Un articulo de Amparo Suay, periodista experta en envejecimiento
Recientemente, hemos celebrado el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Una fecha que invita también a la reflexión sobre envejecimiento y roles de género. En nuestro país, el sexo predominante en la vejez es el femenino. El número de mujeres supera al de hombres a medida que aumenta la edad. La esperanza de vida sigue incrementándose y es mayor en las mujeres (85,6) que en los hombres (80,0 años), según datos recientes del INE.
Algunos estudiosos del tema como Joaquín Giró (2006), afirman que el género es determinante a la hora de enfrentar socialmente el proceso de envejecimiento por las mayores expectativas de vida de las mujeres respecto a los hombres, por cuestiones vinculadas al trabajo y a las actividades domésticas, al cuidado de las personas dependientes, etc.
El motivo que argumenta es que las identidades de género, edificadas en edades más tempranas de la vida, no se alteran de manera notable en la vejez. Esas identidades reciben el refuerzo de normas sociales que establecen expectativas de comportamiento diferentes para mujeres y hombres, también en la etapa final de la vida.
Las mujeres, además de ser más numerosas que los hombres, tienen unas características sociodemográficas y de salud diferentes. El hecho de ser mujer es un factor que genera importantes desigualdades en la última etapa de la vida, debido muchas veces a su estado de salud físico y mental, a las diferencias en la morbilidad (dato demográfico y sanitario que informa sobre la proporción de personas que sufren una enfermedad en un espacio y tiempo acotados), al mayor impacto del deterioro en la mujer por factores socioeconómicos y culturales (menor nivel de ingresos, analfabetismo, soledad, etc.).
Las mujeres mayores presentan mayores tasas de discapacidad y de dependencia, de mortalidad postinfarto, o mayor predominio de la morbilidad cerebrovascular. Además, las enfermedades osteoarticulares duplican su incidencia entre ellas.
El mayor impacto de las enfermedades en las mujeres mayores está asociado a las desigualdades vinculadas al género. Entre otros factores, se observan los siguientes:
- Debido a su mayor esperanza de vida tienen mayor probabilidad de enviudar que los hombres y vivir un gran número de años en soledad. La sobrerrepresentación de la mujer a partir de los 80 años requiere también de mayores necesidades de asistencia y ayuda.
- Las mujeres mayores presentan un nivel de instrucción menor, registrándose tasas de analfabetismo más elevadas que en los hombres. El bajo nivel educativo está vinculado a una mayor morbilidad.
- Cuentan con ingresos económicos menores que los hombres, dado que son receptoras de pensiones no contributivas, al no haber cotizado el tiempo exigido para alcanzar las prestaciones del nivel contributivo. Los ingresos de las mujeres mayores tras su jubilación se ven afectados además por la discriminación en políticas de empleo y salarios, en el caso de haber tenido un empleo remunerado.
- Se observan más mujeres ancianas en el medio rural, en situación de aislamiento y desprotección. Debido a sus bajos ingresos, tienen menos posibilidades de adaptar su vivienda a las necesidades del envejecimiento, especialmente aquellas que viven solas.
El género tiene su reflejo también en la salud mental: las mujeres mayores presentan un riesgo elevado de depresión, relacionado en parte con menores oportunidades de educación, empleo y desarrollo personal a lo largo de sus vidas.
También la violencia de género afecta en mayor grado a las mujeres mayores respecto a los hombres, con mayor resultado de muerte. El aislamiento, el bajo nivel cultural, y el mal estado de salud en muchas ocasiones agravan su indefensión.
La perspectiva de género también es crucial en el tiempo de cuidados, ya que la mujer ha asumido históricamente la carga más importante de los mismos. Sin embargo, la contribución que ha realizado a la sociedad no ha sido reconocida lo suficientemente. Un ejemplo de ello lo muestran aquellas mujeres que cuentan actualmente con unos 60 años y que realizan las tareas de cuidado de unos padres de más de 80, atienden a sus maridos mayores y ayudan a sus hijos/as en el cuidado de sus nietos/as, según el rol de género tradicional. Mujeres que empiezan a sufrir lo que se conoce como síndrome de la abuela esclava en una “segunda carrera de crianza”.
En conclusión, la experiencia de envejecer es diferente para hombres y mujeres. Una buena parte de esas diferencias tienen un origen biológico, pero también el contexto sociocultural, como hemos visto, incide especialmente en esta desigualdad de género asociada al proceso de envejecimiento.
De acuerdo con el Imserso, con las aportaciones de todas y de todos, tenemos que ir siendo capaces de ir cambiando la visión y de articular proyectos que nos hagan avanzar en nuevos modelos de políticas con perspectiva de género, que promuevan los valores igualitarios y reconozcan el importante papel de las mujeres mayores en la sociedad, y en este sentido es fundamental la prevención, la investigación, etc.
El tema para el Día Internacional de la Mujer elegido por la ONU este año ha sido «Por un Planeta 50-50 en 2030: Demos el paso para la igualdad de género». El año 2030 finaliza el plazo fijado por la nueva Agenda de Desarrollo que incluye metas específicas para lograr la igualdad y el avance de las mujeres y las niñas.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, alentó a la comunidad internacional a dedicar una financiación sólida, una valiente labor de promoción y una férrea voluntad política para combatir la desigualdad de género en todo el mundo.
Sobre la autora: Amparo Suay
Amparo Suay es Licenciada en Periodismo, Máster en Radio, Máster en Dirección de Comunicación y Nuevas Tecnologías, y está preparando una Tesis Doctoral sobre la representación del envejecimiento activo en la radio en la Universidad CEU Cardenal Herrera de Alfara del Patriarca (Valencia).
Su trayectoria profesional se remonta a más de 20 años atrás, y desde hace 10 trabaja en el ámbito de la información especializada en personas mayores como Responsable de Comunicación Corporativa de la Fundación Salud y Comunidad (FSC). Es autora del blog de periodismo y noticias solidarias https://amparosuay.wordpress.com/, en el que difunde noticias de diferentes temáticas, entre ellas de envejecimiento.