Por Silvia Cabrera, Psicóloga y autora del blog silviacabrerapsicologia

La mayoría de adultos mayores, con un proceso normal de envejecimiento y sin déficits sensoriales, no tienen dificultades específicas con respecto al lenguaje y la comunicación.
Existen algunos rasgos diferenciales que surgen como resultado de los cambios que se dan en los procesos cognitivos involucrados en esta función compleja. El principal es el enlentecimiento en el procesamiento de la información. Éste, a su vez, afecta a la memoria de trabajo (almacén de memoria que nos permite retener la información durante un breve lapso de tiempo para operar con ella) y a la capacidad atencional.

Geriatricarea elder speak Silvia Cabrera
El elder speak tiene efectos muy negativos en la autoestima, autoconcepto y autoeficacia del adulto mayor

Estos cambios dan lugar a algunas dificultades, como por ejemplo, una mayor dificultad para comprender y producir textos o historias complejas. Así como de acceso léxico (corresponde al fenómeno de tener una palabra en la punta de la lengua), aunque el vocabulario se mantiene e incluso se incrementa la capacidad conceptual.
Junto con las funciones visuoespaciales, las funciones cognitivas relacionadas con el lenguaje son las que menos se deterioran con la edad y el declive no aparece antes de la séptima década.
Existe un tipo de comunicación que resulta de la sobreacomodación del habla para dirigirnos a personas mayores denominada elder speak, habla edadista o habla infantilizadora. Tiene efectos muy negativos en la autoestima, autoconcepto y autoeficacia del adulto mayor. Parte de una visión estereotipada sobre la vejez, dando muestra de la devaluación que se hace de la competencia, del estatus social y funcional del adulto mayor.
Ésta se caracteriza por una manera de hablar irrespetuosa, forzada y paternalista que implica:

· Alteraciones en la paralingüística: entonación exagerada, voz cantarina, ritmo lento, etc.

· Modificaciones en las estructuras gramaticales: simplificación de la longitud y complejidad de las frases.

· Uso de vocabulario limitado y simple.

· Uso de repeticiones y aclaraciones no requeridas.

· Utilización de pronombres colectivos para referirse a un solo individuo.

· Uso de diminutivos (inapropiadamente íntimos), tuteo sin permiso o ninguneo

· Uso de preguntas que encierran en sí mismas la respuesta.

La utilización de este tipo de lenguaje refuerza los estereotipos edadistas congruentes con la visión de fragilidad e inutilidad de las personas mayores. Promueve la dependencia, el aislamiento y la depresión. Repercute tanto a nivel emocional, como en el estado físico, cognitivo y funcional. Genera problemas de comunicación y de conducta (oposicionismo y agresividad) en adultos mayores con un proceso de envejecimiento normal, así como en aquellos que tienen demencia.
Las dificultades lingüísticas asociadas al proceso de envejecimiento normal y/o patológico, pueden atenuarse si se establece una comunicación motivadora y emocionalmente positiva.
Para ello es necesario entender que hacerse mayor implica nuevas oportunidades para participar, compartir y enriquecerse en la comunicación bidireccional con nuevas generaciones. Constituye una etapa más en la que seguir desarrollando la propia autonomía personal a través de las adaptaciones necesarias. En definitiva, que conlleva procesos de crecimiento y de deterioro, como cualquier otra etapa del ciclo vital.
Fuentes:
Juncos-Rabadán, O.,  Pereiro, A.X., Facal, D. (2006). Comunicación y lenguaje en la vejez. Madrid, Portal Mayores, Informes Portal Mayore, nº 67. Lecciones de Gereontología, XI [Fecha de publicación: 13/11/2006]
Agüera Ortiz, J. Cervilla Ballesteros, M. Martín Carrasco (2006). Psiquiatría geriátrica. Ed. Masson
García Escudero, A. (2013). Detección del mal trato psicológico/emocional y trato infantilizador en residencias de mayores. Documentos de trabajo social: Revista de trabajo y acción social, ISSN 1133-6552, nº 52, pág. 75-109

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Sobre la autora: Silvia Cabrera

Silvia Cabrera es Psicóloga (col. COPC nº 16477) y Máster en Psicogeriatría en la Universidad Autónoma de Barcelona. Formación de Posgrado en Terapia Sexual y de Pareja en el Instituto Superior de Estudios Psicológicos y en Trastornos de Aprendizaje y TDAH. Actualmente y desde hace más de siete años trabaja cediendo sus servicios profesionales a diferentes centros privados en Barcelona como psicogeriatra y psicóloga infanto-juvenil.