Entre 120.000 y 150.000 personas padecen Parkinson en España, según los datos de la SEN, desde donde se recuerda que aunque el aumento de la incidencia de esta enfermedad está ligado a la edad (el mayor número de casos se diagnostican cuando los pacientes tienen entre 60 y 70 años y un 2% de los mayores de 65 años padecen Parkinson en España), no es una enfermedad exclusiva de las personas mayores, ya que el 15% de los pacientes no superan los 45 años y se dan casos en los que la enfermedad se inicia en la infancia o en la adolescencia, es la forma conocida como Parkinson juvenil.
Por ello, tal y como afirma el Dr. José Matías Arbelo González, Coordinador del Grupo de Estudio de Trastornos de Movimiento de la Sociedad Española de Neurología “uno de los aspectos a mejorar es el diagnóstico temprano del Parkinson. Los últimos estudios publicados al respecto indican que en España se tarda una media de 1 a 5 años desde que aparece el primer síntoma hasta que se obtiene el diagnóstico y que casi un 20% tiene que esperar más de 5 años. Además, se ha estimado que un 25% de los pacientes clínicamente diagnosticados en vida tienen en realidad otra enfermedad neuropatológica”.
En opinión de este experto, “el problema es que no disponemos de marcadores biológicos que confirmen la sospecha clínica y aunque las técnicas de neuroimagen funcional pueden servir de apoyo, a veces es complicado diferenciar la EP de otras patologías que cursan con trastornos del movimiento o temblor”.
El inicio y la progresión de la EP son graduales y puede comenzar con una disminución de la destreza -sobre todo para realizar movimientos precisos como la escritura- o torpeza al caminar, aunque, la forma más frecuente de presentación de la enfermedad es con el temblor de una extremidad en reposo.
Conforme la enfermedad progresa, estos síntomas se hacen generalizados y los pacientes cada vez tienen más dificultad para realizar movimientos -alrededor del 40% de los pacientes presenta complicaciones motoras al cabo de cinco años, un porcentaje que va aumentando en los años siguientes- y pueden aparecer distintos síntomas no motores que pueden producir una gran incapacidad funcional.
“Cuando el primer síntoma de la enfermedad es el temblor, no suelen producirse retrasos en el diagnóstico, pero cuando el primer síntoma es la depresión, la rigidez,… la situación cambia porque suele achacarse a otras causas. Y hay que tener en cuenta que entre en el 30-40% de los casos de enfermedad de Parkinson no hay temblor, y que por ejemplo, en un 40% de los casos, la primera manifestación de la EP puede ser una depresión”, explica elCoordinador del Grupo de Estudio de Trastornos de Movimiento de la Sociedad Española de Neurología.
Además, un número significativo de pacientes refieren diversos síntomas mucho antes de que aparezcan las manifestaciones motoras de la enfermedad. Entre ellos destaca la reducción de la capacidad de percibir olores (hasta el 80% de los pacientes con enfermedad de Parkinson distingue mal los diversos olores, es lo que se conoce como hiposmia), trastornos de conducta durante la fase REM del sueño, la depresión o el estreñimiento, que es también considerado como un síntoma frecuente y puede presentarse hasta en el 50% de los pacientes en algún momento de la evolución de la EP.
“El retraso en el diagnostico hace que en muchos casos las terapias sintomáticas y neuroprotectoras se inician cuando ya existe una pérdida de neuronas dopaminérgicas en la sustancia negra, superior al 60%. En tales circunstancias la eficacia terapéutica es menor: es necesario mejorar los tiempos de diagnóstico”, señala el Dr. José Matías Arbelo.