Un artículo de Candela Gago López, Coordinadora del Equipo de Enfermería de Entreálamos
El signo más visible de un Accidente Cerebrovascular (ACV), también llamado Ictus, es la parálisis de un lado del cuerpo, lo que se conoce como hemiplejia. La ubicación de la lesión en el cerebro determina el lado afecto: si la lesión se produce en el lado izquierdo, la hemiplejia se producirá en el derecho y al revés.
Aunque las consecuencias específicas dependen de la zona donde se produce la lesión, existen unas características comunes en el ACV tales como: falta de capacidad para responder apropiadamente (alteraciones de conducta), alteraciones de memoria, alteraciones físicas, incontinencia, pérdida de control emocional y pérdida sensorial.
La rehabilitación de un paciente que ha sufrido un ACV depende de varios equipos profesionales: médico, enfermería, psicología, fisioterapia… La rehabilitación requiere tiempo y esfuerzo, pero tanto profesionales como familia podemos hacer la vida diaria del paciente más fácil teniendo en cuenta pequeños detalles que se exponen a continuación. Esto hará más cómodo el día a día, y el paciente se sentirá más motivado, ya que notará en menor medida los déficits que le haya podido ocasionar el ACV.
Algunas recomendaciones:
1. Comunicación. En aquellos pacientes a los que como secuela tengan una afasia se seguirán las siguientes recomendaciones:
· Hablar con el paciente como si fuera un adulto, no infantilizar
· Hablar lentamente, utilizando palabras fáciles y frases cortas ayudándose incluso con gestos
· No chillar, los gritos no ayudan a comprender
· En aquellos pacientes que conserven la capacidad de escribir se les estimulará para que se comunique a través de la escritura o con una tabla con dibujos
2. Patrón de sueño. Para conservar un correcto patrón de sueño se aconseja:
· Evitar dormir de día y las siestas de duración excesiva.
· Procurar un entorno tranquilo
· Mantenerlo distraído durante el día
· Utilizar, si es preciso, camas bajas y/o protectores laterales
3. Actividades de la vida diaria:
· Vestirse. Siempre se debe empezar por la extremidad afectada. Para aquellos pacientes con déficits motores importantes se recomienda la utilización de ropa cómoda y de fácil colocación, como chándals, calzado cerrado, velcro en lugar de botones o cremalleras, etc.
· Higiene e hidratación. Es muy importante una adecuada hidratación de la piel en aquellos pacientes con déficits importantes que afectan a su movilidad para evitar erosiones y úlceras, prestando especial atención a las prominencias óseas.
· Sustituir bolsos con cremalleras por bolsas abiertas, y no ponerlas detrás de la silla de ruedas, sino cruzadas y apoyadas sobre sus piernas para que pueda coger lo que necesite
· En la mesa poner cubiertos, pan o jarra de agua en el lado del plato al que corresponde a su lado con movilidad
· Movilización. La movilización dependerá de las posibilidades de cada paciente. Se recomienda realizar movimientos activos en los miembros sanos. En los pacientes con trastornos importantes de deambulación, se recomienda realizar cambios posturales cada 4 horas. Es recomendable la sedestación durante el día, así como la utilización de almohadas para proteger las zonas de roce. En caso de que pueda caminar con ayuda, se recomienda la realización de paseos cortos y frecuentes, mínimo al menos dos veces al día
4. Mobiliario y estructuras
· Si la cama pega a la pared, debe hacerse por el lado del cuerpo que el paciente no moviliza
· Poner mesita de noche, luz, timbre, teléfono etc en el lado de la cama que el paciente moviliza
· Si el paciente usa silla de ruedas autopropulsada, el mando o guiador debe estar en el lado que moviliza
· Hablar al paciente de frente y a la misma altura ya que le costará girar la cabeza o elevarla
Es importante ayudar al paciente y a su familia a identificar las repercusiones que su enfermedad tiene sobre su vida cotidiana, así como aportar los conocimientos y habilidades para afrontarlas.
La principal tarea tanto del profesional como de la familia, además de ofrecer al paciente una adecuada rehabilitación, es “normalizar” la situación para adaptar conductas cotidianas a la nueva situación del paciente, de forma que no sienta ni perciba los déficits ocasionados por el ACV. Cuidando de pequeños detalles se consigue que la vida del paciente se asemeje lo máximo posible a la que tenía previa a la enfermedad.