Un artículo de Vicente Botella Del Cid, Médico y presidente de Upimir – Unió de petites i mitjanes residències
Es evidente y notorio que en las actuales residencia geriátricas, así como en los centros de día, si de algo se peca es sin duda del inmovilismo estructural y organizativo, ser diferente no se lleva ni se contempla como elemento innovador y de calidad, más bien penaliza y complica a quien lo intenta su trabajo diario.
Podemos argumentar que una normativa rígida, estricta, desconfiada y con atisbos de cuartelaria, atenaza cualquier atisbo de intento de diferenciación… Podemos también esgrimir que el temor a que la inspección nos sancione acaba de amordazar nuestros intentos de se diferentes, sabemos que en ocasiones su exceso de celo puede llegar a ser irritante… Podemos argumentar que lo hacemos todo en base a la legalidad, y así nos conformamos con seguir, sin más cambio que el que sea de obligado cumplimiento.
Podemos buscar mil excusas, algunas creíbles y otras de dudosa índole. Pero la verdadera razón para no diferenciarnos los unos de los otros es nuestra pereza, nuestra apatía y nuestra falta de confianza en el sector. También aquí podemos, y con razón, culpar a una Administracion que parchea cada día más y peor un sector que ya casi hace aguas. Podemos también culparla de mal pagadora y de falta de liderazgo, si podemos, pero eso no quita que somos nosotros quienes tenemos la obligación de ir por delante de ella y enseñarle al camino que queremos seguir, la administracion esta a nuestro servicio y no viceversa no lo olvidemos, y menos por motivos tales como pereza, apatía, desconfianza o simplemente falta de interes o lo pagaremos caro (ya lo estamos haciendo).
Que cada centro residencial es un mundo es claro. Aun así ¿cuantos de Vds., tras años sin estar en alguno cuando vuelven al mismo, creen que el tiempo se paro en su puerta, todo sigue igual o en ocasiones y más ahora peor, no ha evolucionado ni técnicamente ni organizativamente, todo se detuvo hace años y así sigue?
En la actualidad nuestros nuevos usuarios demandan modelos diferentes de trato y cuidados, y aunque tal medida se superrelativizará en las próximas dedadas, piden más tecnología, más TICS, más elasticidad de funcionamiento, más independencia dentro de su dependencia, siempre me sorprende cuando hablamos gritando a un ciego y no es sordo, igual pasa aquí, la dependencia de nuestros usuarios debe ser parcelada y cuidada, pero respetando siempre e incentivando su parte de no dependientes.
Hoy en día la diferenciación ha caído en manos de la especulación marketingniana en portales de Internet para vender plazas, o en totalitarismo filosóficos que pretenden hacer el blanco negro y viceversa en base a centrar la atención en la persona, todo elogiable pero, hoy por hoy, nada práctico ni de inminente aplicación. Hemos de cambiar paso a paso, no caminando cual funambulista sobre un alambre que puede romperse.
Desde nuestra perspectiva actual la diferenciación viene avalada por cosas tan importantes como, no violar la normativa y ser sancionados, por ser imaginativos pero en temas aplicables a la rutina diaria, ser tenaces y consecuentes y sobre todo mostrar empatía hacia nuestros usuarios, son ellos quienes marcan el camino a seguir y son ellos quienes nos señalan dónde y cómo diferenciarnos.
Observen dejando de lado durante unas horas su despacho y su pantalla con tablas de excel a un usuario cualquiera, durante una jornada en el centro, pónganse en su piel y empaticen su día en la residencia, les citaremos aquí cosas que verán y que tal vez ya conozcan pero no tengan en cuenta por todas las circunstancias anteriormente mencionadas.
Nuestro usuario se levanta a una hora más hospitalaria que de su casa (no olvidemos que la residencia es o debería ser la sustitución del hogar), le visten con una ropa que no desea, y lo obligan a afeitarse cuando a él hoy no le apetecía. Acto seguido le dan de desayunar sin que la mitad de tal desayuno le apetezca ni lo desee (jamás tomo EKO cereales, ni zumo de multifrutas). Tras el desayuno lo llevan a una clase en la cual deben pasarse una pelota unos a otros y moverse al son de una canción de Julio Iglesias, el odia a tal cantante, se siente ridículo y desearía leer el periódico tranquilo.
