De hecho, el cuidado del pie diabético es tan importante como la detección precoz de la Enfermedad Arterial Periférica (EAP), que se define por una obstrucción del flujo sanguíneo arterial en las extremidades inferiores. Tal y como afirma el Dr. Enrique Puras, jefe del Servicio de Angiología y Cirugía Vascular del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid, “la EAP se asocia de una manera muy acusada a los trastornos crónicos que aparecen con la diabetes. En la actualidad y en nuestro medio, la diabetes es la primera causa de ceguera, de diálisis por insuficiencia renal terminal y de amputaciones no traumáticas y ligadas a la patología vascular (EAP) y desarrollada en los miembros inferiores”.
Los pacientes diabéticos tienen diez veces más riesgo de sufrir amputaciones no traumáticas que la población no diabética y, además, se incrementa también en un 50% el riesgo de amputación del miembro contralateral en un periodo de seguimiento de 3 años. En la actualidad se calcula que la incidencia anual de amputaciones no traumáticas en España es de 73 casos por cada 100.000 hombres diabéticos, y de 23 casos por 100.000 mujeres diabéticas.
Se estima que en la mayoría de los pacientes con úlceras de pie diabético, la EAP no ha sido diagnosticada correctamente y, cuando esta se detecta, la reversibilidad de la este trastorno es muy limitada. En este sentido, son los pacientes diabéticos quienes podrían beneficiarse en mayor medida de los programas de evaluación precoz de isquemia en miembros inferiores.
“Cuando alguien desarrolla una úlcera de pie diabético, ésta se produce como consecuencia de una degeneración del estado vascular y neurológico a nivel general. Todos estos procesos suelen aparecer en pacientes con diabetes de larga duración –más de 10 años de evolución– y con un mal control metabólico de su enfermedad. Por ello, quienes tienen esta enfermedad deberían someterse a una revisión anual del pie de riesgo para evaluar el estado vascular, neurológico y biomecánico del pie. De acuerdo a la afectación que tengan, las revisiones se estratifican en períodos de entre uno y tres meses para pacientes de riesgo y de entre seis meses y un año para pacientes de riesgo bajo”, explica el Profesor José Luis Lázaro, jefe de la Unidad de Pie Diabético del Hospital Universitario Quirónsalud de Madrid.
A pesar de que la figura del podólogo es aún poco conocida entre los pacientes en lo referente al cuidado de la diabetes, son especialistas fundamentales en la detección y cuidado de las consecuencias de esta enfermedad. “El podólogo juega un papel fundamental en la prevención del pie diabético, debido a que la mayoría de las úlceras y heridas que se desarrollan en los pies se producen en zona de prominencias óseas, deformidades u ocultas bajo callosidades. Un calzado mal ajustado o poco apropiado y una alteración en la forma del pie y en la marcha del paciente son las primeras causas de lesiones de pie diabético. En ocasiones este diagnóstico requiere una especialización que no alcanzan otras especialidades médicas en las que afecciones a priori banales, pueden pasar desapercibidas sin interpretarse como factores de riesgo”, asegura el profesor Lázaro.
Para lograr el correcto diagnóstico de las lesiones del pie diabético es necesaria la realización de un screening básico del estado vascular que consiste en la palpación de los pulsos del pie y la evaluación de la temperatura, coloración y distribución del vello de la piel.
Tras ello, se toma la tensión arterial de las arterias del pie y se compara con el valor de la presión arterial de las arterias del brazo y, si el índice es más bajo, se sospecha la existencia de isquemia. “Si clínicamente el paciente presenta alguna alteración se realiza un estudio vascular que investiga el estado circulatorio a nivel macro y microvascular, mediante técnicas como el estudio eco-doppler, la mediación de la presión transcutánea de oxígeno y la toma de la tensión arterial de las arterias digitales mediante fotopletismografía”, señala el profesor Lázaro.
Aunque el pie diabético es especialmente frecuente en varones mayores de 45 años y en personas con diabetes tipo 2, el sexo femenino y la diabetes tipo 1 no eximen a los pacientes de esta complicación.