Publicamos un nuevo artículo sobre nutrición y personas mayores extraído de la Guía de Alimentación para Personas Mayores editada por el Instituto Danone. En esta ocasión, Rafael Carmena Rodríguez yJosep Redon i Mas (Servicio de Endocrinología, Hospital Clínico Universitario, INCLIVA,Valencia) describen como una nutrición adecuada puede prevenir la hipertensión arterial en las personas mayores.
Recomendaciones dietéticas en la hipertensión arterial de las personas mayores
Por Rafael Carmena Rodríguez (Servicio de Endocrinología, Hospital Clínico Universitario, INCLIVA,Valencia y CIBERdem, Instituto de Salud Carlos III) y Josep Redon i Mas (Servicio de Medicina Interna, Hospital Clínico Universitario, INCLIVA,Valencia y CIBERobn, Instituto de Salud Carlos III)
La prevalencia de hipertensión arterial (cifras superiores a 140 mmHg de presión sistólica y 90 mmHg de diastólica) en individuos de edad igual o superior a 60 años es del 60%. En los pacientes de edad avanzada la elevación de la presión sistólica es el mejor predictor del riesgo cardiovascular (infarto de miocardio, insuficiencia cardiaca, accidente vascular cerebral) y de insuficiencia renal crónica. Su tratamiento se asocia con una significativa reducción (27-36%) de accidentes coronarios y de accidentes vasculares cerebrales.
Conviene señalar que en las personas de edad avanzada el tratamiento debe ser menos agresivo que en las personas jóvenes, con descensos más paulatinos de la presión para no comprometer el flujo sanguíneo de los órganos vitales. Además, los aspectos dietéticos cobran aquí singular importancia, ya que la hipertensión sensible a la sal es mucho más frecuente en este grupo de población.
En conjunto, las medidas no farmacológicas dirigidas a cambiar el estilo de vida deben formar parte del tratamiento integral del paciente con hipertensión arterial (HTA) y, por lo tanto, deben ser instauradas en todos los hipertensos o individuos con presión arterial (PA) normal alta, bien sea como tratamiento de inicio, en pacientes con riesgo añadido bajo-moderado, o bien complementando el tratamiento farmacológico antihipertensivo (Tabla I). El propósito de dichas medidas es reducir los valores de PA y prevenir el desarrollo de la enfermedad cardiovascular (ECV) asociada a la HTA.
Entre las medidas no farmacológicas la dieta representa un papel primordial dado su impacto en los valores de PA per se, su potencial beneficio en la ECV mas allá de la reducción tensional y el impacto beneficioso que ejerce en otros factores de riesgo de ECV, especialmente el sobrepeso y obesidad así como el metabolismo hidrocarbonato y lipídico, situaciones que se encuentran asociadas a la hipertensión con relación incluso de causalidad.
Las principales recomendaciones dietéticas las podemos agrupar en aquellas que van dirigidas a la reducción del sobrepeso, los cambios en la ingesta de sal y alcohol y un tercer grupo misceláneo que incluye modificaciones en otros iones, oligoelementos y fibra dietética.
Antes de pasar a desarrollar las principales recomendaciones dietéticas de mayor eficacia en los pacientes con PA elevada es necesario hacer algunas puntualizaciones:
1) Pese a que las recomendaciones dietéticas están universalmente aceptadas e incluidas en todos los manuales y guías de las sociedades científicas, son muy pocas las evidencias que hayan demostrado de forma inequívoca que la dieta sea capaz de reducir la morbimortalidad cardiovascular asociada a la HTA.
2) Los cambios en la dieta son difíciles de instaurar y especialmente de mantener en el tiempo, siendo muy frecuente su abandono por los pacientes.
3) Por ello, la intervención dietética no debe retrasar de forma innecesaria el inicio del tratamiento farmacológico, especialmente en los pacientes con riesgo añadido alto o muy alto.
Reducción de peso
La reducción del peso mediante la restricción calórica es una medida apropiada para la mayoría de los hipertensos, dado que el sobrepeso es muy prevalente en la HTA y, además, predispone al incremento de la PA. La reducción de peso previene el desarrollo de HTA, reduce la PA en hipertensos con sobrepeso en aproximadamente 1 mmHg de PA sistólica y PA diastólica por cada kg de peso perdido, disminuye las necesidades de medicación antihipertensiva en los hipertensos bajo tratamiento farmacológico y tiene un efecto favorable sobre los factores de riesgo cardiovascular asociados, como la insulinorresistencia, la diabetes, la hiperlipidemia o la hipertrofia ventricular izquierda.
En general, la restricción calórica debe realizarse con dietas equilibradas evitando la introducción de dietas ricas en proteínas que pueden facilitar la aparición de trastornos hidroelectrolíticos, especialmente del potasio, e inducen una hiperfiltración glomerular no aconsejable en individuos con HTA y/o diabetes mellitus.
El efecto antihipertensivo de la reducción de peso aumenta cuando se asocia de forma simultánea a un aumento de la actividad física, a una moderación del consumo de alcohol en bebedores intensos y a una restricción en el consumo de sal.
En el siguiente artículo se abordará la reducción del consumo de sal y alcohol, así como otras modificaciones dietéticas aconsejables. Pueden consultarlo aquí.
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