conductuales, constituyen un indicador de la necesidad de institucionalización de un paciente por la gran sobrecarga y trabajo que genera a los cuidadores

¿Qué es la incontinencia urinaria?

La incontinencia urinaria, de una manera sencilla, se define como cualquier escape de orina que provoque molestias a la persona, un escape involuntario que provoca un problema de higiene. En general, podemos definirlo como la pérdida del control de la vejiga de la orina. La vejez es la etapa en la que la incontinencia es más frecuente debido, sobre todo, a otros factores como las demencias, problemas cardíacos, reducción de la movilidad, consumo de múltiples medicamentos, etc.
Se produce por diferentes motivos, que pueden ser físicos o neurológicos:

  • Físicos: enfermedad de la próstata, infecciones de orina, toma de medicamentos, estreñimiento, etc.
  • Neurológicos: por la disminución de la capacidad mental de la persona para notar la sensación del deseo de orinar.
¿Qué problemas puede ocasionar la incontinencia urinaria?

Cuando sufrimos incontinencia urinaria podemos tener algunos problemas asociados, como:

  • Problemas en la piel: si utilizamos absorbentes (pañales, compresas), el contacto de la orina o las heces con la piel puede ocasionar que ésta se lesione y aparezcan las conocidas “dermatitis de pañal” en la zona genital, las inglés y los glúteos. Seguramente lo que observemos sea una piel rojiza y brillante, incluso pequeños puntitos rojos o granitos y/o la piel un poco inflamada. La sensación será de picor y escozor. Debemos prestar mucha atención a este tipo de lesiones porque puede aumentar el riesgo de aparición de hongos o de infección.
  • Caídas: la urgencia al ir al baño con prisas cuando surge la necesidad, o los escapes de orina que puedan llegar hasta el suelo, pueden provocar resbalones y caídas, en personas que, en general, ya tienen un riesgo muy elevado de poder sufrir estas caídas.
  • Insomnio.
  • Aislamiento: el sentimiento de vergüenza por estar mojados o por el olor puede provocar que se evite salir a la calle o reducir su entorno social, disminuyendo su autoestima; aumentando la posibilidad de sufrir ansiedad y/o depresión.
  • Aumento de la dependencia: la persona es más dependiente tanto a nivel económico (aumentan los gastos en absorbentes, pañales, cremas, etc) como a nivel emocional; disminuyendo su bienestar y su calidad de vida. Además, el aumento de la dependencia aumentará el riesgo de sobrecarga del cuidador y hará plantearse a la familia la institucionalización de la persona.
Cuidar la piel, un punto clave cuando se sufre incontinencia urinaria

En general, para mantener una piel sana y cuidada es esencial mantenerla limpia y seca, con un correcto lavado diario, un buen secado (es importante no dejar restos de humedad que puedan dañar la piel) y una correcta hidratación. La piel de las zonas sometidas a humedad, hay que cuidarla de la misma manera: lavar con agua y jabón, evitando frotar al secar para evitar lesionar la piel con el raspado.

Higiene + Protección + Hidratación
  1. Para una correcta higiene de la piel, si la zona está debilitada, existen productos limpiadores en el mercado que no necesitan aclarado, que dejan la piel limpia, reducen el mal olor y previenen de infecciones. Al no necesitar secado, reducimos el riesgo de dañar la piel, o dejarnos restos de humedad. Esto habría que hacerlo cada vez que la piel estuviera húmeda, por ejemplo, en cada cambio de pañal. También se pueden usar toallitas desechables para esta tarea, algunas llevan crema incorporada.
  2. Es fundamental proteger la piel frente a las agresiones de la humedad, de las sustancias de las heces y de la orina que pueden dañarla. Cuando no hay ninguna lesión, podemos hidratar y fortalecer la piel con crema hidratante o usar productos específicos que crean una barrera protectora frente a estas sustancias, basadas en la dimeticona o con un porcentaje pequeño de óxido de zinc.
  3. Cuando ya hay pequeñas lesiones o mayor riesgo de aparición de úlceras o lesiones, debemos utilizar un producto con mayor proporción de óxido de zinc. Es importante fijarnos en que los productos sean fáciles de aplicar, que se extiendan bien, que se puedan retirar de manera sencilla y sin frotar, ya que al frotar, podemos provocar lesiones sin querer.

Todo esto, conjuntamente con los cuidados antes comentados para mantener a la persona limpia y seca, mantendrán la piel sana y fuerte, libre de molestias, dolores y malos olores, que harán sentirse mejor a la persona que lo sufre y a los que están alrededor.

Geriatricarea Juan Manuel Cuñarro Alonso AMEGSobre el autor:
Juan Manuel Cuñarro Alonso

Juan Manuel Cuñarro Alonso es Enfermero Especialista en Enfermería Geriátrica. Preside la Asociación Madrileña de Enfermería Gerontológica (AMEG) y es miembro del Comité Consultivo del Grupo nacional para el estudio y asesoramiento en Úlceras por Presión y Heridas Crónicas (GNEAUPP).