Un artículo de Soluciones3e, firma de selección de personal de ayuda a domicilio
A nadie pasa desapercibido que el estigma por edad hacia las personas mayores o cercanas a la tercera edad es una realidad, aunque es verdad que la percepción que nos viene a la cabeza al pensar en ello, seguramente será una imagen donde cedemos el asiento en el bus a una persona mayor, o cuando sujetamos la puerta al ver a una persona mayor que va a cruzarla. Aunque eso no deja de ser una buena acción (que además no debemos dejar de practicar), no es a esto a los que nos referimos con el estigma de las personas mayores.
Ese estigma viene marcado por nuestra propia actitud o pensamiento hacia la presencia de una persona mayor, que ellos evidentemente “notan”. Un pequeño ejemplo ¿a quién no le pasó en alguna ocasión de hablar con una persona mayor y de repente no saber si tratarla o no de usted?, o no saber cómo seguir una conversación donde se toca un tema sobre alguna enfermedad “propia de esa edad” sin que se sienta ofendido o señalado como ¿”viejo”?…
La mayoría podemos sentirnos ahora muy liberales, y pensar que la edad no tiene por qué ser un estigma, que el qué dirán es de unos pocos aburridos o que uno se siente tan viejo como cree serlo (y esto último es cierto), pero sin embargo, todavía en el siglo XXI hay muchas cosas que a esa edad “chocan”… Muchas veces hemos visto a gente decir eso de qué bonito es cuando una persona mayor vuelve a enamorarse en la tercera edad, y sin embargo si de repente es su propia madre resulta que ya no es tan bonito.
Vamos a ver unos cuantos “estigmas” o dudas hacia cómo comportarnos o qué decir, que en pleno siglo XXI todavía “chocan” a vistas de la sociedad, y que tienen como protagonistas personas mayores en el entorno a la tercera edad.
- La forma de vestir. Y no es que a todos nos venga a la mente la imagen de la abuelita con el pelo cano, la falda a la rodilla y el zapato de ortopedia, si no cuando vamos al otro extremo y vemos a una señora mayor con una chaqueta biker de cuero o unas botas de tacón por encima de la rodilla o incluso con colores llamativos (jersey rojo, turquesa, amarillo limón, etc.).
- La búsqueda de empleo. Sobre todo para las personas mayores de 60 años que se quedan sin trabajo pero todavía necesitan esos años para cotizar, eso sí que es duro, porque aunque os puedo asegurar que muchas trabajan incluso más y mejor que una de 30, el pensamiento de quien va a contratar suele ser que no va ser capaz por la edad (y nada más lejos de la realidad).
- Un nuevo amor. Generalmente nos encontramos (aunque no siempre) con realidades como el ejemplo de antes, qué bonito resulta en los demás hasta que toca de cerca, no suele fallar, la cantidad de incertidumbres que rodean a los familiares.
- Hablar de enfermedades propias de la edad. Cuando hablas con una persona mayor y quieres restar importancia a algún problema que le acaba de diagnosticar el médico, y que no es más que “algo propio de la edad”, intentas educadamente encontrar la forma de darle tu opinión sin que sienta el peso de la sensación de “viejo” sobre sus hombros.
- Trato de usted. Aunque generalmente se venía utilizando el trato de usted cada vez es más gente mayor la que prefiere el trato de “tú”, y sinceramente también nos gusta más, ya que te queda la sensación que no lo haces sentir “mayor” e incluso nosotros mismos al utilizar el “tú” no sentimos la presencia de la otra persona como “mayor”.
Estos cinco puntos son solo un pequeño indicador de que esos “estigmas” a la edad son reales, en el siguiente enlace podéis ver un buen y completo debate, donde descubrimos como realmente ese estigma existe y es una realidad:
Vídeo: ¿Se discrimina a los mayores?