Un artículo de Rocío Contreras y Belén Moreno, terapeuta ocupacional en Sanyres El Limonar
El envejecimiento se asocia a una mayor probabilidad de sufrir caídas, que suelen ser de hecho el primer indicador de un problema grave e ir asociadas a lesiones, incapacidad, institucionalización e incluso derivar en fallecimiento.
Es un hecho que el riesgo de caer y hacerlo más veces aumenta con la edad: el 30% de los mayores de 65 años independientes sufren una caída una vez al año, lo mismo ocurre con hasta el 35% de los mayores de 75 años, cifra que se eleva hasta el 50% en mayores de 80 años.
Como datos adicionales sobre las caídas en personas mayores de 65 años cabe señalar que:
- La tasa de fallecimiento por caídas aumenta de forma exponencial con el aumento de la edad.
- Las caídas son más frecuentes en las mujeres, aunque a medida que avanzan los años, la tendencia es a igualarse.
- Dos tercios de las personas mayores que se caen sufrirán una nueva caída en los siguientes 6 meses. El registro en la historia de antecedentes de caída se considera un factor predictor de fractura de cadera en el futuro.
Existen diversos factores de riesgo que propician las caídas en los ancianos, algunos propios de la edad y otros externos y por tanto evitables. Entre los factores que podemos considerar intrínsecos a la persona están los cambios asociados a la edad, los procesos patológicos que puedan sufrir y los fármacos que estén tomando. En cuanto a factores extrínsecos, los más destacables son el entorno físico, los dispositivos de seguridad empleados (barandillas, sujeciones…) y el calzado empleado.
Las terapias de prevención de caídas tienen como objetivo ni más ni menos que garantizar la autonomía de los mayores, para lo que habrá que alcanzar otros objetivos específicos:
- Reforzar la función musculoesquelética mediante actividades que desarrollen la fuerza muscular y la amplitud articular.
- Conseguir respuestas posturales adecuadas a través de actividades que integren los diferentes sistemas de mantenimiento del equilibrio.
- Mejorar la estabilidad postural y la rapidez de reacción mediante actividades de bipedestación o sedestación con diferentes inclinaciones de tronco, movimiento de traslación del peso del cuerpo y la basculación de la pelvis.
- Reeducar el patrón normal de la marcha.
- Enseñar y entrenar diferentes formas de cómo caerse y cómo levantarse.
- Entrenar la realización de las actividades de la vida diaria bajo supervisión del terapeuta.
Previo a la realización del taller se administrarán cuestionarios para conocer cuáles son los factores de riesgo predominantes en los que habrá que centrar el programa de intervención.
Las personas que resultan más idóneas para participar en estos programas de prevención de caídas son aquellas entre 65 y 90 años que sean susceptibles de sufrir caídas o que tengan miedo a caer. En cambio, no se incluyen en esta terapia a personas con niveles cognitivos muy deteriorados o con movilidad muy reducida.
Ejercicios para prevención de caídas en mayores
Aparte de la supervisión por parte de un terapeuta ocupacional, es necesario contar con una serie de materiales como sillas, colchonetas, pelotas Bobath, discos Freeman, conos, huellas, escaleras y cinta adhesiva. Todo ello en un espacio de trabajo especialmente acondicionado y libre de obstáculos.
Una vez dispuesto todo ello, se ponen en práctica las siguientes acciones:
· Fase de Calentamiento
El calentamiento es el proceso activo que se realiza previo a la parte principal de la clase, que prepara durante 10-15 minutos a la persona de manera física, fisiológica y psicológica para una actividad más intensa que la normal. Además ayuda a tener un menor riesgo de lesiones y disponer del máximo de energía para disfrutar plenamente de la actividad.
El objetivo del calentamiento es ingresar de forma progresiva al nivel de actividad deseado, logrando una adaptación del corazón, circulación y respiración, así como músculos y tendones, al trabajo de mayor intensidad.
Los contenidos a trabajar son: movilizaciones de articulaciones, calentamiento de articulaciones de las manos, hombro y rodilla, tobillos y pies a través de auto-masajes, y ejercicios de activación cardiorespiratoria. Se realiza en sedestación (sentado) y bipedestación (de pie).
Como recomendaciones y precauciones a tener en cuenta durante el calentamiento los movimientos deben ser lentos, nunca bruscos ni forzados, y la elongación puede causar molestia breve o tensión, pero nunca dolor.
· Fase de ejercicios
Se realiza un pequeño circuito de unos 40 minutos en el que se trabajan los distintos componentes de la marcha como equilibrio dinámico y estático, base de sustentación, coordinación visomotora, control de tronco, fuerza muscular y resistencia cardiorespiratoria.
El circuito puede constar de las siguientes partes:
Prueba 1: se colocan huellas en el suelo de distinto color y tamaño a diferentes distancias por las que debe caminar de la forma indicada por el terapeuta recogiendo objetos que previamente se han colocado en el suelo.
Prueba 2: se ubican dos líneas delimitando una zona por la que el usuario deberá pasar situando un pie delante de otro.
Prueba 3: se realiza un recorrido con conos colocados en línea recta y el usuario debe andar en zig-zag.
Prueba 5: subir y bajar escaleras.
Prueba 7: andar sobre una superficie inestable (colchoneta).
· Fase de relajación
En esta fase, el adulto mayor debe volver a la situación inicial a través de ejercicios de relajación, de movilidad articular y concentración. La relajación, la respiración y el masaje son técnicas útiles para descargar la tensión física.
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