Un artículo de José Javier Yanguas, Director Técnico de Fundación Instituto Gerontológico Matia
Un segundo estudio cualitativo basado en las mismas técnicas y derivado del expuesto en el artículo “Envejecer en casa o como en casa” (muestra de 40 personas mayores de 65 años en distintas situaciones de autonomía y dependencia), fue realizado en el año 2011, con el objetivo de ahondar en ese nuevo modelo de atención en el propio domicilio que se derivaba del estudio anterior y de cual debían de ser los contenidos principales de ese nuevo modelo.
- La importancia de lo cotidiano y las rutinas
Las personas mayores a medida que la pérdida de capacidad (real o percibida) se va imponiendo en el transcurso del envejecimiento, el hábito (lo regular, lo que se repite) se convierte en la marca que define lo cotidiano.
Para quién desconfía de su capacidad de respuesta, la relación con el entorno incorpora un requerimiento extra de control y planificación, como forma de recuperación y/o mantenimiento de la autonomía, y la casa aparece como un espacio de control del entorno más factible.
- El espacio y lo cotidiano
El espacio doméstico como lugar de relación representa un espacio donde se construye la identidad del sujeto, con una doble relación: la persona ha ido estructurando el espacio a lo largo de su vida; y los objetos y el espacio operan como un anclaje donde el sujeto se preserva y construye, a través de la vivencia de sus objetos y espacios.
- Actividades de la Vida Cotidiana
La casa y la vida en ella, es un espacio de control y toda casa tiene la marca de la biografía del sujeto. En el hogar y en lo cotidiano, se dirime para las Personas Mayores su bienestar. Este relación tan íntima entre unos espacios llenos de significado y su identidad, aumenta con la edad, ya que cada vez es más complicado resignificar.
- La lucha cotidiana por la autonomía
Las Personas Mayores refieren una lucha constante por preservar el control sobre lo que se puede realizar sin ayuda. La actividad, el poder hacer algo, configura la vida. Cada cosa que se delega, es terreno perdido. “Tener obligaciones” sostiene al individuo en su conexión con su vida. Uno es lo que hace, de ahí que la actividad está unida a la identidad y su biografía.
La distancia entre lo que se desea realizar y se puede realizar, se configura como un indicador esencial.
- Reconocerse en la actividad (la continuidad de los proyectos es la continuidad de la vida)
Resulta evidente la importancia de dar continuidad a los proyectos de vida: a los hábitos, a las relaciones, a la actividad… donde las personas se reconocen… entendiendo su carácter progresivo y variable. La responsabilidad se constituye como una fuente de satisfacción. Se trata de poder hacer las cosas que uno quiere como a uno le gusta hacerlas.
Y esto alude a la dignidad, esto es, dignidad entendida como la capacidad de decidir libremente y de forma responsable, la forma en que un quiere vivir. Independientemente de si una actividad tiene un resultado final exitoso o no, responsabilidad es sinónimo de independencia.
Sobre el autor: José Javier Yanguas
José Javier Yanguas es Director Tecnico de Fundación Instituto Gerontológico Matia. Doctor en Psicología Biológica y de la Salud por la Universidad Autónomade Madrid y Experto Universitario en Educación de Adultos por la Universidad Pontificia de Salamanca, su carrera profesional se centra en el ámbito de las personas mayores y la psicología. Es representante de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología en la IAG-International Association of Gerontology y vicepresidente de Zahartzaroa-Sociedad Vasca de Geriatría y Gerontología. Asimismo, es miembro del Comité Editorial de la Revista Española de Geriatría y Gerontología, así como de la Revista de Intervención Psicosocial.