Más tarde, y tras un descanso mínimo, la psicóloga (el no sabe bien que es una psicóloga) le hace preguntas sobre la muerte de su esposa y si lo ha superado, cuando el jamás pensó en comentar con extraños temas tan íntimos. Cuando por fin le dejan tranquilo, aparece la enfermera a tomarle la tensión, más por obligación de ella que por necesidad de él, en su casa la mesuraba cada quince días o una vez al mes cuando él quería. Por fin hora de comer, menú dietéticamente testado, nutricionalmente perfecto, adaptado a una estricta normativa de oligoproteínas y nutrientes, pero para él un asco, en casa jamás comía dos platos y postre y menos lo que le obligan a comer aquí.
Después de comer, como si en avión fuésemos, toca reducir la intensidad de las luces y descansar, ¿descansar de qué si el no esta cansado y quiere ver la tele? Cuando las luces son de nuevo aptas para ver, “ostras” no lo recordaba toca partida de bingo con caramelos de premio que nunca le gustaron. Él desea hojear una revista y oír la radio no jugar al bingo.
Por fin, y a una hora más propia de bebes que de adultos, a cenar de nuevo u menú perfecto pero el preferiría un bocadillo de jamón y no sopa de pasta y barritas de merluza.
Tras la cena, cual gallinas a la cama, pero si hoy juega el Barça y quería verlo en la tele!!! Pues nada, a oírlo en la radio y flojito no se moleste su compañero y llame a la auxiliar de noche para que le retire la radio.
Punto y final, un día más o uno menos según quien lo mire, para nuestro usuario uno más de existencia y uno menos vivido (en el sentido que el entiende lo que es vivir que no subsistir). Nuestro usuario piensa en su silencio que no cree que nadie pague tal cantidad de dinero cada mes para estar tan disconforme con su vida, parece que resida en un convento o en un cuartel militar (en la “mili” al menos había más “vidilla”), y no en lo que debería ser su hogar
Es cierto que su familia está muy contenta, la residencia es arquitectónicamente bonita, adaptada, cumple con todas las normativas existentes, hay placas que así lo indican por todas partes colgadas, y nunca fue sancionada por motivo alguno, o al menos eso dicen, pero el es profundamente infeliz y no ve que sentido tiene todo lo que le hacen si el es una persona sin voz, ni voto.
Por suerte y nuestro usuario aun no lo sabe, la próxima semana el director del centro como quiere ser portada de revistas y salir en portales publicitarios como innovador, ha pensado en montar un huerto ecológico en la terraza. Evidentemente publicará las fotos de nuestro usuario trabajado en el huerto, saltándose la LOPD que más da. Y celebrará una “mini feria” de abril en la residencia como homenaje a Andalucía, evidentemente también tal director ni cojera una azada ni se vestirá de cordobés para eso ya esta nuestro usuario que en su vida jamás disfruto con el jardín y odia el folklore, es una persona con pudor y fue catedrático en su anterior vida, pues lo de ahora es un suplicio, y además carísimo.
No se pretendía exagerar, prometemos que es un ejemplo real y prometemos que así no vamos a ningún lado, hay que tras haber observado a nuestro usuario, al menos ese era el compromiso que hace unos párrafos adquirimos, sentarnos a reflexionar, mucho y muy profundamente.
Hay que ser sinceros con nosotros mismos y entender que nuestros usuarios prefieren su casa, pese a estar mal atendidos, por todo lo relatado. Porque los sometemos a una disciplina y unas normas las cuales nunca se les consultaron, y menos aun se consensuaron. Porque para calmar la conciencia de según que familias y tranquilizar a la inspección de que todo esta bajo control, los infantilizamos, los inutilizamos, los ninguneamos y no contamos con ellos ni con su opinión de forma de vida para nada.
Hay por ultimo que demostrar que esta situación se tiene que modificar con pequeños gestos y hechos pero que no sean ni dogmáticos ni publicitarios, que sean pensando en los usuarios, en el eje de nuestra existencia, cual caseros que somos, que es contentar y servir a nuestros inquilinos.
