En el último año, fueron cerca de 5.600 las personas que necesitaron un tratamiento renal sustitutivo con diálisis o trasplante, cuando en 1.994 fueron más 6.100, con lo que la bajada en los últimos 20 años es considerable, teniendo en cuenta, además, que en otros países de nuestro entorno está aumentando. Sin embargo, la prevalencia sigue creciendo, y ya supera los 50.900 pacientes, en diferentes tratamientos.
Dr. Alberto Martínez Castelao, presidente de la S.E.N., “España es uno de los tres países europeos de tamaño medio que tiene la mitad de sus pacientes en estadio 5 con un trasplante renal funcionaste. La otra mitad está en diálisis; la mayor parte en hemodiálisis”.
Coincidiendo con la celebración del Día Mundial del Riñón, bajo el lema “Riñones y envejecimiento”, el Dr. Martínez Castelao recuerda que “cada vez es mayor la edad de las personas con una enfermedad renal en estadio 5. El promedio de los que iniciaban diálisis hace 10 años era de 58 años; ahora es de 68”. De hecho, el número de personas de entre 65 y 75 años diagnosticados cada año con una ERC (más de 16.700) es más del doble que la de los adultos de entre 45 y 64 años.
En esta misma línea, el Dr. José Antonio López Trigo, presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), señala que la prevención es fundamental en personas mayores porque el envejecimiento, de forma fisiológica, puede ir reduciendo la función renal. “Aunque actualmente conocemos que no hay una relación lineal entre envejecimiento y disminución de la función renal, recientes estudios nos muestran que, aproximadamente, un 38% de los mayores de 70 años tienen un filtrado glomerular disminuido. Además, existe más fragilidad en el riñón del paciente mayor ante cualquier agresión que este pueda sufrir”, afirma.
A todo ello hay que unir el hecho de que hay muchos casos en los que esta enfermedad no se manifiesta. Un 9,2% de la población española puede sufrir una enfermedad renal, y hasta un 6,8% podría tener una insuficiencia renal crónica, es decir, un funcionamiento renal por debajo del 60% según el estudio EPIRCE.
Además, también hay casos en los que el diagnóstico para ver qué pacientes realmente tienen una enfermedad renal no es el adecuado. El Dr. Juan Florencio Macías Núñez, coordinador del Grupo de Nefrología Geriátrica de la S.E.N., hace especial hincapié en el caso de los problemas que provoca el diagnóstico indebido en ancianos, que “hace que no se incluyan a estos pacientes en ensayos clínicos y, además, que no reciban tratamientos médicos o quirúrgicos cuando el prospecto de sus tratamientos indica que está contraindicado ante insuficiencia renal. Es el caso de los tratamientos hematológicos u oncológicos, por ejemplo”.
En opinión de este experto, urge disminuir el volumen de pacientes de edad avanzada que, debido a un diagnóstico deficiente, y sin tener una insuficiencia renal, acuden a las consultas de nefrología: “así evitamos traslados y los gastos que conllevan”. Además, recuerda la importancia de que “en Atención Primaria se pida a estas personas mayores un análisis simple y que aquellos que tengan niveles bajos de calcio, alto de fosforo y anemia sean derivados a Nefrología para un estudio más especializado”.
Según el Dr. Macías, “uno de los errores más frecuentes para los no familiarizados con la Geriatría es creer que la edad es una enfermedad y que hay patologías propias de la vejez, si bien los geriatras sabemos que esta creencia no tiene fundamento científico ni se ajusta a la realidad”.