Un artículo de Antonio Abellán García y Rogelio Pujol Rodríguez. Departamento de Población CSIC.
El baby-boom en España no fue tan pronunciado ni tan temprano como en otros países desarrollados. Estados Unidos, Canadá, Australia o Noruega tuvieron un baby-boom muy definido y de considerable dimensión, iniciado justo después de la 2ª Guerra Mundial; Francia, Austria, Suecia, y otros europeos, tuvieron un baby-boom importante pero no tan destacado.
Consideramos dentro del baby-boom español a los nacidos entre 1958-1977, años en que la cifra de nacimientos superó los 650.000 anuales. En esas fechas nacieron casi catorce millones de niños, 2,5 más que en los veinte años previos, 4,5 más que en los veinte años siguientes. La delimitación de este baby-boom es una convención, que puede considerarse arbitraria, pero aceptada.
En los años anteriores al baby-boom español los nacimientos también fueron muy numerosos, por lo que la “transición” en la llegada de las generaciones del baby-boom a la jubilación no será abrupta, en ningún caso. Después de ese período de baby-boom hubo una caída fuerte de la fecundidad y una reducción considerable del tamaño de las generaciones que están empezando ahora su recorrido por la carrera laboral.
De acuerdo con esa definición, el baby-boom español iniciará la llegada a la jubilación a partir de 2023/2024, fechas en que ésta se producirá a los 65 ó 66 años, según el número de años cotizados en la carrera laboral. Por tanto, habrá una tensión o presión relativa, al principio suave, sobre el sistema de pensiones, que irá aumentando progresivamente desde esa fecha hasta 2044 aproximadamente.
El pico de llegada a la jubilación de las generaciones del baby-boom se situará en torno a 2040. Alguna literatura científica y los medios de comunicación suelen presentar el fenómeno de la jubilación del baby-boom con tonos alarmistas, pero esto ha sido debido a las características de tamaño y fechas del baby-boom en otros países.
El baby-boom en España no debería causar tanta inquietud: no llegan “de golpe”, ni son tantos en las primeras generaciones que se jubilan, comparadas con las que se han jubilado en los años previos. En otros países ya están llegando a la jubilación sus propias generaciones del baby-boom. La alarma se ha importado.
Las primeras generaciones del baby-boom tuvieron en su transitar por el curso de vida una mortalidad ligeramente más alta que las últimas. Eso lleva a “suavizar” la transición o entrada de los efectivos baby-boom en edades pensionables respecto de las generaciones previas. Por tanto, también debería suavizar la inquietud.
Por otra parte, el aumento continuado de la esperanza de vida a los 65 años provocará que esas generaciones vivan más tiempo en período pensionable. Esto ya sucede con las que se jubilan ahora, previas a las del baby-boom. Esa mayor longevidad puede suponer una “tensión” adicional sobre el sistema.
Pero más importante que efectivos, fechas de entrada en jubilación o lo que está sucediendo con las ganancias de esperanza de vida, es lo que suceda con la tasa de ocupación de aquellos que en teoría deberían mantener a los pensionables.
Tenemos actualmente un escenario de ocupados/pensionistas que se dará la vuelta en 15 años. Desde principio de siglo XXI y hasta que empiecen las jubilaciones de las generaciones del baby-boom los efectivos en edad laboral son cuantiosos pues precisamente pertenecen al baby-boom. Están “sosteniendo” a unas cohortes de jubilados relativamente reducidas. Pero a partir del final de la próxima década el escenario empieza a invertirse: generaciones con efectivos menguados en plena edad laboral (los nacidos en los 80, por ejemplo), empezarán a sostener a efectivos crecientes en edad de pensión.
Conclusión: la llegada del baby-boom español a edades de jubilación no debería ser motivo de alarma. Ésta debería saltar por los actuales y futuros niveles de ocupación. Si no mejora la ocupación de toda la masa laboral existirá un problema de sostenibilidad del sistema de protección social, problema que no podrá resolver el Fondo de Reserva de la Seguridad Social. La ocupación futura debería ser incluso mayor que la de los mejores tiempos pasados:
1. Para compensar unos efectivos menguados con respecto a las anteriores generaciones
2. Para ampliar la cobertura de unas generaciones pensionables de mayor tamaño (las del baby-boom) y con aumento de la esperanza de vida.
La inquietud no debe depender del tamaño de las generaciones futuras de mayores, con sus efectivos crecientes y su mayor esperanza de vida, sino del nivel de ocupación de las personas en edad laboral.
Artículo publicado en el blog Envejecimiento [en-red]