Tenemos poco tiempo para empezar, y será laborioso hacerlo, la administración tendrá que callar si entre todos le demostramos que nuestros mayores, que son los suyos, no quieren el modelo asistencial actual, quieren envejecer y morir con respeto a su voluntad y sus pensamientos, la senectud de por sí es dura, nuestra misión es, cuando menos, no hacerla peor.
Desde UPIMIR y bajo la premisa que calidad es una serie de sensaciones mensurables que expresadas por el usuario cualifican y cuantifican su confort y bienestar, trabajamos en un modelo propio para centros de pequeño y mediano tamaño, centros que se diferencian por ser el hogar de sus residentes y no el hotel en que residen en su vejez, centros que ofertan un claro compromiso de servicios y asistencia, en resumen centros modelo donde siempre es un placer residir.
Como Alfred Adler dijo “es más fácil luchar por unos principios que vivir de acuerdo a ellos”… Tomen nota señores.
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Hace 23 años que trabajo en el mundo de la sanidad de los cuales 13 directamente en el sector de la geriatría, asumiendo el cargo de enfermera y responsable higiénica sanitaria de una residencia de 25 usuarios; durante este tiempo, cada día ha sido diferente al siguiente puesto que quienes son el objeto de nuestras atenciones son personas únicas, con unas necesidades individuales y distintas de la del resto de usuarios, son personas con derecho a decidir qué quieren hacer cada día, y nosotros, el equipo, estamos obligados moralmente a escucharlos a entenderlos y a ofrecerles unas atenciones personalizadas con SENTIDO COMÚN.
Las características de la sociedad han ido cambiando, de forma que nuestras atenciones también se han tenido que adaptar a las nuevas demandas; y como no, las normativas han ido variando, con lo cual si nos ha interesado continuar en el sector de la geriatría hemos tenido que asumir nuevas directrices que se adaptasen a la normativa legislativa.
Realizada dicha afirmación queda evidencia del desacuerdo absoluto hacia el artículo de Vicente Botella del Cid sobre “la diferenciación como elemento de calidad”.
En dicho artículo se comenta que “ser diferente no se lleva ni se contempla como elemento innovador y de calidad, más bien penaliza y complica a quien lo intenta, y que la verdadera razón para no diferenciarnos los unos de los otros es nuestra pereza, nuestra apatía y nuestra falta de confianza en el sector”.
Las personas que trabajamos en una residencia no nos ha de mover el hecho de intentar ser diferente, sino el intentar atender a los usuarios según las necesidades del propio usuario, basándonos siempre en la observación, escucha, empatía, bondad, compasión y alegría. El equipo interdisciplinar se ha de adaptar a las necesidades de los residentes, y no al revés, y dicho equipo ha de demostrar a la Administración el camino que queremos seguir.
También se dice en el artículo que “La diferenciación ha caído en manos de la especulación del marketing, en portales de internet para vender plazas o en totalitarismo filosóficos que pretenden hacer el blanco negro y viceversa”, pero por suerte NO todos los centros han de moverse por dichos motivos, sino todo lo contrario, por equipos guiados por un líder que motiven, impliquen, den alegría y ganas de hacer cosas nuevas siempre en base a mejorar y atender con calidad a las personas mayores.
Es obvio entender que todos los centros residenciales hemos de seguir unos patrones estándares y dar unos servicios generales, pero, también es obvio entender que somos diferentes en cuanto a la organización y la forma de convivir y atender a los usuarios y hay centros que optamos porque sean los
propios usuarios los que decidan qué tipo de actividades quieren realizar, como son por ejemplo “los huertos urbanos”. En nuestro caso, ya hace años que lo llevamos a la práctica, y no con el objetivo de “ser diferente y hacer campaña de marketing”, sino porque parte de los usuarios que tenemos provienen de ambientes rurales, formando parte de su historia de vida todo lo relacionado con el cultivo de la tierra. Esta actividad es una de las preferidas y que más refuerzos positivos nos da, ya que es compartida tanto por los familiares, residentes y propio personal, los cuales aprendemos qué plantar, cuándo y cómo recoger los frutos de nuestro trabajo, compartiéndolos en las comidas.
