Un artículo de Joan Barrubés y Lluís Triquell
publicado en antares-healthlines.com
A veces existen discordancias entre las pautas de prescripción de algunas condiciones médicas específicas y la variedad de complejidad clínica que puede presentar un paciente. Los pacientes crónicos y agudos, que suelen estar polimedicados, son el eslabón más débil de esa cadena, de modo que las revisiones sistemáticas de la medicación son esenciales para una buena evolución de su tratamiento.La Guía de Polifarmacia, publicada en marzo del 2015 por el NHS Scotland, ofrece información detallada sobre este aspecto y pone el acento en la labor de los farmacéuticos.
Las revisiones sistemáticas de la medicación son instrumentos de optimización de la medicación que se pueden aplicar en el ámbito comunitario, hospitalario y sociosanitario. En ese sentido, hay que tener en cuenta que la polifarmacia puede provocar efectos adversos a algunos pacientes puesto que las recomendaciones no siempre son válidas para todo el mundo. Pacientes con condiciones múltiples, que tengan fragilidad, que estén en la fase terminal de su vida… todos esos pacientes polimedicados son susceptibles de precisar una revisión de medicación. Veamos más detalladamente cuales son esos pacientes “target”:
- Pacientes que vivan en residencias geriátricas y que tengan más de 50 años, independientemente del número de medicamentos que estén tomando
- De edades superiores a los 75 años
- Que estén tomando diez o más medicamentos
- Que tengan un SPARRA (Scottish Patients at Risk of Readmission and Admission) entre el 40-60%
La Guía de Polifarmacia de la NHS Scotland define de forma muy clara los pasos que hay que seguir para llevar a cabo una buena revisión de la medicación, que esté centrada en el conocimiento, la seguridad, la eficacia y la aplicabilidad. Los siete pasos clave que se indican son los siguientes:
1. Identificar los objetivos del tratamiento farmacológico. Revisar los diagnósticos e identificar los objetivos terapéuticos en relación al manejo de las condiciones actuales y la prevención de futuras dolencias
2. Discriminar los tratamientos esenciales. Identificar aquellos tratamientos farmacológicos que sustituyen una función sin la que el paciente empeoraría su estado de salud.
3. Descartar los tratamientos innecesarios o que tengan pocos beneficios para el paciente.
4. Determinar si se están consiguiendo los objetivos terapéuticos, como por ejemplo, si existe la necesidad de aumentar o intensificar el tratamiento para mejorar el control de la sintomatología, conseguir índices bioquímicos o prevenir la progresión de la enfermedad.
5. Identificar riesgos en la seguridad del paciente y los posible efectos adversos.
6. Analizar si el tratamiento farmacológico es coste-efectivo. Identificar costes innecesarios o buscar alternativas terapéuticas con un mayor coste-efectividad.
7. Determinar si el paciente está dispuesto y tiene la capacidad de tomar la medicación. Identificar riesgos de no adherencia y asegurar que los cambios en el plan terapéutico se adaptan a las preferencias del paciente.
Por lo que se refiere a la implantación y ejecución, los farmacéuticos tienen un papel fundamental en la revisión de la medicación. Ya no sólo por su toma de decisiones o su actuación –que también pone en valor su función frente al resto de actores–, sino por la valoración positiva que pueda realizar el paciente, que si ha sido atendido de forma adecuada transmitirá su opinión y hará que el posicionamiento y la labor asistencial del farmacéutico sea reconocida por el colectivo de pacientes.
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[…] el punto de vista del medicamento, la gran mayoría de personas que viven en residencias son personas polimedicadas y con un mayor riesgo de efectos adversos, complicaciones en la farmacoterapia -muchas veces […]
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