Un artículo de Antonio Abellán y Rogelio Pujol, del Departamento de Población, CSIC.
Con el título de este artículo no nos referimos a los equipamientos ni a los profesionales que trabajan en los hospitales, sino al crecimiento de la edad media de las personas dadas de alta (por curación, mejoría, traslado a otro centro, fallecimiento o alta voluntaria), tras su estancia en el hospital. La reciente publicación de la Encuesta de morbilidad hospitalaria 2013 (INE; 26-11-2014) permite esbozar algunos rasgos de esta población hospitalizada, del estado de salud y sus factores asociados.
La morbilidad hospitalaria no cuantifica la incidencia total de las distintas enfermedades en una población, sino que contabiliza pacientes ingresados y dados de alta, por lo que el indicador de morbilidad puede estar sujeto a factores como la forma en que se provee la asistencia sanitaria, cambios en las prácticas médicas, disponibilidad de los recursos, reingresos, y no sólo al estado de salud de la población.
En conjunto, las altas hospitalarias han tenido un ligero repunte en el último año (2013) tras cuatro años de caída, 2009-2012. Este descenso se ha observado especialmente en la población de menos de 65 años. Las altas de personas mayores ingresadas (65 y más años) han seguido aumentando, aunque no tanto como lo ha hecho el tamaño de este grupo demográfico, por lo que se puede hablar de una caída relativa. En 2008, hubo 10,4 altas de todas las edades por cada cien habitantes, y en 2013 ha sido de 9,9 (9,8 en 2012).
En definitiva, ese descenso global de las altas hospitalarias posiblemente esté reflejando restricciones presupuestarias debido a la crisis económica o la existencia de otros factores en la forma de proveer la asistencia.
La población que está pasando por los hospitales tiene una edad cada vez mayor. La edad media de las personas dadas de alta ha crecido 4,3 años en los últimos diez; sólo 1,6 años entre los pacientes de edad. El proceso de envejecimiento es claro y sostenido en los últimos años. A ello contribuye la mayor proporción de pacientes de edad hospitalizados; por ejemplo, hace diez años los pacientes de 65 y más años representaban el 36,8% de todas las altas, ahora, en 2013, son ya el 42,5%.
La edad media de las mujeres en el conjunto de todas las altas es más baja que la de hombres, por el peso de las hospitalizaciones por causa de embarazo y parto. En la población mayor la edad media de las mujeres dadas de alta es 2,1 años superior a la de los hombres (Figura 2), debido a su mayor esperanza de vida y por tanto su mayor edad media global.
Las tasas de morbilidad hospitalaria aumentan con la edad (Figura 3), en relación con peores estados de salud y presencia de enfermedades crónicas. Son también más elevadas en hombres que en mujeres a lo largo del ciclo de vida, excepto en las edades de 15-44 años con tasas femeninas más elevadas producidas por episodios de embarazo, parto y puerperio.
Sigue siendo una cuestión compleja el porqué de la diferencia de morbilidad hospitalaria de hombres y mujeres en las edades adultas y avanzadas, con mayores tasas en aquellos que en éstas, a pesar de que las mujeres declaran peor estado de salud percibido, mayor discapacidad, mayor número de visitas al médico y centro de salud, más enfermedades y mayor cronicidad, indicadores cuyos valores se repiten año tras año en las distintas encuestas nacionales de salud y en los barómetros sanitarios.
Las mayores tasas masculinas pueden ser debidas también a que éstos tienen una mayor reincidencia hospitalaria, como sucede en realidad, o a una peor salud real, lo que sería contradictorio con lo dicho antes. Es posible que se deba a razones no estrictamente de salud, sino más bien relacionadas con el papel de la mujer en el hogar y la familia, y a una menor predisposición a ser ingresada. También es posible que exista un efecto de concentración de las hospitalizaciones en un menor período de tiempo en el caso de los hombres, que tienen tasas de mortalidad más altas y viven menos, o un diferimiento en el caso de las mujeres por su mayor esperanza de vida, lo que acaba afectando a las tasas.
Artículo publicado en el blog Envejecimiento [en-red]