Un artículo de la Dra. Marta Mendieta
Médico en Igurco Servicios Sociosanitarios
La trombosis (formación de trombos o coágulos en el interior de los vasos sanguíneos) juega un papel importante en las enfermedades cardiovasculares. Las principales manifestaciones son el síndrome coronario agudo (infarto de corazón), la enfermedad cerebrovascular (ictus) y la mala circulación en las arterias de brazos y piernas.
La enfermedad cerebrovascular (ictus) es la segunda causa de muerte cardiovascular en España. La edad supone por sí misma un importante factor de riesgo de padecer un ictus y la incidencia es mayor en los hombres que en las mujeres. Frente a esto, los medicamentos antiagregantes representan una opción terapéutica decisiva.
El tratamiento antiagregante también reduce el riesgo de infarto agudo de miocardio y, consecuentemente, la muerte por esta causa, en un 25% aproximadamente.
En cuanto a la trombosis venosa profunda, consiste en la formación de un coágulo de sangre de forma natural dentro de una vena; este coágulo puede ir al corazón y, de ahí, pasar a los pulmones, bloqueando la circulación y provocando una embolia pulmonar, que puede ser mortal. Los anticoagulantes orales se emplean para reducir este riesgo. También se utilizan en casos de fibrilación auricular (la arritmia cardiaca más frecuente) y en pacientes con prótesis mecánicas para las válvulas del corazón.
Interacciones
En el paciente mayor hay que tener en cuenta determinadas circunstancias que influyen en el tratamiento farmacológico: la comorbilidad (sufrir varias patologías a la vez) y la polifarmacia (tomar varios fármacos al mismo tiempo).
Por un lado, en este grupo de edad es frecuente la pluripatología (hipertensión, insuficiencia renal, diabetes, problemas del hígado, desnutrición, etc.). Y por otro, los anticoagulantes orales presentan importantes interferencias con otros fármacos, pudiendo potenciar su acción (antibióticos, antiinflamatorios no esteroideos, antidiabéticos orales, corticoides, antiulcerosos, medicamentos para el colesterol o para bajar la tensión…) o frenar su acción (antiácidos y laxantes, hipnóticos, barbitúricos, antiepilépticos, diuréticos, antiarrítmicos, antibióticos…).
A la hora de pautar un fármaco en este grupo de edad, hay que tener en cuenta estas circunstancias, ya que pueden aumentar las interacciones farmacológicas no deseadas y el riesgo de intoxicación. Por este motivo es imprescindible que un médico controle frecuentemente al paciente y su medicación.
Grupos de riesgo
La mayor complicación que se asocia al uso de fármacos anticoagulantes y antiagregantes es el sangrado, ya que para evitar que se produzca la embolia o la trombosis hay que retardar la coagulación de la sangre.
En los mayores anticoagulados y antiagregados hay que tener presente el riesgo de caídas, porque según la localización del traumatismo se pueden producir complicaciones hemorrágicas de urgencia.
Pacientes con patología digestiva y en tratamiento antitrombótico pueden presentar sangrados digestivos; bien por vía oral o bien por vía anal. Asimismo, la presencia de una orina de color rojizo en pacientes anticoagulados puede indicar la existencia de patología urológica. En ambos casos es necesario realizar un control de la dosis para adecuar el tratamiento.
Las intervenciones quirúrgicas y odontológicas requieren, asimismo, una adecuación del tratamiento, consistente en la sustitución de los anticoagulantes orales por heparina. También es conveniente evitar la administración de fármacos por vía intramuscular para evitar sangrados.
Así, si se toma anticoagulantes hay que tener especial cuidado con:
- Caídas
- Hematomas sin causa
- Sangrado por vía oral o anal
- Orina de color rojizo
- Intervenciones quirúrgicas
- Intervenciones odontológicas
- Inyecciones intramusculares
El control del tratamiento con anticoagulantes orales debe realizarse con regularidad, y ante cualquier señal de alarma se debe consultar al médico.