El modelo EDP nace de la inquietud y compromiso social liderado por un equipo de profesionales y docentes especializados en la intervención y prestación de servicios destinados a personas mayores, colaboradores de la Fundación Ageing Lab, un espacio de innovación social para la creación y transferencia de conocimiento en envejecimiento.
Posteriormente ha sido evaluado y validado por un panel de expertos de otras entidades comprometidas, destacando en este procedimiento la participación de usuarios de servicios de atención a personas mayores, de forma que han intervenido en el mismo todos los grupos de interés de la cadena de valor.
Este modelo de intervención aplica la lógica de la gestión por procesos a la intervención desde una perspectiva amplia, en la que el objetivo principal es el Fomento del Envejecimiento Digno y Positivo de las personas mayores usuarias de los servicios, el cual queda definido y delimitado por una serie de principios y criterios generales que guían las prácticas y actitudes que los profesionales desarrollan en la intervención.
Los principios y criterios constituyen el marco ético y de valores que dan forma y razón de ser al modelo, y se basan en valores universales que fomentan la dignidad de la persona mayor y el envejecimiento activo, estando determinados por los conceptos de dignidad y positividad. Esto plantea una oportunidad de desarrollo vital para las personas que envejecen (teniendo en cuenta la diversidad de posibilidades y circunstancias, es decir, la heterogeneidad de este proceso y diversidad de colectivos existentes) y un nuevo reto para los actores que deben dar soluciones innovadoras y especializadas al mismo (envejecimiento positivo), que a su vez respete y mantenga derechos fundamentales (envejecimiento digno) y que tenga capacidad de adaptación a nuevos desafíos (progresivo).
Pero para ello es clave tener en cuenta tanto a la persona como su ambiente (contexto vital, familia, etc.), desde la perspectiva de una praxis libre, equilibrada, simétrica y armónica que requiere tomar en cuenta todos estos factores.
Para Alfonso Cruz Lendínez, Presidente de Ageing Lab y vicerrector de la Universidad de Jaén, la principal aportación de este innovador modelo es que “plantea unos valores materializados en una serie de principios y criterios apoyados sobre la base de una doble perspectiva. Por un lado, la dignidad, condición inherente a la persona que le aporta valor desde una visión del respeto sea cuales sean sus circunstancias personales. Y, por otro, la positividad, abordando el envejecimiento desde una perspectiva óptima, activa y participativa de bienestar físico, psicológico, emocional, social y ambiental”.
En este sentido, el Presidente de Ageing Lab destaca que “EDP pretende no solo consolidar una metodología de trabajo, sino también poner en valor una filosofía de atención en la organización, en los profesionales y en las personas atendidas, para unificar y dar cohesión a unos valores relacionados directamente con un modo de hacer las cosas”.
Como siguiente paso, y tras la presentación pública del modelo, se ha constituido el Comité de Ética Social de EDP, que está presidido por la profesora de la UJA y experta en Bioética María Luisa Grande, y que cuenta así mismo con expertos externos de reconocido prestigio que desarrollan su labor en ámbitos de defensa y protección de los derechos de las personas que envejecen y de los usuarios o familias, con el objetivo de disponer de una visión multidisciplinar y especializada del Modelo EDP aplicado.
Así, entre otros, dicho comité está integrado por Cristóbal Fábrega (fiscal), Ana Rey (Escuela Andaluza de Salud Pública), o Federico Alonso (especialista en Bioética de la Agencia de Servicios Sociales y Dependencia de Andalucía – ASSDA).