La detección precoz y el abordaje de los síntomas no motores son factores clave para controlar la progresión de la enfermedad de Parkinson, tal y como se puso de manifiesto en la reunión científica “Bicentenari de James Parkinson” organizada por el Grupo Catalán de Trastornos del Movimiento (GETM-SCN) de la Sociedad Catalana de Neurología, en colaboración con la Real Academia de Medicina de Cataluña y la Asociación Catalana per al Parkinson (ACAP).

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Los expertos participantes en esta reunión apuestan por investigar biomarcadores que permitan el diagnóstico precoz y un tratamientos más eficax

Pese a ser la segunda patología neurodegenerativa más frecuente en el mundo, tras la Enfermedad de Alzheimer, y que ha sido registrada desde hace siglos en la literatura científica, el origen de la enfermedad de Parkinson continúa siendo objeto de debate.
Tal y como explicó Andrew Lees, profesor de Neurología en el Hospital de Neurología y Neurocirugía del London and University College (Reino Unido), hace ahora 200 años, el cirujano británico James Parkinson publicó su famoso monográfico “An essay on the shaking palsy” (un ensayo sobre la parálisis temblorosa), un documento en el que «se describió por primera vez de manera exhaustiva la enfermedad que, posteriormente, acabaría llevando su nombre”.
Ahora, 200 años después, “la detección precoz es clave para que cuando dispongamos de tratamientos con efecto neuroprotector los apliquemos en fases en las que puedan ser efectivos y, por este motivo, son necesarios los biomarcadores”, apuntó el Dr. Yaroslau Compta, coordinador del GETM-SCN y de la Unidad de Parkinson del Hospital Clínic de Barcelona.
Otro aspecto clave abordado en esta reunión es que el enfermedad de Parkinson se caracteriza por su gran diversidad de síntomas incluso antes del diagnóstico, que van desde la pérdida de olfato, a la depresión, trastornos del sueño o el estreñimiento.
En cuanto a los mitos existentes alrededor de la enfermedad, el Dr. Yaroslau Compta señaló que “muchos de los pacientes no tiemblan y tienen una rigidez que tiene un gran impacto en su calidad de vida. Y no es una enfermedad de personas de edad avanzada: entre un 10 y un 20% de las personas con enfermedad de Parkinson son diagnosticadas antes de los 40 años”.
En la mismo sentido, Roser Roigé, directora de relaciones institucionales de ACAP, aseguró que la gente cree que la enfermedad de Parkinson equivale únicamente a una persona que tiembla pero esto no es así.
Y es que, tal y como apuntó la Dra. Nuria Caballol, secretaria de GETM-SCN, “hay muchos otros síntomas no motores, que además el paciente no relaciona con la enfermedad, como somnolencia, dolor o insomnio. No disponemos, en la actualidad, de suficientes herramientas terapéuticas para controlar todos estos síntomas. En función de la fase de la enfermedad, algunos de estos síntomas -como el dolor o la ansiedad- pueden mejorarse con los tratamientos dopaminérgicos actuales. También pueden ser útiles terapias no farmacológicas como la fisioterapia o la logopedia”.

200 años de lucha contra el Parkinson

Desde el ensayo de James Parkinson en estos dos siglos hay otros hitos importantes en la lucha contra esta enfermedad, entre los que el Dr. Compta destacó «la descripción en 1967 de los diferentes estadios de progresión de la enfermedad o la demostración -ese mismo año de 1967- de la gran eficacia de la levodopa en el tratamiento de los síntomas, un cambio fundamental y una revolución terapéutica; se pasó de una enfermedad con síntomas incontrolables a disponer de un tratamiento muy eficaz”.
El profesor Werner Poewe, director del departamento de Neurología de la Universidad Médica de Innsbruck (Austria), recalcó también la importancia de los trabajos que vincularon la presencia de la proteína alfa-sinucleína en las lesiones de las neuronas de los pacientes con enfermedad de Parkinson, hecho del que se cumplen 20 años ahora.
“La progresión de la patología podría involucrar una transmisión de esta proteína de una célula a otra y a mecanismos similares a los priones. A día de hoy, la alfa-sinucleína es un candidato clave tanto a biomarcador como a diana terapéutica y para diseñar, en el futuro, potenciales tratamientos que permitan ralentizar la enfermedad. Y son necesarias técnicas de imagen que permiten observar las lesiones que causa el enfermedad de Parkinson en el cerebro”, apunta este experto .