Así mismo, el ejemplo supuestamente real que se explica en dicho artículo sobre las atenciones que recibe un usuario, me han producido una extrema tristeza y me han dado a entender el poco sentido común que se aplica en sus cuidados, dando prioridad a los intereses del propio centro antes que a las necesidades y deseos reales de dicho usuario. A mí siempre me enseñaron que “no hagas a nadie lo que no quieras que te hagan a ti”, así que me pregunto:
• ¿Tan difícil es adaptar el horario del personal a los de los residentes, y no hacerlo al revés? ¿por qué este señor tiene que levantarse y acostarse a horas que él no desea? Una residencia no es un hospital mas al contrario, es el centro substitutorio del hogar y no ha de seguir los horarios hospitalarios, ha de ofrecer a sus usuarios horarios de levantarse y acostarse según las preferencias o costumbres de ellos. Dicha situación puede corregirse, consiguiendo que el personal de atención directa entre a diferentes horas, para así dar la posibilidad a los residentes de ir levantándose a diferentes horas, y entre los diferentes turnos ha de haber unos objetivos de trabajo en común, siempre orientados a mejorar la vida de los usuarios, con lo cual se ha de dar la opción que los residentes que así lo verbalicen puedan acostarse a otras horas y que sea el turno de noche quien los ayude a acostarse.
• ¿Por qué ha de hacer actividades que no quiere? ¿Dónde está la profesionalidad y sentido común del equipo interdisciplinar? Si escuchamos al usuario y conocemos su historia de vida, podremos hacer juntos un plan de actividades y acciones encaminadas siempre a respetar sus deseos e intentar mantener o mejorar su calidad de vida.
• ¿Por qué ha de comer cosas que no le gustan? Si seguimos las recomendaciones de la atención centrada en la persona tendremos en cuenta sus gustos dietéticos y hábitos nutricionales, y será responsabilidad del equipo el negociar, dialogar y llegar a un acuerdo con el usuario, ofreciéndole la posibilidad de realizar un menú equilibrado que sí sea de su gusto. ¿tan malo es cenar un día a la semana un bocadillo de jamón, sino le gusta la verdura, tan difícil es ofrecerlas de otra manera, como pueden ser cremas? También es nuestra misión informar a la Administración que los menús propuestos, a pesar de no ser los más perfectos, sí son los que han decidido los usuarios.
En fin, dicho artículo me anima a continuar trabajando para mejorar las atenciones a esas personas mayores, las cuales representan la memoria histórica de nuestro país, son el pasado y el presente, y forman parte del futuro al interrelacionarse con las nuevas generaciones; son personas a las que continuamente hemos de aprender, escuchar y respetar. El equipo interdisciplinar ha de trabajar para ver a los residentes como personas individuales, con unas necesidades biopsicosociales y espirituales únicas, y a los que se les han de ofrecer unas atenciones integrales con sentido común, ayudándoles en esta nueva etapa de su vida, y no por ello menos importante.
Hemos de ser valientes, adaptando la organización del centro a las atenciones de los usuarios, logrando unas atenciones reales acordes a los deseos de los residentes, en las que lo prioritario no sean los registros que después se les enseñarán a la Administración, sino donde lo real sea “La Alegría de los residentes” y satisfacción del personal y familiares.
Eva María Martín Ruiz.
¿De verdad el modelo actual de funcionamiento de las reisdencias de mayores es tan tétrico y se vive por parte de los residentes de una forma tan negativa? Vicente Botella lleva años dirigiendo residencias y puede tener una opinión más fundamentada que la mía. Yo no he dirigido nunca una pero he visitado muchas, primero como inspector y después como consultor, profesor o director de Inforesidencias.com. En la realidad que yo he conocido no es un fenómeno generalizado que los residentes estén siempre haciendo cosas que no quieren o les hagna sentir incómodos. Las residencias que conozco que han creado huertos en la terraza lo han hecho como una experiencia positiva para los residentes y al cabo de un tiempo han decidido hacerlo público en su página web o en portales como el que dirijo. La inmensa mayoría de directores de residencia que conozco no se sentirían en absoluto identificados con el «modelo actual» que describe el artículo aunque, al igual que el Dr. Botella apuestan por caminar hacia uno en el que las residencias sean un lugar en el que «siempre sea un placer residir».
Creo que tal como promete Vicente Botella lo que describe es un ejemplo real, o sea algo que ha pasado en algún sitio. Yo me atrevo a asegurar que ese no es el modelo acual aunque me gustaría poder leer más opiniones.