Y es que el uso de sujeciones conlleva un riesgo de complicaciones considerables y puede producir accidentes, lesiones, erosiones, laceraciones, desgarros de plexos nerviosos, isquemias, infecciones, deterioro funcional, síndrome de inmovilidad, incontinencia, úlceras cutáneas, etcétera.
El uso de las sujeciones no siempre se lleva a cabo con la racionalidad y excepcionalidad que serían deseables y en ocasiones acaban utilizándose con fines ajenos a la protección del propio paciente.
Y es que el uso de sujeciones farmacológicas o químicas, y especialmente mecánicas o físicas, es uno de los temas más controvertidos de la asistencia geriátrica por las importantes repercusiones morales, éticas, sociales y jurídicas que conllevan.
Aunque su fin primordial es garantizar la integridad de las personas con problemas conductuales, así como la de las personas que les rodean, evitando lesiones y caídas, desde la SEGG se afirma que su empleo está en entredicho, ya que “existen estudios que demuestran que el uso de este tipo de dispositivos no solo no disminuye el número, ni la gravedad, ni las consecuencias de las caídas, sino que, por el contrario, en determinadas circunstancias, las aumentan”, afirma el doctor Primitivo Ramos Cordero, secretario de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG).
A esto hay que añadir que el uso de sujeciones conlleva un riesgo no despreciable de complicaciones y accidentes, bien de forma directa (produciendo lesiones, erosiones, laceraciones, desgarros de plexos nerviosos, isquemias, etcétera, que llegan en algunos casos a lesiones potencialmente mortales por estrangulamientos y asfixia), o bien de forma indirecta, en forma de efectos adversos como infecciones, deterioro funcional, síndrome de inmovilidad, incontinencia, úlceras cutáneas, etcétera, añade Primitivo Ramos.
Otro problema añadido es que pese a la existencia de normas reguladoras autonómicas y de los protocolos implantados, el uso de las sujeciones no siempre se lleva a cabo con la racionalidad y excepcionalidad que serían deseables para un procedimiento en el que se pone en riesgo la libertad, la dignidad y la autoestima personal. De hecho , en ocasiones se detectan centros donde se realiza un uso indiscriminado que supera el 50%, y para los que, en algunos casos, ni siquiera se cuenta con el consentimiento de los representantes de las personas a las que se aplica, las cuales generalmente carecen de capacidad decisoria o “autogobierno”.
Por lo que se refiere a las sujeciones químicas o farmacológicas, desde la SEGG se denuncia que no existe un marco conceptual suficientemente respaldado ni consensuado por los profesionales o la evidencia científica. Todo ello, cuando el consumo de psicofármacos alcanza, según algunas series, tasas que superan ampliamente el 60% de los usuarios de los centros.
“El uso de las sujeciones mecánicas o farmacológicas solo está justificado, de forma excepcional, en aquellos estados de agitación, irritabilidad y agresividad, en los que se han agotado todos los recursos terapéuticos, ambientales, etcétera, siendo imposible su control y entrañando un riesgo vital para las personas, o bien para la aplicación de determinadas terapias esenciales para su subsistencia”, expone el doctor Primitivo Ramos Cordero.
Pese a ello, en no pocas ocasiones acaban utilizándose con fines ajenos a la protección del propio paciente para conseguir objetivos organizativos o ambientales del entorno: cumplimiento de los horarios de las instituciones, evitar la supervisión continua de los deambuladores erráticos, etc.
Para acabar con estas situaciones han surgido movimientos asociativos que pretenden velar por la dignidad y seguridad de estos pacientes haciendo una apuesta diametralmente opuesta a los anteriores postulados y propugnando el abandono completo y la no utilización de las sujeciones mecánicas.
En este contexto la sociedad en general, las instituciones y los poderes públicos, han de posicionarse y articular un marco conceptual, normativo y legislativo, que permita conjugar de una forma armónica ambas posturas.
En este sentido, desde la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), ha decidido crear un Comité Interdisciplinar de Sujeciones, con el objetivo de preservar y garantizar la máxima libertad, dignidad y autoestima, así como velar por la máxima integridad personal, seguridad legal y jurídica de las personas mayores, atendidas en servicios y centros geriátricos y gerontológicos.
La principal labor de este Comité será debatir y definir las líneas filosóficas de posicionamiento de la SEGG en esta materia, y elaborar un Documento de Consenso sobre Sujeciones Mecánicas y Farmacológicas que sirva como Guía de Buena Práctica de Actuación para los diferentes profesionales dedicados a la atención de los mayores. Y que constituirá la base para el debate y desarrollo para un Grupo de Trabajo de Sujeciones Mecánicas y Farmacológicas en el seno de la SEGG para poder mantener actualizado permanentemente el conocimiento científico en esta materia.