Un artículo de Vegenat
La alimentación en todas las personas debe conseguir unos objetivos: cubrir las necesidades nutricionales en las distintas etapas de la vida; mejorar el control de enfermedades como la diabetes, hipertensión arterial, aumento de colesterol, etc., y reservar las dimensiones sociales y placenteras que proporciona la comida. Pero las necesidades nutricionales de las personas varían dependiendo de la edad, el sexo, la actividad física o la enfermedad.
En el caso del paciente con disfagia no existen unas recomendaciones de ingesta establecidas, por lo que los requerimientos de energía y nutrientes deberán fijarse según la edad, sexo, que tipo de actividad física realiza el paciente y, si no puede realizar ninguna, se calcularán en reposo y la situación de su estado de salud.
Los cálculos de las necesidades energéticas de cada individuo es una labor que debe realizar un profesional sanitario ayudado por datos antropométricos (peso, tallas, pliegues…) y aplicando unas fórmulas y ecuaciones establecidas.
Una vez que se calculen las necesidades energéticas, por ejemplo 1.800 calorías, éstas deben distribuirse de forma equilibrada de la siguiente manera:
- 50-60% de estas colorías se deben consumir en forma de hidratos de carbono: harinas, patatas, vegetales, frutas, arroz, legumbres…, se recomiendan la toma de verduras y frutas a diario, legumbres 3-4 veces por semana, pasta patata o arroz 2 veces por semana, evitar los azúcares refinados como los dulces, refrescos con azúcar…
- 12-15% en forma de proteínas: carne, pescado, huevos, aves, leche …Se recomienda pescado blanco o azul 4 veces por semana, consumir más veces carnes blancas, aves, conejo, que las rojas, 3 huevos por semana, consumo de lácteos de forma diaria
- 30-35% en forma de grasas teniendo en cuenta que las grasas saturadas no sobrepasarán el 10% (cordero, aves con piel, cerdo y sus derivados, lácteos enteros, bollería industrial…)
Todos somos conscientes de que las personas que padecen disfagia tienen un riesgo de desnutrición mayor, por lo que debemos vigilar más el que sus necesidades nutricionales se cubran correctamente. Para ello debemos tener en cuenta recomendaciones como fraccionar las comidas en al menos 6 tomas; enriquecerlas para obtener el mayor número de nutrientes en el menor volumen; elaborar menús variados adaptados a la textura recomendada o ayudarnos con productos comerciales que contienen un valor calórico y proteico alto con una distribución equilibrada de nutrientes, sin olvidar la ingesta de fibra y la hidratación modificando la textura de los líquidos con espesantes comerciales.
Muchas de estas personas tienen oscilaciones en el apetito debido a factores como la monotonía en la alimentación, la dificultad para tragar, el cansancio, los cambios en las papilas gustativas…
Cuando la persona ve disminuido su apetito es cuando más en cuenta tenemos que tener que la alimentación que le ofrecemos sea lo más enriquecida posible e informar al médico o enfermera que el paciente no está comiendo la misma cantidad que de costumbre. De esa forma se podrán tomar medidas de forma precoz para evitar la desnutrición, que es una de las complicaciones que provoca la disfagia y pone en peligro su integridad.
Para más información: http://disfagiavegenat.es
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